A diferencia de un plazo fijo tradicional, estos plazos fijos se rigen por una unidad de medida creada por el Banco Central denominada “Unidad de Valor Adquisitivo” (UVA), cuyo valor se actualiza diariamente en función a la variación del CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia), basado en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), es decir, de la inflación.
Sin embargo, una de las contras es que el plazo mínimo para armar los plazos fijos UVA es de 90 días, mientras que uno tradicional pide un mínimo 30 días. Esto implica tomar el riesgo de, por ejemplo, ver un buen negocio de un día para otro y no poder aprovecharlo debido a que el dinero se encuentra congelado durante tres meses.
Para quienes deseen evitar ese tipo de situaciones, también existen los plazos fijos UVA precancelables. La particularidad de este producto es que dispone, valga la redundancia, de la opción de precancelación a partir de los 30 días.
La ventaja que poseen es que como incentivo para mantener los ahorros congelados durante el tiempo seleccionado, los ahorristas reciben la tasa de interés equivalente a la inflación más una tasa anual de 1% o 2% (dependiendo del banco), lo que permite mantener el poder adquisitivo de sus ahorros y ganarle a la inflación.
Cualquier banco, ya sea privado o estatal, y que ofrezca plazos fijos tradicionales, está obligado a ofrecer los plazos fijos UVA y precancelables, de acuerdo a la normativa del Banco Central.
Además, este ofrecimiento a los ahorristas debe ser accesible a través de todos los medios, ya sea en las sucursales con presencia física o a través de plataformas electrónicas como computadoras o teléfonos celulares.
Para solicitar uno, los requisitos necesarios son solo dos: tener una cuenta en una banco y tener un depósito de mínimo $1.000 para realizar el plazo fijo.
Luego, se deben seguir los siguientes pasos:
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