AMLOMETRO

AMLO, Alcocer, Ebrard y Gatell, castigar a Aeroméxico y a Tricio: ¡violan a Susana Distancia!

Industria estratégica, sí, pero…

√ Entiendo que Aeroméxico enfrenta problemas económicos serios, como todas las empresas de nuestro país y del resto del mundo en la recesión global causada por la pandemia.

√ Aunque Andrés Manuel López Obrador se niega a hacerlo, estaría de acuerdo en presionar al presidente de México para que el gobierno apoye con dinero a una industria estratégica para el desarrollo nacional, como lo es la aviación comercial.

√ Agradezco que Aeroméxico haya apoyado el esfuerzo del canciller Marcelo Ebrard para traer desde China insumos médicos para tratar con mayor eficacia el Covid-19 en los hospitales públicos —pero, por supuesto, seguramente la aerolínea cuyo comité ejecutivo preside Eduardo Tricio Haro no ha regalado nada al gobierno, sino que ha cobrado con buen margen de utilidad el servicio, lo que me parece correcto.

Violar a Susana Distancia

Pues bien, nada de lo anterior autoriza a Aeroméxico y al empresario Tricio Haro a violar en cada vuelo a la jefa de la estrategia sanitaria, doña Susana Distancia.

Había leído en Twitter numerosas quejas de pasajeros molestos y preocupados porque, obligados a usar los aviones comerciales por cualquier razón, habían volado absolutamente amontonados en Aeroméxico.

Pensé que tales personas exageraban, que una empresa tan respetada y querida como Aeroméxico no podía caer en tamaña irresponsabilidad.

Tristemente he comprobado que decían la verdad: en Aeroméxico agreden en cada vuelo a Susana Distancia.

No lo hacen en los vuelos internacionales, sobre todo los que vienen de Europa, porque no hay pasajeros suficientes.

Pero, me consta, en los viajes a Monterrey —me dicen que es la misma cosa en las rutas a CancúnGuadalajara— en todos los pocos vuelos programados la gente va completamente apiñada.

Volar a Monterrey hombro con hombro con otro pasajero

El fin de semana tuve que viajar de urgencia de la Ciudad de México a Monterrey por un fuerte problema personal.

Volé el sábado a la Sultana del Norte y volví ayer lunes. Los aeropuertos, tanto el capitalino como el regio, estaban vacíos. Es decir, el riesgo de contagio en las terminales era prácticamente cero.

En las salas de espera de ambos vuelos, el de ida y el de vuelta, la situación era distinta: demasiada gente sentada con cierta cercanía, pero aquí nada más faltándole al respeto a Susana Distancia, esto es, todavía sin violarla.

Dentro del avión, ¡carajo!, era absoluto el maltrato a Susana Distancia

¿Y las medidas exigidas por la autoridad?

Se supone que hay reglamentaciones estrictas. Por lo visto, Aeroméxico se las pasa por debajo de allá abajo.

Eso sí, la aerolínea exige el cubrebocas, pero ¿sirve de algo teniendo al lado, hombro con hombro, a un gordo —mucho más gordo que yo, y ya es decir—, un tipo evidentemente consumidor de refrescos y de tortas guajolotas que al dormir respiraba como rugido de león, por lo ruidoso, pero sobre todo por la halitosis?

Lo único bueno de haber volado junto al mencionado buen hombre es que, al menos en ese momento, yo no estaba contagiado porque tenía intacto —para mi mayor asquito— el sentido que la gente enferma de Covid pierde por completo, el olfato. Quizá todavía no me enfermo porque todavía huelo a tan respetable señor que quizá por miedo al coronavirus no ha podido ir al dentista a una higienización radical de la boca.

La circular

Hace tiempo, el pasado 23 de abril, Aeroméxico envió a las y los sobrecargos una circular en la que la empresa exigía respetar, honrar y tratar como reina a Susana Distancia. Es esta:

Pues bien, pregunté a la sobrecargo en jefe de uno de los vuelos por qué íbamos todos amontonados, y su respuesta fue realmente digna de Ricardo Salinas Pliego: “La empresa no quiere programar más vuelos para no perder más dinero… Pero el cubrebocas ayuda”. Ayuda, sin duda, pero la mascarilla no es milagrosa.

Pregunté si ese avión al menos tenía los filtros HEPA que Aeroméxico se comprometió a colocar en cada aeronave; ella me dijo que no estaba segura, pero que a la mejor sí. Suponiendo que los tuviera, tampoco son milagrosos si no se respeta la sana distancia.

Por cierto, en ambos vuelos llené formularios sobre mi estado de salud. El primero lo entregué al subir al avión. El segundo no me lo pidió nadie. Lo dejé por ahí con la esperanza de que alguien lo recogiera y lo entregara a los estadísticos de la Secretaría de Salud.

¿Por qué a restaurantes y cines no se les permite hacer lo mismo que a Aeroméxico?

Si los cubrebocas y los filtros HEPA son la justificación para que Aeroméxico no respete a Susana Distancia, entonces que abran restaurante y cines sin restricciones de ningún tipo, solo exigiendo a meseros y clientes las mascarillas y colocando en los establecimientos tales filtros.

Cuentas electorales pendientes 

Pero creo que la idea de la sana distancia no es esa, y Aeroméxico claramente ha caído en una conducta sancionable.

El presidente AMLO tendrá que ordenar a los doctores Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell, y aun a Marcelo Ebrard, que pongan en orden a la empresa de Eduardo Tricio, quien por cierto tiene cuentas pendientes con José Agustín Ortiz Pinchetti, titular de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales; ¿o ya exoneraron al accionista de referencia de Aeroméxico, quien fue señalado por haber presuntamente patrocinado propaganda sucia, en la campaña presidencial de 2018, contra el candidato López Obrador?

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