Joven aprovecha su formación para auxiliar tras sismo del 19S

Espeleólogo por mera distracción, Emmanuel recordó que, como parte de sus conocimientos dentro de esta actividad, están los primeros auxilios, rescate de personas y análisis de la estructura de oquedades; ante la situación, de inmediato colaboró 

 Paulina Silva

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Emmanuel Sotomonroy, espeleólogo, no dudó en aprovechar su formación para auxiliar tras el sismo. Foto: Pavel Jurado

Eran las 13:14 horas del 19 de septiembre de 2017, Emmanuel Soto Monroy pensó que la alerta que acababa de escuchar era un segundo simulacro, pues el movimiento telúrico, al menos en Coacalco, Estado de México, fue imperceptible; lo que no pudo evitar fue encender la televisión y percatarse de la magnitud del daño de un sismo que sí existió.

Espeleólogo por mera distracción, Emmanuel recordó que, como parte de sus conocimientos dentro de esta actividad, están los primeros auxilios, rescate de personas y análisis de la estructura de oquedades; ante la situación, de inmediato, supo que esto le ayudaría a rescatar a las personas que hubieran quedado atrapadas bajo los múltiples derrumbes.

Me fui a Xochimilco (San Gregorio Atlapulco) y ahí estuve varios días. En cuanto llegué, me enfrenté con la tarea más impactante: Remover un cuerpo. Era una chica de 20 o 30 años que ya la habían sacado de la casa, pero quiso regresar por unos objetos de valor personal y la casa se le cayó encima”, recordó.

A sus 23 años, Emmanuel aprendió la primera moraleja dentro de toda la catástrofe: “Lo material va y viene, yo entiendo que hay cosas de valor sentimental, pero yo creo que eso se tiene que quedar aquí, desgraciadamente la vida no se puede recuperar”, aseguró Emmanuel.

Sin embargo, no fue el único, ya que un equipo de diez amigos suyos e integrantes del grupo Espeleología 3.0 acudieron a éste y otros puntos de la Ciudad de México para ayudar en lo que se pudiera, sin esperar nada a cambio, sin saber siquiera si iban a regresar con vida a sus casas; el único objetivo era ayudar.

Yo no conocía a todas las personas con las que trabajé y ayudé, yo no los conocía, es más, ni siquiera tengo idea de cómo se llamaban, pero, aunque suene un poco cursi, lo único que nos unía en ese momento era ser mexicanos y querer ayudarnos entre nosotros”, indica.

Había salido con todo su valor, un casco, su overol de espelología y con sólo cuarenta pesos en el bolsillo, pues las prisas no le permitieron pensar en llevar más dinero, pero los cuatro días que permaneció en San Gregorio Atlapulco, pudo sobrevivir de la caridad de la gente, que llevaba comida y agua para los voluntarios.

Un año después de haberse enfrentado con la muerte, el caos, la tragedia, tristeza, y de haber experimentado la unión de los mexicanos, Emmanuel sabe perfectamente que un sismo puede ocurrir cualquier día, por lo que es recomendable participar seriamente en los simulacros, fomentar una cultura de la prevención y hacer un sencillo ejercicio.

Que en tu casa apagues la luz totalmente cuando esté oscuro y veas si conoces tu casa, si sabes cuántos pasos tienes que caminar para llegar a una puerta, a la entrada o a un lugar de seguridad, que hagamos ese ejercicio”, recomienda Emmanuel a un año de la tragedia.

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