Francisco C De La Torre
En su segundo sexenio al frente del país —ahora bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum— el proyecto político de Morena enfrenta una paradoja estructural: ha logrado consolidar apoyos populares con programas sociales masivos y una retórica de justicia social, pero lo hace sobre una base fiscal y productiva cada vez más limitada. ¿Cuánto tiempo puede sostenerse un modelo que redistribuye más de lo que produce, sin una transformación profunda del aparato económico e institucional?
El modelo morenista está asentado en tres ejes: programas sociales universales, fortalecimiento de empresas estatales (como Pemex y CFE), y concentración de poder en el Ejecutivo. Aunque ha mantenido cierta estabilidad macroeconómica, lo ha hecho sin detonar inversión ni innovación, sacrificando instituciones autónomas y debilitando contrapesos democráticos.
Mientras tanto, las proyecciones del FMI para 2025 anticipan una contracción del 0.3% del PIB y un crecimiento de la deuda pública al 60.7% del PIB, lo que presiona el financiamiento de los programas sociales y eleva el riesgo de recortes o endeudamiento insostenible.
El modelo recuerda experiencias en Argentina, Bolivia o Venezuela, donde políticas distributivas sin reformas estructurales derivaron en crisis fiscales, inflación y polarización. En todos los casos, la sostenibilidad del modelo dependió de ingresos extraordinarios (commodities, petróleo, auge exportador), que hoy no acompañan a México.
Sin una reforma fiscal profunda ni crecimiento económico acelerado, el modelo de Morena podría mantenerse no más de 2 a 4 años antes de enfrentar una crisis de financiamiento o credibilidad. La combinación de déficit fiscal creciente, baja productividad, envejecimiento poblacional y presión sobre pensiones obliga a actuar con urgencia.
Ante este panorama, es crucial que los partidos de oposición se modernicen, conecten con la ciudadanía —especialmente jóvenes y clases medias urbanas— y presenten propuestas claras para:
Reencauzar el modelo de desarrollo hacia uno productivo y sostenible.
Promover una reforma fiscal progresiva y eficiente.
Recuperar el equilibrio de poderes mediante un avance en el Congreso en 2026, restaurando contrapesos democráticos que hoy están debilitados.
Impulsar la digitalización del Estado, inversión en innovación y talento, y energías limpias.
La elección intermedia de 2026 será crítica para definir si México sigue en una ruta de concentración del poder o si inicia una transición democrática hacia un modelo sostenible, con crecimiento e inclusión reales.
El modelo de Morena no es necesariamente inviable, pero requiere reformas profundas y voluntad de corregir excesos y errores. Si no se hace, el país podría enfrentar una implosión política y fiscal antes del fin del sexenio. La oposición tiene una oportunidad histórica de evitarlo, si se renueva, se une y presenta una alternativa moderna y viable. Éste artículo fue elaborado por con el apoyo de
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