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AMLO, solo contra el mundo. El mercantilismo estadounidense y la batalla perdida de la 4T

“— Ya se acercan, Alteza. Y nos superan en número y armamento.
— Los números no ganan las batallas.
— No. Pero seguro que ayudan.”
Las crónicas de Narnia (película)

Propiciar las sospechas 

Empecemos por decir que las sospechas las generó la propia autoridad mexicana al evidenciar contradicciones en muchas de sus cifras —y ausencia de otras— por lo que a las infecciones y muertes de COVID-19 en México se refiere.

Los números que sí ha dado a conocer los fue construyendo el subsecretario López Gatell y su equipo de una forma tan descuidada que no parecen estar cuadrando ni siquiera con los datos enviados por entidades federativas, como es la CDMX, cuya gobernante emanó de Morena.

Las inquietudes continúan cuando diversos matemáticos e investigadores mexicanos señalan que los números no checan, y los funcionarios públicos tornan su poca claridad en altanería; vaya, no son capaces de contestar —de forma articulada y sin ofender— a periodistas que hacen su trabajo: cuestionar para poder informar.

Invitar a los cuestionamientos y a las reacciones

Las contradicciones devienen en la invitación perfecta para detonar un concierto de cuestionamientos por parte de la prensa extranjera. Tres medios internacionales más plantean que las cifras de infectados (pero, sobre todo de muertos) en México es mayor a las reportadas por López-Gatell. Entre ellos, El País, diario español ligado a las izquierdas de ese país; esto es, no se trata de un rotativo hispano conservador particularmente carente de objetividad. Las autoridades olvidan un dato importante: en sus respectivos países, la prensa ha conocido lo “taimado” del Covid y su crecimiento exponencial, lo cual hace más complicado creer en cifras sin sustento.

Así, el asunto no es si los otros países tienen razón o no en cuestionar las cifras dadas por el gobierno mexicano (probablemente eso nunca se sabrá), sino que las cifras “danzantes” de López-Gatell, el mínimo número de pruebas, el modelo Centinela mal empleado, hace muy sencillo que cualquier persona, actor, agente, empresa, institución, gobierno o interés refute lo dicho por la autoridad y de ahí se sigan con intervenir en otras muchas cosas…

Fallar en la diplomacia

Sigue, entonces, que AMLO permite que el subsecretario estrella de la 4T haga lo que ha dicho no haría: meterse en política. Pero peor, ni siquiera en política nacional, ¡sino en la internacional!

El epidemiólogo quiere hacerla de diplomático para entablar una discusión además no con cualquier país. De pronto se quiere desempeñar como negociador de la política exterior con los Estados Unidos de América… ¿La emergencia lo autoriza a tomar las funciones del canciller Ebrard?

López Obrador debe retirar de inmediato de ese frente a la SSA, pues no solo a López Gatell ni por un momento le cruza por la cabeza la noción de que fue él el que inició ese tipo de reportajes y cuestionamientos al atender a The Economist hace unos días, sino que no entiende nada sobre la historia de las relaciones México-EEUU.

Atestiguar la defensa de intereses

Hoy escribí en que nuestro presidente y en general la 4T gritan “complot” cada vez que algo les sale mal o hay fuerzas que trabajan en su contra. Más aún, que la defensa que haga otro agente, cualquiera que este sea, de sus intereses, solo es para lastimarlo a él y a su proyecto de gobierno. Por favor.

Así, para continuar con este relato, tenemos a un subsecretario que, disfrazado de diplomático, contesta a la prensa nacional y extranjera con un soliloquio digno de la mejor teoría de la conspiración: “hay un complot detrás de que cuatro medios de información internacionales cuestionen al unísono la veracidad de mis cifras”.

La preparación en el servicio exterior mexicano permite, entre otras cosas, aprender que el pueblo norteamericano (ciudadanía, gobierno, sectores diversos, empresariado) actúa siempre de una manera concertada cuando ven que sus intereses —sean estos cualesquiera— se ven afectados, disminuidos, amenazados, imposibilitados. Esta defensa que hacen de sus intereses (pasados, presentes y futuros) no es un complot tramado en las sombras; al contrario, es bastante evidente y abierto. Esto es, lo ocurrido con la prensa norteamericana no es algo que “se trae” en lo personal contra la 4T o Andrés Manuel.

Recordar un poco de historia

Un par de ejemplos para que AMLO refresque la memoria: cuando se iba a poner en marcha el TLC en enero de 1994, se gestó el levantamiento zapatista en Chiapas. La prensa estadounidense, pero también la francesa, inglesa y española, cuestionó al unísono y de forma concertada al entonces gobierno mexicano sobre la posible afectación que se hacía por parte de las autoridades y el capital empresarial mexicano a las comunidades indígenas asentadas en la región. Detrás de esas denuncias y cuestionamientos internacionales estaba, entre otras cosas, la defensa de intereses estadounidenses que se verían afectados por la entrada en vigor del Tratado. Múltiples estudios y recuentos —serios, plurales y objetivos— así lo atestiguan.

