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La reconquista

Sergio Aguayo

en REFORMA

04 Mar. 2020

 

La opinión pública soslaya, a veces, asuntos fundamentales. Es el caso con la renovación de cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE).

El INE quiso ser águila y terminó como ave de corral. En 2003, los partidos corrieron a todos los consejeros que, creyéndose independientes, habían aprobado multas considerables a los partidos responsables de hacer transferencias ilegales de dinero a las campañas presidenciales del año 2000. En concreto, los Amigos de Fox y el Pemexgate.

Desde entonces, la máxima autoridad electoral ha estado integrada por consejeros bien portados, que se concentran en dar credenciales, poner urnas y contar votos. Para disimular, siempre hay uno o dos consejeros independientes, pero la institución ha dejado avanzar el inexorable deterioro en la calidad de las elecciones y de los partidos. Es enorme la cantidad de carencias acumuladas.

La inseguridad preocupa muchísimo a la ciudadanía. Una de las causas tras el crecimiento de los cárteles es la indiferencia de las autoridades electorales (federales y locales) ante su creciente presencia en las elecciones. Aumentan las regiones donde el “jefe de plaza” decide quiénes pueden ser candidatos, mientras los enviados de las bandas recorren el país invirtiendo grandes cantidades de dinero en campañas, para exigir, después de la toma de posesión, cargos, contratos de obra pública y hasta un porcentaje fijo del presupuesto.

El país gasta fortunas en organizar elecciones y financiar partidos y tanto dinero le ha quitado filo y brillo a nuestra democracia. La riqueza empobreció el debate de ideas; en su lugar, se ha generalizado el reparto masivo de despensas y tinacos, la compra de votos y el manoseo de los programas sociales. Entretanto, los “convenios de publicidad” degradan la manera como algunos medios de comunicación cubren los comicios.

Nuestra vida pública se ha llenado de simuladores en busca de altos salarios y rápido enriquecimiento. Las dirigencias se eternizan en los cargos y bloquean los accesos al servicio público, empobreciéndose la calidad de la administración. Ilustro lo antes dicho con un detalle aparentemente trivial: las corbatas de Arturo Escobar, líder del Partido Verde desde hace muchos años. Desde su alianza con Morena, Escobar cambió el verde por el rojo, los azules (a veces claro, en ocasiones obscuro) y, zalamero, hasta se puso una casi igual al color guinda de Morena.

La semana pasada relanzaron su periódica y oportunista campaña a favor de la pena de muerte y Escobar volvió a colgarse el verde intenso; señal de que salen a buscar votos para luego subastar sus servicios al mejor postor. El Verde es un mercenario del ecologismo y un paria del ambientalismo internacional; pudo perder el registro, pero sobrevivió por la actitud timorata del INE de Lorenzo Córdova.

La ciudadanía desprecia a los partidos y, algunos de ellos, parecieran buscar formas para reducir la animadversión. Morena encabezó una medida notable: elegir a un Comité Técnico Evaluador (cuatro mujeres y tres hombres) que cribará las 390 solicitudes recibidas; elegirá 20 candidaturas que enviará a los partidos para la selección final de cuatro nuevos consejeros. Es un Comité de excelente historial y nivel intelectual; incluido el polémico John Ackerman, una autoridad en órganos electorales que, por el bien de su causa (la 4T), debería recuperar su rigor académico y reducir, para este encargo al menos, el tono propagandístico que resta seriedad a sus planteamientos.

Si prospera la iniciativa del Presidente y de Morena de reducir el monto de las prerrogativas y eligen consejeros en función de su capacidad y convicción, existe la esperanza de que inicie la transformación del INE. Dada la magnitud del deterioro democrático, necesitamos una autoridad electoral versada en la organización de elecciones, sí, pero dispuesta a organizar terapias de rehabilitación para unas elecciones y unos partidos embriagados de simulación y dinero y desconcertados sobre qué hacer con la violencia.

Necesitamos elecciones limpias y confiables a las cuales concurran partidos que abanderen causas que representen con seriedad a los electores. En pocas palabras, se trata de reconquistar al INE para la causa democrática.

 
Colaboró Zyanya Valeria Hernández Almaguer.

 
@sergioaguayo

Fuente:https://www.reforma.com/la-reconquista-2020-03-04/op175416?pc=102

 

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