En Dubai el 90% de los habitantes son extranjeros y la inteligencia artificial tiene su propia zona franca
Francisco C. De la Torre
CDMX Octubre 14 del 2025-Dubái es una paradoja fascinante: un desierto convertido en centro global de innovación, lujo y, ahora, inteligencia artificial. Su modelo de gobierno y de impuestos desafía los moldes tradicionales: ni democracia liberal ni autocracia cerrada; ni capitalismo salvaje ni socialismo regulador. Es, más bien, una tecnocracia pragmática, diseñada para atraer talento, capital y tecnología bajo una premisa clara: si generas valor, Dubái te abre las puertas —y te cobra poco o nada.
A diferencia de sus vecinos petroleros, menos del 1% del PIB de Dubái proviene del petróleo. Su riqueza se basa en la diversificación: comercio, transporte, turismo, servicios financieros, bienes raíces y, cada vez más, tecnología e inteligencia artificial. En otras palabras, Dubái dejó de ser una economía de recursos para convertirse en una economía de ideas.
El modelo de gobierno: eficiencia sobre ideología
El gobierno de Dubái forma parte de la federación de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), una unión de siete emiratos bajo una estructura federal. Sin embargo, la autonomía de Dubái en materia económica y de desarrollo urbano es notable.
Aquí el Estado funciona como un socio de negocios, más que como un cobrador de impuestos. El liderazgo central se apoya en objetivos medibles —infraestructura, atracción de inversión, digitalización— y en políticas diseñadas para eliminar fricciones burocráticas. En lugar de subsidios, Dubái ofrece libertad regulatoria; en lugar de retórica, resultados.
La administración opera con un modelo de gestión similar al de una corporación eficiente: cada departamento público tiene metas de desempeño, presupuestos controlados y rendición de cuentas basada en resultados, no en discursos. Esa lógica ha convertido a Dubái en uno de los gobiernos más ágiles y predecibles del mundo.
Impuestos mínimos, visión global
Durante décadas, Dubái fue sinónimo de un paraíso libre de impuestos. Aunque las reformas recientes han introducido un impuesto corporativo federal del 9 % sobre las utilidades empresariales, la carga sigue siendo de las más bajas del mundo. No existe impuesto sobre la renta personal, ni sobre dividendos, ni sobre ganancias de capital.
El umbral exento para empresas pequeñas —hasta 375,000 dírhams de ganancia anual— protege a los emprendedores, mientras que las zonas francas mantienen la promesa de un 0 % de impuesto corporativo para las actividades calificadas.
Estas zonas no son un detalle administrativo: son el alma del modelo económico de Dubái. Hay más de 40, desde el Dubai Internet City hasta el Dubai International Financial Centre (DIFC), cada una especializada en un sector: tecnología, medios, logística o servicios financieros.
AI City: una nueva frontera en la economía libre
La más reciente incorporación a este ecosistema es la Dubai AI City Free Zone, una ciudad digital diseñada para ser el epicentro global de la inteligencia artificial.
Su régimen fiscal replica el espíritu de las zonas francas clásicas:
- 0 % de impuesto para empresas calificadas.
- Propiedad extranjera al 100 %.
- Libre repatriación de capital y utilidades.
- Procesos de registro simplificados, con licencias adaptadas a startups de IA, data centers y compañías de deep tech.
AI City no sólo busca atraer corporaciones globales como Google o OpenAI, sino también startups, universidades tecnológicas y fondos de capital de riesgo. En la práctica, representa una apuesta por convertir a Dubái en el Singapur de la inteligencia artificial, donde la innovación y el capital humano se concentran en un entorno fiscal ultracompetitivo.
Las multilatinas: el nuevo invitado en la mesa
Uno de los fenómenos más interesantes de esta apertura fiscal es la llegada de las multilatinas: conglomerados de origen latinoamericano que se expanden internacionalmente.
Empresas mexicanas, brasileñas, chilenas o colombianas —muchas de ellas líderes regionales— encuentran en Dubái un punto estratégico para escalar hacia Asia, África y Europa.