Otro caso: el escándalo de la Casa Blanca de Angélica Rivera y de Peña Nieto. Muchos diarios extranjeros (particularmente rotativos de EEUU y de Gran Bretaña) se sumaron a la “campaña” de criticar y cuestionar esa adquisición de la propiedad en cuestión por parte de la entonces primera dama. Como ahora la 4T, el gobierno peñista también había “lastimado” intereses de actores en aquellos países, y no solo de México. Estos reaccionaban.

Pero además hay una característica importante que diferencia a México de los Estados Unidos. Aquí, la prensa e incluso la iniciativa privada se ha encontrado relativamente subordinada a lo que determine el gobierno federal. En otras palabras, el control gubernamental es amplio. En EU, el balance de fuerzas entre la IP y el gobierno es más real. No pocas veces la prensa estadounidense hace y dice cosas con las que el presidente americano no está de acuerdo. De hecho, el empresariado y el gobierno de Norteamérica muchas veces juegan con México al “policía bueno y policía malo”, intercambiando posiciones a conveniencia.

En estos momentos en que se critican fuertemente las cifras del coronavirus en México, Donald Trump desempeña su papel solidario con nuestros gobierno y sociedad —ya llegaron sin problemas los primeros cargamentos de ventiladores a nuestro país—, pero esa actuación, disposición puede cambiar en cualquier momento y sin previo aviso. Queda por aclarar por qué se ha dicho que se compraron tales equipos sin intermediarios, pero al mismo tiempo parecen hechos en Suiza.

Delimitar al enemigo

El presidente AMLO le ha declarado la guerra al neoliberalismo. Lo ha dicho muchas veces y de eso hay absoluta claridad. Se puede o no estar de acuerdo con este enfrentamiento (y sus fines), pero no hay duda de que ha delineado una estrategia y establecido una visión y un objetivo (con el cual, por cierto, yo discrepo).

Los agentes que están asociados (legítima y no legítimamente) a esa corriente de la economía aplicada no morirán  —ni siquiera en México— sin dar coletazos y una muy fuerte batalla.

Por ello, que Gatell, AMLO o la 4T anuncien con sorpresa o escandalosamente la posibilidad de que haya fuerzas internas y externas que les estén dificultando llevar a cabo la Cuarta Transformación que se han planteado es francamente redundante.

Como lo es también (fútil e irrelevante) dilucidar cuáles son las fuentes de resistencia. ¿Detrás de los ataques que hay contra el sector salud mexicano se encuentran intereses de farmacéuticos nacionales, americanos, españoles que se han visto afectados, como afirma López Gatell y analiza con maestría el periodista Francisco Garfias hoy en El Excelsior? ¿Quién manipula a la prensa nacional o internacional en contra de la estrategia que sigue la 4T de combate al COVID-19? ¿Las cerveceras, los inversionistas desilusionados del sector energético en México?

Hay un sinnúmero de respuestas a estas interrogantes. La mayoría posiblemente válidas al menos en parte. No obstante, en el fondo da IGUAL.

Lo fundamental, me parece, es que López Obrador ha decidido acabar con el neoliberalismo en México y no está del todo consciente que el costo de las resistencias es mucho mayor al que ha calculado. Por lo tanto, más le valdría recalibrar adecuadamente las revoluciones que debería imprimir a su intento (dudo que se pueda concretar) de transformación.

Perder contra el capitalismo

Sin embargo, a pesar de las dimensiones de lo antes planteado, esto no es ni por mucho lo que más debiera preocuparnos de la batalla que ha decidido librar AMLO y 30 millones de mexicanos con él.

No. Lo alarmante es que nuestro presidente historiador parece no conocer lo suficiente de la historia estadounidense.

Confunde prácticas neoliberales (y de estas las que tienen un efecto negativo en las sociedades) con fundamentos y actividades mercantilistas y capitalistas. ¿Ya se dio cuenta de que no son lo mismo?

Si, al luchar contra el neoliberalismo, la 4T pretende limitar, atacar, cuestionar las prácticas netamente mercantilistas y capitalistas de la economía norteamericana (mismas que constituyen los fundamentos desde hace centurias de esa sociedad liberal) entonces le espera una no muy grata sorpresa.

Mucho me temo, al ver las expresiones de ayer en la prensa americana sobre México, que López Obrador nos ha enfrascado en una disputa que dice ser contra las malas prácticas neoliberales, pero que en el fondo es contra el capitalismo americano (todo los intereses mercantilistas y financieros gringos). Y esa batalla, señores y señoras, la perderemos a todas luces y después de pagar enormes costos.

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Ciudadano por México

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