Salud y Comida

La ausencia de buenos padres y sus consecuencias en la salud mental de los niños

“Existen diferentes tipos de maltrato infantil, incluyéndose desde situaciones de negligencia en el cuidado de las necesidades más básicas del niño como la higiene, la alimentación o el cuidado emocional, hasta los casos más extremos, y afortunadamente menos frecuentes, incluyen el abuso físico, sexual y psicológico; el maltrato infantil se produce habitualmente en el entorno familiar y, en general, son situaciones relativamente crónicas vividas por el niño durante periodos prolongados de tiempo”, explica la profesora de la Universidad de Barcelona e Investigadora del Centro de Investigación en Red de Salud Mental (CIBERSAM) del Instituto de Salud Carlos III, Lourdes Fañanás, enmarcada en su ponencia “Maltrato en la infancia y trastornos psiquiátricos: mecanismos neurobiológicos y epigenéticos”.

Se calcula que en los países desarrollados entre el 4 y el 16% de los niños reciben maltrato físico (entre el 5 y 10% abuso sexual en niñas, y 5% abuso sexual en niños),  y más de un 12% negligencia psicológica; además, la mayoría de estos abusos suelen suceder en el propio ámbito familiar.

“Estamos empezando a comprender cómo estas experiencias dejan una huella neurobiológica que afecta a la respuesta futura al estrés psicosocial en la vida adulta”, explica la experta. “Existen mecanismos epigenéticos (cambios sobre el ADN) que modifican la capacidad de algunos genes para expresarse adecuadamente cuando el sujeto se enfrenta a una situación de estrés emocional, y en estos casos la persona tendrá más dificultades para regular su sistema biológico y más probabilidad de desarrollar depresión y otros trastornos.”  “Los seres humanos necesitamos el entorno social y las relaciones afectivas para desarrollar una vida plena y sana, y para ello es fundamental una buena infancia, ya que somos una especie diseñada por la evolución para tener buenos padres, y la ausencia de éstos puede tener importantes consecuencias en la salud física y mental”, afirma rotundamente.

Dependiendo del periodo del desarrollo del niño en el que  tenga lugar la experiencia de maltrato, así como de su naturaleza (abuso o negligencia), las consecuencias neurobiológicas y su repercusión sobre la salud mental del niño  pueden ser diferentes.

Además, “no todos los niños maltratados desarrollarán trastornos graves de conducta o enfermedad mental, ya que se ha demostrado que en algunos casos los niños son capaces de integrar biológicamente y psicológicamente estas experiencias”. Por ejemplo, no todos los niños que han sufrido maltrato desarrollan conductas violentas o de maltrato en la vida adulta, aunque lo más común es constatar que las personas maltratadoras lo hayan sido también en su infancia”.

Pero no se trata sólo de trastornos mentales o de la conducta los asociados al trauma infantil, como se piensa comúnmente, sino que también son frecuentes los problemas metabólicos como obesidad, enfermedades cardiovasculares, problemas musculo-esqueléticas y otras enfermedades crónicas.

Los diferentes trastornos y su manifestación dependerán del tipo de abuso,  ya que si el niño sufre de forma muy puntual un abuso violento desarrollará estrés post-traumático.  Sin embargo, si el abuso es continuo y leve o sutil desarrollará trastorno de ansiedad, y al entrar en la adolescencia presentará riesgo de suicidio, adicción a sustancias etc.

Sin embargo, la experta es positiva, ya que, tal y como señala, “estos trastornos se curan”. La explicación es que, “la plasticidad del cerebro es muy grande y la capacidad de recuperación de los niños es tan grande que si reciben el tratamiento clínico y psicológico adecuado y se le reubica en un buen entorno familiar el niño se recupera”.

Por ello lo más importante es la identificación precoz de los niños expuestos a algún tipo de maltrato. En estos casos la Dra. Fañanás afirma que suele ser el sistema escolar quien suele dar la voz de alarma ya que suele ser reconocido por cambios bruscos de conducta y otras evidencias; también el sistema sanitario, normalmente en las urgencias pediátricas, donde el personal está preparado para esta identificación, activándose  los protocolos del sistema para la protección del niño. En otras ocasiones son los familiares o amigos los que identifican la situación.

Las terapias en estos casos pueden ser diferentes, pero por lo general, una vez que se identifica el cuadro clínico que presenta el niño empieza el tratamiento, trabajando de manera conjunta psiquiatras y psicólogos, a veces con el niño sólo y otras con familiares o familias de acogida.

“Lo que está claro es que cuanto antes se detecte el problema y antes empiece el tratamiento más capacidad de recuperación habrá, y es por ello que ante la menor evidencia hay que activar el protocolo”,  finaliza la experta.

Source

http://www.siquia.com/2015/03/la-ausencia-de-buenos-padres-y-sus-consencuencias-en-la-salud-mental-de-los-ninos/

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