Reflexiones desde España para un México que aún puede despertar
Francisco C. De La Torre.
CDMX Mayo 2 del 2025-Cuando en España se apagó la luz, no fue solo la electricidad la que desapareció. Se desvaneció una ilusión. La ilusión de control, de progreso infalible, de dependencia ciega de lo digital, de lo inmediato, de lo artificial. La oscuridad reveló verdades que, en tiempos de confort, decidimos ignorar.
Lo que comenzó como un apagón técnico se convirtió, para muchos españoles, en un encendido emocional, humano, y profundamente real. Lo comparto porque México aún puede aprender, y evitar el mismo golpe de realidad.
1. La fragilidad de lo moderno
¿Quién lo diría? El dinero en efectivo —ese papel arrugado que parecía haber perdido su valor— volvió a ser rey. Las tarjetas, los QR, las apps… quedaron mudas. Los coches eléctricos, tan verdes en la teoría, se convirtieron en esculturas inmóviles. Y los combustibles fósiles, demonizados durante años, mantuvieron con vida hospitales, patrullas, ambulancias, generadores… hogares.
La modernidad, sin energía, no es progreso: es una trampa.
2. El espejismo digital y el valor de lo tangible
Nos dimos cuenta de algo que en México aún estamos a tiempo de ver: sin electricidad, no hay nube, ni IA, ni Zoom, ni Netflix, ni WhatsApp. Todo ese universo que parecía sostener la civilización… depende de un enchufe.
Y sin él, lo que vale es el cuaderno, la vela, el martillo, la comida física. Lo local.
Amazon se cayó. Pero la tiendita de la esquina salvó familias. El pequeño productor alimentó al pueblo. La ferretería de barrio tuvo más valor que cualquier centro comercial cerrado a cal y canto.
3. La ciudad como jaula, el campo como refugio
El apagón hizo de las grandes ciudades prisiones de concreto y vidrio. Elevadores inmóviles, semáforos caóticos, calles oscuras, miedo. En contraste, el pueblo —ese que tanto se desprecia por “atrasado”— fue refugio. Humano. Amable. Resiliente.
Allí había fuego, comida, gallinas. Y, sobre todo, comunidad.
4. El mito de la autosuficiencia tecnológica
Descubrimos que la inteligencia artificial sin electricidad es simplemente “sin inteligencia.” Que los sistemas no nos cuidan si no los cuidamos. Que un buen vecino vale más que 10,000 seguidores.
Y que los algoritmos no reemplazan el alma.
¿Y México?
México está en la línea roja. Su sistema eléctrico, con plantas viejas, sin inversión suficiente en transmisión ni respaldo confiable, ya sufre fallas. Su cobertura de agua es cada vez más frágil. Su dependencia del gas importado —80% viene de EE. UU.— lo deja expuesto.
Y, sin embargo, el país apuesta a lo contrario: centraliza, descuida, polariza. No prepara ni diversifica. No hay un plan de contingencia real.
¿Qué debemos hacer ya?
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Inversión urgente en generación y transmisión eléctrica, incluyendo renovables, gas natural y almacenamiento inteligente.
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Educación ciudadana sobre resiliencia energética: paneles solares domésticos, ahorro, y sistemas locales de respaldo.
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Plan hídrico nacional realista, que incluya captación de lluvia, tratamiento de aguas, y uso eficiente en agricultura y ciudades.
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Reforzar la vida local y comunitaria, en pueblos, barrios, ejidos.
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Equilibrar el desarrollo tecnológico con el humano. No todo es “app”; también es empatía, es cooperación, es papel y fuego.
Conclusión
España vivió un apagón. México podría vivir una catástrofe. Aún podemos cambiar de rumbo.
Porque cuando se apaga la luz, ya es tarde para prepararse.
Y la oscuridad no avisa.
El que tenga ojos, que vea.
El que tenga oídos, que escuche.
Los demás… que no digan que no fueron advertidos.
Éste artículo fue preparado por www.aimworld.ai con el apoyo de IA
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