“Para el amor no hay edad”. Quizás esa sea la mejor frase para resumir la vida cruzada entre José Tiburcio Carreño y el fútbol. A los 48 años, Carreño sigue “pateando” las canchas de la Liga Tucumana. Con buenas actuaciones, con experiencia, con trabajo, con enjundia y con la inteligencia que le entregó el paso de los años, silencia una que otra crítica. “No existen grandes diferencias con los más jóvenes”, advierte el futbolista oriundo de Santa Ana con una sonrisa que lo dice todo: su felicidad es correr detrás de una pelota. En este 2023, transita la temporada número 32 en su carrera. Carreño pasó muchas cosas dentro de las canchas: alegrías, festejos, tristezas, incidentes, y más; mucho más. Hoy, con toda esa experiencia encima, asegura que dedicarse al fútbol fue una de las mejores decisiones que tuvo en su vida. “Siempre quise jugar a la pelota. Cuando era chico soñaba con salir campeón y viajar por otras provincias. Me acuerdo que no quería ir a la escuela porque sólo pensaba en jugar. Siempre me ha encantado este deporte y soy un bendecido por poder seguir practicándolo a mi edad”, dice mientras recuerda sus inicios, allá por 1991, en su queridísimo San Lorenzo de Santa Ana. “Empecé a jugar cuando tenía 16 años. Me acuerdo que jugué dos partidos en las inferiores y ahí nomás pasé directamente a Primera”, indica el defensor que tras años de recorrido por diferentes clubes, decidió volver al lugar en el que su historia futbolística comenzó. Carreño escribió su mejor historia a 28 kilómetros de su querida Santa Ana. “Creo que en Concepción fue el lugar en donde mejor expuse mi nivel. Estuve allí como 10 años, y viví momentos maravillosos. Llegué a jugar el Argentino ‘A, y gracias a ello pude conocer varias provincias como Formosa, San Juan, Catamarca, Salta, Jujuy y Córdoba”, recuerda el rocoso defensor, que juega de zaguero central o de lateral. En aquellos tiempos, José conoció a su gran compañera, Nancy , quien terminaría por transformarse en su principal sostén. “Siempre lo apoyé para que siga con su pasión. Lo acompañé por varias provincias y, obviamente, hubo momentos buenos y otros no tanto. Hoy su hija lo sigue a todos lados y creo que es su ídolo máximo”, comenta Nancy, que define a su esposo como una persona ultra disciplinada. “Una vez teníamos la fiesta de 15 años de una de sus sobrinas, y decidió no ir porque al otro día tenía que jugar. Siempre priorizó el fútbol y es por eso que al día de hoy puede seguir en actividad. Eso sí; siempre le decimos que tenga cuidado con los golpes, que se cuide. Pero queremos que él siga jugando porque eso lo hace feliz. El fútbol es gran parte de su vida”, agrega. Que Carreño pueda seguir jugando en una profesión que tiene fecha de vencimiento, se explica en varios motivos. “Yo nunca sufrí lesiones de gravedad. Además, no tomó, no fumó y tampoco trasnocho; creo que eso fue fundamental para que pudiera jugar tantos años”, indica el defensor, que durante la mañana trabaja arduamente para poder llevar el pan a su mesa. “Trabajo en la comuna y hago mantenimiento. Eso durante la mañana; después, a la tarde voy al club a entrenar”, asegura. Más allá de su amor por la número 5, hubo ocasiones en la que, por razones de fuerza mayor, debió dejar de lado su pasión. “Como vivimos a la par de Río Chico, convivimos con el peligro de las inundaciones. Una vez me pasó que, estando en una concentración en Santiago del Estero, tuve que pedir permiso para volver al pueblo porque había llovido torrencialmente. Cuando llegué, el río había arrasado con todo. Era un mar; una pena porque mucha gente había perdido todo lo que tenía”, cuenta. Si bien para muchos de sus compañeros es un ejemplo y un referente, José siempre se lleva una que otra crítica por su edad. Sin embargo, su entrenador Juan Pablo Aguirre , asegura que su aporte al equipo es indescriptible. “Una vez jugamos un partido de local y lo que me llamó mucho la atención fue que la gente le gritaba que se retire, que no juegue más. Justo tiran un centro y él mete un gol. ‘Por eso lo pongo’, le dije al que me reclamaba que lo sacara. Además, es impresionante lo que corre y lo que juega. Sus compañeros lo respetan y aprenden constantemente de él”, comenta el DT “coreano”. Pese a su gran voluntad para seguir entrenando y rindiendo, las dudas sobre su continuidad deportiva siempre están presentes en sus pensamientos. “A veces pienso cuándo voy a dejar de jugar. Mi familia me dice que me cuide porque los golpes son cada vez más duros. Pero siempre me apoyan y me instan a seguir jugando”, confiesa, dejando en claro cuál es el motivo que lo impulsa a mantenerse en actividad. “Veo a los chicos que están empezando y es algo que me da más ganas. Trato de aconsejarlos y de brindarles un poco de mi experiencia para que puedan llegar a Primera. Creo que ese es mi rol dentro del equipo”. Carreño disfruta de ese sueño que acunó desde que era muy pequeño. Mira hacia atrás, se siente reconfortado por todo lo vivido, y es consciente de que jugará hasta que le den las piernas; por amor por la pelota y ganas de seguir dentro de una cancha le sobran.
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