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Fabio Álvarez: «Actuar en Santo Estevo y ser finalista en el Premio Martín Códax son el broche de oro a la temporada»

Fabio Álvarez, pianista

El artista de Trives considera un orgullo haber participado en el Pórtico do Paraíso

La décimo sexta edición del Festival Internacional de Música Pórtico do Paraíso llega a su fin y lo hace con un concierto de clausura muy especial. Será la primera vez que el monasterio de Oseira se convierta en escenario de una de las actuaciones del certamen y la misma llega con la singularidad de ser la última actuación de The Orlando Consort en Europa. El concierto comenzará esta tarde, a las siete, en la abadía cisterciense. La edición que ahora finaliza llegó con otra grata sorpresa para los melómanos: la participación en el certamen de un prestigioso y reconocido pianista ourensano. Fabio Álvarez González (Trives, 1988) protagonizaba el concierto que se celebró el pasado domingo en el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil. La semana llegaba además con una grata sorpresa para él al figurar como finalista, en el apartado de Música Clásica e Contemporánea, en la décima convocatoria de los Premios Martín Códax.

—¿Satisfecho con la participación en el certamen?

—Más que eso. El concierto fue una maravilla y quedará grabado en mi memoria para siempre. Tocar en un entorno idílico como el claustro de los obispos de Santo Estevo, con una acústica extraordinaria, un piano de esa categoría —eligió un artesanal Yamaha S7X— y un público muy atento y muy cálido convirtieron la velada en algo excepcional.

—¿Actuar en casa conlleva una responsabilidad añadida?

—Regresar tiene siempre una parte emotiva y es una satisfacción. Ha sido un orgullo poder tocar en un festival tan importante como el Pórtico do Paraíso. Y compartir cartel con artistas de talla internacional como los que forman parte del programa de este año un placer y un honor.

—Figura entre los finalistas de los Premios Martín Códax da Música. ¿Es profeta en su tierra?

—He tocado en grandes salas y en festivales internacionales por todo el mundo. Tenía pendiente participar en un proyecto tan potente como el Pórtico do Paraíso y mi sueño se ha cumplido. Además, me comunican que soy finalista en los Martín Códax, lo cual ya es un broche de oro para la temporada. Me premien o no, me siento más que satisfecho y reconocido en casa.

—Dedicó su primer trabajo, «Musical Zodiac», al compositor americano George Crumb y el segundo hace referencia a la presencia abrumadora de Philip Glass en Nueva York. ¿Trabaja en algún nuevo proyecto?

—Ahora llegamos al final del ciclo de conciertos y es la época de descansar. Respecto a las propuestas de futuro sí que trabajo en una nueva iniciativa. A diferencia de los discos anteriores no será sobre compositores americanos. Se centrará en la música actual. Será diferente y creo que va a gustar. Mi previsión pasa por tenerlo editado a mediados del 2024.

—Comentó en alguna ocasión que la función actual del cedé es más testimonial que otra cosa.

—Obviamente el mundo del disco ha cambiado radicalmente en los últimos años. Aunque por otra parte también hay que reconocer que tiene varias facetas. Además de servir de presentación de tu trabajo es un legado físico, y digital, que quedará para siempre —para bien o para mal— y cumple la función de mostrar tus proyectos al mundo. Puedo hacer solo uno o dos conciertos con un programa determinado, pero si lo grabo quedará preservado para siempre y no se perderá ese trabajo. Y luego están los medios de comunicación y las revistas especializadas, para los que juega un papel importante. Y los melómanos, para quienes sigue teniendo un valor especial, como los libros en papel para los lectores. En este último apartado también tiene un interés añadido: en el disco de Crumb, por ejemplo, se incluía un pequeño libro con imágenes y una entrevista exclusiva mía. Algo a lo que no se puede acceder de no tener el disco físico.

—Los elogios unánimes a su trabajo son una constante en la crítica especializada y cuenta con varias distinciones.

—Los premios son siempre bienvenidos y constituyen una sorpresa. Ayudan un montón de cara al futuro y sirven para confirmar que ha valido la pena el esfuerzo y que lo estás haciendo bien.

