Es un mal ejemplo y una pésima receta para pacificar al país, la constante agresión verbal a los adversarios políticos desde el más alto púlpito de la nación, la Presidencia de la república. Dividir a los mexicanos entre los buenos y los malos nombrándolos con frecuentes y variados epítetos e insultos despectivos es muy peligroso y enciende el fuego de la violencia.

Ciudadano por México

Recent Posts