Francisco C. De La Torre
Ciudad de México Julio 18 del 2025 –En un momento en que la inteligencia artificial, la transición energética y la economía del conocimiento redefinen el futuro, la educación superior enfrenta una tormenta geopolítica que podría cambiar el equilibrio global del talento. En el epicentro de esta tensión están los ataques de Donald Trump y sectores conservadores de EE.UU. contra sus propias universidades líderes, el ascenso estratégico de las universidades chinas, y el letargo educativo de sus vecinos del sur: México y Latinoamérica.
Desde su primera presidencia, Donald Trump ha lanzado ataques verbales y legislativos contra instituciones académicas como Harvard, Stanford, MIT y Columbia. Las acusa de ser “semilleros de ideología izquierdista y antiamericana”. Bajo su influencia, legisladores republicanos han propuesto recortes de fondos federales, restricciones a visas para estudiantes extranjeros y limitaciones a la autonomía universitaria.
Estas medidas no solo han debilitado el prestigio global de las universidades estadounidenses, sino que han generado una fuga de cerebros sin precedentes. Investigadores y estudiantes altamente calificados están optando por destinos como Canadá, Reino Unido, Alemania y, cada vez más, China.
Senthil Nathan, un influyente analista del ecosistema educativo global, ha advertido que EE.UU. podría perder su liderazgo si continúa esta tendencia ideológica y antiacadémica: “Los ataques a la educación son ataques al futuro económico del país. China lo entiende. Occidente parece haberlo olvidado.”
Mientras tanto, China ha incrementado masivamente la inversión en educación superior y en investigación. Universidades como Tsinghua, Fudan y Zhejiang no solo escalan en los rankings globales, sino que están atrayendo talento global con salarios competitivos, laboratorios de clase mundial y políticas estatales que favorecen la innovación.
En el último ranking de Times Higher Education, Tsinghua superó al MIT en algunas áreas de ingeniería y computación. La estrategia china es clara: convertirse en el nuevo centro mundial del conocimiento.
El TMEC (T-MEC, USMCA en inglés), firmado por México, Estados Unidos y Canadá, prometía una zona de integración económica moderna. Sin embargo, el bloque carece de una política educativa trilateral. Canadá avanza en atracción de talento internacional. EE.UU. se autoboicotea. Y México, el país más rezagado, mantiene un sistema educativo público crónicamente subfinanciado, ideologizado y desconectado del mercado global.
El resultado: cada año, decenas de miles de jóvenes mexicanos cruzan la frontera para estudiar o trabajar en EE.UU. o Canadá. La fuga de talento es una constante. Pero la verdadera tragedia es que millones más nunca tendrán esa oportunidad.
El futuro de México no se juega solo en las urnas o en las mesas de negociación comercial, sino en las aulas y laboratorios. Si EE.UU. continúa desmantelando su sistema universitario por razones ideológicas y México no actúa con urgencia, el liderazgo intelectual del siglo XXI no hablará inglés… ni español. Hablará mandarín.
Este reporte fue elaborado por www.aimworld.ai con l apoyo de IA