El término multilatina describe precisamente a estas corporaciones que, habiendo nacido en América Latina, han cruzado fronteras manteniendo raíces en la región. En Dubái encuentran estabilidad política, incentivos fiscales, infraestructura logística y un puente financiero entre Oriente y Occidente. AIM (www.aimworld.ai), la compañía que impulsa campañas globales de marketing con IA desde USA y Dubái, es un ejemplo de esa nueva ola de multilatinas tecnológicas que redefinen la globalización desde el Sur.
Un país de expatriados y oportunidades
Más del 90 % de los habitantes de los Emiratos Árabes Unidos son extranjeros, provenientes de más de 200 nacionalidades. Este dato no es una anécdota, sino un pilar del modelo.
El sistema migratorio de Dubái está diseñado para atraer y retener talento mediante visas de trabajo flexibles, residencias doradas y beneficios fiscales plenos. No hay distinción de impuestos entre locales y expatriados; todos disfrutan las mismas ventajas.
Este equilibrio permite que Dubái funcione como una economía global en red, donde los expatriados consumen, invierten y aportan conocimiento sin cargas fiscales que limiten su participación. El resultado es una fuerza laboral diversa, innovadora y altamente calificada que impulsa los sectores más sofisticados —finanzas, energía, construcción, turismo y, cada vez más, inteligencia artificial.
Infraestructura invisible: agua, energía y seguridad
La sostenibilidad de Dubái no se basa en milagros, sino en ingeniería. Casi toda el agua potable proviene de plantas desalinizadoras que convierten el agua del Golfo Pérsico en un recurso estratégico. Este sistema, basado en energía eléctrica y térmica, es una hazaña tecnológica que garantiza suministro permanente en un entorno desértico.
La seguridad pública es otro pilar. Dubái se ubica entre las ciudades más seguras del mundo, con niveles de criminalidad prácticamente nulos. La combinación de vigilancia inteligente, leyes estrictas y una cultura de respeto por el orden convierte a la ciudad en un modelo de convivencia urbana.
Todo ello, junto con un sistema energético estable y cada vez más diversificado hacia fuentes limpias, refuerza la percepción de Dubái como un entorno predecible, eficiente y confiable para vivir e invertir.
El modelo como espejo del futuro
El modelo fiscal y de gobierno de Dubái funciona como un laboratorio de política económica. En lugar de exportar petróleo, Dubái exporta modelo de gestión: eficiencia administrativa, innovación pública y pragmatismo fiscal.
Su reto será mantener el equilibrio entre atractivo fiscal y cumplimiento internacional. La adopción de un impuesto mínimo global del 15 % para grandes multinacionales a partir de 2025 refleja esa presión. Pero incluso con ese ajuste, Dubái conserva una ventaja estratégica frente a las capitales tributarias del mundo.
Conclusión: Oasis Urbano y las ciudades inspiradas en Dubái
El contrato social de Dubái no se basa en el voto, sino en la eficiencia. El Estado promete prosperidad, seguridad y oportunidades, y a cambio obtiene confianza e inversión.
Este modelo —centrado en resultados, tecnología y bajos impuestos— ofrece lecciones profundas para el mundo en desarrollo. En América Latina, proyectos como Oasis Urbano buscan replicar lo mejor de Dubái:
- Ciudades nuevas diseñadas desde cero con infraestructura sostenible.
- Educación y talento como base del desarrollo.
- Regímenes fiscales inteligentes que incentiven la inversión productiva.
- Sistemas de agua, energía y transporte limpios y seguros, inspirados en los modelos de Dubái y Corea del Sur.
- Entornos urbanos conectados y multiculturales, donde la tecnología y la convivencia impulsen el bienestar colectivo.
Inspiradas también en las experiencias de Singapur, Corea del Sur y Arabia Saudita (NEOM), las ciudades Oasis Urbano promoverán en México y América Latina polos de prosperidad basados en inteligencia artificial, emprendimiento y ética cívica.
Dubái demuestra que un país puede reinventarse sin petróleo, sin ideología y con visión. Oasis Urbano aspira a demostrar que América Latina también puede hacerlo —con talento, educación y ciudades pensadas para un futuro mejor.
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