«Debemos reivindicar a las compositoras, hay una generación brillante»

La crítica y las revistas especializadas coinciden en relación al trabajo y el brillante futuro que le espera al pianista de Trives. George Crumb (1929-2022) lo invitó a su casa para preparar el primer proyecto discográfico de Fabio Álvarez y se refirió a él como «un pianista con excelente técnica y visión artística». Afincado en Madrid desde su regreso, compagina su faceta como concertista y su participación en el circuito de festivales internacionales con su actividad docente.

—¿Dónde imparte clases?

—No estoy en ninguna institución o centro docente. Soy un pianista autónomo e independiente, es como mejor disfruto de la pedagogía. Es el modelo que se usa mucho en Estados Unidos y el que más se adapta a lo que yo quiero. No entiendo la interpretación sin la pedagogía, para mí las dos cosas van de la mano. Tengo varios alumnos de diferentes niveles —preparan accesos a cursos de conservatorios superiores, máster y otras convocatorias— a los que les interesa recibir mis consejos. Es una satisfacción.

—Siempre se ha manifestado en contra de la estigmatización de la música contemporánea. ¿Cuál es el problema?

—Hay un prejuicio que parte de la falta de conocimiento. A veces la gente categoriza la música contemporánea como si fuera solo un tipo de música, cuando dentro de la misma hay muchos estilos. Como no todo el cine es lo mismo. Cada día hay más piezas y nuevos autores, y compositoras que vienen con mucha fuerza. En todo esto hay dos responsables. Los programadores deben tener otra visión de la música contemporánea, como hacen en el Pórtico do Paraíso, y los compositores han de poner en valor su trabajo porque cada día salen cosas nuevas. Y debemos reivindicar a las compositoras, porque hay una generación brillante.

Influencia materna, formación en Nueva York y cultura japonesa

Fabio Álvarez González acabó siendo un pianista de proyección internacional por influencia materna. Y nada tiene que ver dicha realidad con una idea preconcebida o una intencionalidad. Su madre había empezado a cursar estudios de piano y al niño de seis años que andaba enredando por el domicilio familiar empezó a atraparlo aquel sonido. Y fue entonces cuando comenzó a jugar con las teclas. Con el paso de los años se amplió el espectro con lo que había a mano en Trives en lo que a la oferta de enseñanzas musicales se refiere: la gaita y la guitarra incrementron el abanico de posibilidades. La siguiente parada fue el Conservatorio de Ourense. Tenía 17 años y sus sueños se fueron cumpliendo: deseaba ir al Musikene, en Donostia, y a Nueva York. Fue seleccionado para cursar su máster en la Manhattan School of Music entre tres mil aspirantes. Tuvo que aplazar un año su viaje, por cuestiones económicas, pero la campaña para recaudar el dinero que necesitaba dio sus frutos y allá se fue.

—¿Cómo fue ser director musical en una iglesia de Harlem?

—Espectacular. Tocaba el piano, el órgano y dirigía el coro. Gospel, temas religiosos y otras músicas son una constante entre las piezas que se pueden escuchar en estos lugares. En Estados Unidos las iglesias juegan un papel muy importante y grandes músicos y cantantes profesionales se acercan regularmente a actuar en las mismas.

—¿Qué le animó a regresar?

—Fue una experiencia maravillosa y un sueño cumplido. Increíble contar con los proferores que tuve y la gente que conocí. Es un lugar con una energía fuera de lo común que te abre la cabeza y en la que no paras. Amo mucho la ciudad de Nueva York y es el escenario ideal para luchar por tus sueños. Decidí volver, después de pasar allí siete años, porque no podía atender los proyectos que me llegaban de toda Europa. Hace dos años que regresé y estoy muy contento de cómo me han ido las cosas.

—¿La música lo ocupa todo?

—Me gusta mucho hacer deporte, más que por estética por salud mental y por liberar la cabeza. Me fascina la cultura japonesa, tengo medio cuerpo tatuado, quiero viajar a Japón y estoy aprendiendo el idioma nipón.

Quién soy.

«Una persona que lucha por sus sueños. Lo que me ha definido siempre ha sido el esfuerzo y el empeño que he puesto para cumplirlos. Con trabajo y constancia en todo momento».

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