Política y gobierno

Bolivia rompe relaciones con Nicolás Maduro y echa a sus representantes diplomáticos – Clarín

El gobierno interino de Jeanine Añez recibió este viernes un respaldo significativo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea, en medio de la batalla que mantiene internamente, al tiempo que decidió dar un giro rotundo a la política externa rompiendo relaciones con Venezuela, expulsando a sus diplomáticos, y abandonando los bloques de UNASUR y el ALBA. Una muestra de su rígido perfil ideológico, que parece ir profundizándose.

El soporte institucional que le brinda el secretario general de la OEA, Luis Almagro​, llega en un momento crítico para el gobierno interino, aunque con la condición de convocar rápidamente a elecciones. “Conversé con Jeanine Añez, presidenta del gobierno provisional de Bolivia, y le transmití el apoyo de la Secretaría General”, señala en un tuit, y para agregar que acordaron “el envío de una misión de la OEA en Bolivia para la cooperación electoral previa a las elecciones y reiteramos el llamado a la pacificación del país”.

Añez le respondió rápidamente, agradeciéndole “su reconocimiento a nuestro Gobierno de transición”, y prometió “convocar elecciones en el menor tiempo posible”.

Un dato interesante a tener en cuenta es que Almagro había dado respaldo a Evo para postularse a un cuarto mandato, pese al hecho de contradecir el referéndum del 2016 y esquivar las normas constitucionales, lo que los acercó bastante en los últimos meses. Pero después de las elecciones, cuando la auditoria de la OEA expuso las graves inconsistencias en el escrutinio, rompieron relaciones y volvieron a enfrentarse.

La representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, también expresó su aval a Añez, aunque con reservas. “El objetivo inmediato de las autoridades de transición debería ser garantizar la paz y la seguridad en el país y llevarlo a unas elecciones rápidas, en las que la voluntad del pueblo se pueda expresar libremente”, señaló.

En otro párrafo, Mogherini aclara que la UE “apoya una solución institucional que permita un liderazgo interino cuidadoso para preparar nuevas elecciones”, a fin de “evitar un vacío de poder” que podría tener “consecuencias nefastas para todo el país”.

Fortalecido con estos respaldos, el gobierno de Añez comenzó a mostrar las diferencias ideológicas que mantiene con algunos gobiernos como el de Nicolás Maduro, histórico aliado de Evo Morales, y el de Cuba.

En una conferencia de prensa convocada con insistencia, la canciller interina, Karen Longaric, anunció que rompían relaciones con el gobierno de Maduro, a cuyos diplomáticos considera responsables de incitar y armar a los grupos de choque que se enfrentaron con la policía boliviana los últimos días, y que abandonaban los bloques de UNASUR y ALBA.

En los hechos, argumentó, “el bloque (de UNASUR) ya no opera, ya no existe y no sirve”. Algo similar dijo del ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América que impulso en su momento el venezolano Hugo Chávez.

Fue especialmente dura con Maduro, al expulsar a sus diplomáticos. “Hemos constatado que venezolanos vinculados a la Embajada de Venezuela han incurrido en actos reñidos con la ley y estaban atentando contra la seguridad interna de Bolivia”, sostuvo la jefa de la diplomacia boliviana. Y señaló que “le dará el plazo correspondiente a todo el personal de la Embajada de Venezuela para que abandonen el país por haberse involucrado en asuntos internos del Estado”.

Esto ocurre un día después de la detención de 9 venezolanos con armas en el municipio de Guayaramerín, en el departamento de Beni. Según la policía, participaron en los disturbios ocurridos en el municipio de Montero y en la ciudad de El Alto.

Con Cuba también se tensó la relación debido a la detención de cuatro cubanos en El Alto con unos 700.000 bolivianos, equivalentes a 100.000 dólares. La Habana argumentó que era dinero destinado a los sueldos del personal y a los gastos de alquiler de la misión médica en La Paz.

Pero las autoridades bolivianas sostienen que esos fondos tenían como objetivo financiar la embestida contra el gobierno, que se expresa en protestas y manifestaciones.

El gobierno de Cuba exigió la liberación inmediata de su gente, y al mismo tiempo anunció el retiro de unos 700 médicos cubanos que estaban trabajando en Bolivia gracias a un acuerdo sanitario con Evo Morales.

Añez y su equipo le están dando un sesgo completamente diferente a la política externa boliviana, mucho más cercana a la del presidente de derecha brasileño, Jair Bolsonaro, con quien simpatizan abiertamente.

La Paz, enviado especial

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