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En Chihuahua, la represión

septiembre 17, 2020 | Por Beatriz Pagés

En Chihuahua el régimen enseñó su verdadero rostro.

La entidad se ha convertido en laboratorio de la represión nacional que viene. López Obrador ha decidido utilizar todo el poder del Estado para castigar a los agricultores que protestan por una causa justa en la presa La Boquilla.

El presidente cultiva en Chihuahua un huevo de serpiente. El mismo es el autor y propiciador del conflicto. Alteró lo dispuesto por el Tratado de Aguas Internacionales entre México y Estados Unidos al pagar por adelantado el líquido al país vecino y disponer arbitrariamente del agua ahorrada por los agricultores para el ciclo agrícola del próximo año.

Un problema que tradicionalmente se resuelve a partir de lo que señala el mismo convenio, es agravado con alevosía y utilizado perversamente por el gobierno federal con propósitos político electorales.

Desde Palacio Nacional la orden ha sido contundente: mano dura y puño cerrado contra los inconformes. El diálogo y la negociación han sido sustituidos por la presencia masiva del “ejército del presidente” —la Guardia Nacional—, por armas que ya fueron disparadas contra campesinos inocentes y por la persecución política en contra de los líderes del movimiento.

La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), que hoy hace las veces de  KGB (policía política de la Unión Soviética), ordenó a partir de un criterio estaliniano el congelamiento de las cuentas del municipio de Delicias por ser un aliado declarado de la causa de los agricultores. Una disposición que tuvo que ser cancelada en menos de veinticuatro horas por tratarse de una flagrante violación del orden constitucional y los derechos humanos de miles de habitantes.

Mientras López Obrador justifica la represión desde el “cilindrero mañanero” al decir que México está obligado a pagar la cuota de agua que debe a Estados Unidos, la Comisión Internacional de Limites y Aguas informó en julio pasado que México no debe nada y que en caso de deber algo, se cuenta con cinco años, a partir de Octubre, para poder pagarlo. Un problema que tradicionalmente se resuelve a partir de lo que señala el mismo convenio, es agravado con alevosía y utilizado perversamente por el gobierno federal con propósitos político electorales.

¿Si México no debe nada, entonces hacia dónde se está desviando el agua?

Lo que está haciendo el presidente es entregar el agua a Tamaulipas para provocar un enfrentamiento entre dos estados panistas. “Déjalos, le dijo el Titular del Ejecutivo a sus funcionarios, que se rompan la madre”.

Y López  Obrador, especializado en inyectar odio, está dedicado a atizar una vieja disputa por el agua entre los agricultores de Chihuahua y Tamaulipas con la finalidad de alterar el clima político y crear problemas a dos gobernadores que forman parte de la Alianza Federalista.

Al gobierno no le interesa resolver el problema. Por el contrario, necesita que se agrave. De ahí que Blanca Jiménez, titular de Conagua, una morenista radical de corte soviético, mantenga cerradas las puertas a los agricultores. Y no solo eso, sino que constantemente los amenaza con quitar más líquido a sus tierras si insisten en mantener tomada La Boquilla.

La 4T pretende provocar una “guerra hídrica” entre Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Los cuatro estados reciben el líquido que llega de tres ríos internacionales —el Colorado, el Tijuana y el Bravo—,  y lo reciben de manera inequitativa, lo que mantiene latente una vieja pugna.

Curiosamente esos cuatro estados son gobernados por mandatarios que forman parte de la “Alianza Federalista”, un frente común que se opone al centralismo exacerbado de López Obrador y a quien han pedido se revise el pacto fiscal para que haya un reparto más justo de los recursos recaudados.

Este bloque de gobernadores es una de las pesadillas de la Cuarta Transformación de cara a las elecciones del próximo año. Por eso, existe la intención de desestabilizarlos y el agua es utilizada como detonante de un enfrentamiento irresponsable y suicida.

De ahí las medidas verdades o mentiras absolutas que se reparten desde las mañaneras sobre el conflicto en  La Boquilla.

Javier Corral de Chihuahua; Miguel Riquelme de Coahuila; Jaime Rodríguez de Nuevo León y Francisco Cabeza de Vaca de Tamaulipas no solo deben evitar entrar al juego del presidente de la república, sino desactivar su “guerra hídrica”  al ser capaces de pactar acuerdos que impidan la confrontación entre estados y agricultores.

Chihuahua forma parte de un plan mal oliente que pretende incendiar al país para que Nerón, el causante de las llamas, pueda imponer sobre el desastre el triunfo de su partido en el 2021.

Fuente:http://www.siempre.mx/2020/09/en-chihuahua-la-represion/

 

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