Francisco C. De La Torre
CDMXTeherán – Junio 24 del2025-Una mayoría silenciosa ya no es tan silenciosa en Irán.
En las calles polvorientas de Sanandaj, en las universidades de Teherán y hasta en las aplicaciones de mensajería encriptada, una generación entera de iraníes habla —cuando puede— de algo que suena casi subversivo en el lenguaje del régimen: libertad. Democracia. Una vida sin miedo.
Las cifras lo dicen con claridad: ocho de cada diez iraníes rechazan el sistema teocrático que los rige desde 1979. Solo un 15 % todavía expresa apoyo a la llamada República Islámica. Y sin embargo, ese régimen sigue ahí, atrincherado, armado hasta los dientes, blindado por una Constitución que concede un poder cuasi divino al Líder Supremo, hoy todavía el ayatolá Ali Jamenei.
Desde fuera, las elecciones presidenciales de julio de 2024 podrían parecer un signo de apertura. Masoud Pezeshkian, un médico reformista moderado, logró vencer al conservador Said Jalili en segunda vuelta. Pero el entusiasmo fue tenue: solo uno de cada dos iraníes fue a votar. No porque no les importe el futuro de su país, sino porque no creen que el sistema les pertenezca.
La desconfianza va más allá del voto. Según datos recientes, solo el 47 % de los iraníes confía en su gobierno, y más del 80 % preferiría vivir bajo una república democrática, incluso laica, antes que bajo un estado gobernado por clérigos. El 84 % rechaza el hiyab obligatorio, impuesto no solo por ley, sino por la violencia cotidiana de la llamada Policía de la Moral.
Los jóvenes, en especial, están desilusionados. Huyen del país si pueden. Los que se quedan sobreviven bajo una economía paralizada por la corrupción y las sanciones. Más de 12 millones padecen trastornos mentales, y más de la mitad de la población vive en situación de inseguridad alimentaria.
Y sin embargo, la esperanza persiste.
En las protestas de 2022 tras la muerte de Mahsa Amini —una joven kurda detenida por no cubrirse “adecuadamente”—, decenas de miles arriesgaron sus vidas gritando “Mujer, vida, libertad”. Y en 2025, aún tras misiles israelíes y amenazas militares, los iraníes bailan. Protestan. Sufren. Resisten. Enfrentan un régimen que ha perdido legitimidad ante su propia población.
Irán no es solo su clase dirigente. Es su gente.
Y esa gente, silenciosamente pero con firmeza, está reclamando un país nuevo. Uno sin velos forzados, sin líderes vitalicios, sin guardianes de la fe. Solo con ciudadanos libres, iguales, votando sin miedo.
¿Será escuchada esa voz?
Éste artículo fue elaborado por www.aimworld.ai con el apoyo de IA
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