El bienestar recordado
Como ya hemos visto en otros posts (aquí y aquí), nuestro cerebro posee su propia configuración, establecida en base a nuestras experiencias y sobre todo a nuestra percepción, la interpretación subjetiva de lo que nos sucede.
Nuestros pensamientos y sentimientos acerca de la idea de bienestar son también parte de nuestra configuración cerebral. El eminente Dr. Herbert Benson llama a esto el “bienestar recordado”, y durante décadas ha desarrollado estrategias que multitud de pacientes del Benson-Henry Institute for Mind-Body Medicine y el Massachusetts General Hospital han incorporado con un nivel de éxito abrumador.
Hoy sabemos, por ejemplo, que el simple acto de recordar un evento gratificante o incluso imaginar una escena teñida de amor y compasión permite que nuestros organismos liberen neuroquímicos antidepresivos.
Muchos otros científicos (Young, Pert, Lipton, Davidson…) han centrando sus esfuerzos en estudiar de forma rigurosa cómo ciertas estrategias favorecen el bienestar cuerpo-mente a través del aumento en sangre de ciertos neuroquímicos que nuestro organismo produce de forma natural (recuerda que en este post hablamos de las 4 estrategias del Dr. Schwartz).
Las investigaciones de estos profesionales conscientes, elaboradas en base a protocolos oficiales, han encontrado también ciertas inconsistencias en el enfoque psiquiátrico actual, lo que ha abierto la puerta para un cambio de paradigma en el modelo de salud mental.
A pesar de la fuerte oposición de los inquisidores de la ciencia, la regeneración de los viejos dogmas se encuentra en pleno apogeo. Recientemente el Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU, una entidad de prestigio internacional, decidió no seguir apoyando los criterios del famoso DSM-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría por considerar que este manual de clasificación y diagnóstico, a pesar de su amplio uso y reconocimiento, posee escasa validez clínica y científica.
La misma ciencia que avala los famosos psicofármacos, cuyos infames efectos secundarios son aceptados sin contemplaciones (náuseas, nerviosismo, insomnio, problemas sexuales, migrañas, alteración del pensamiento, fatiga, aumento de la frecuencia cardíaca, alteración de la presión arterial, pérdida del apetito…), también reconoce que el cuerpo humano puede crear antidepresivos naturales.