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Lección 3 – DEL MISTERIO A LA REVELACIÓN – Para el 18 de enero de 2020 | Escuela Sabatica Para Maestros

DEL MISTERIO A LA REVELACIÓN

Sábado 11 de enero_____________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 2:1–16; Hechos 17:28; Daniel 2:17–49; Salmo 138; Juan 15:5; Deuteronomio 32:4; 1 Pedro 2:4.

PARA MEMORIZAR:

“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría” (Dan. 2:20).

En las aguas alrededor de Groenlandia hay icebergs de muchos tamaños. A veces, los pequeños témpanos de hielo se mueven en una dirección mientras que sus contrapartes masivas fluyen en otra. Lo que sucede es que los vientos de la superficie conducen a los pequeños, mientras que las enormes masas de hielo son transportadas por profundas corrientes oceánicas. Cuando consideramos el surgimiento y la caída de las naciones a lo largo de la historia, es similar a explicar los vientos superficiales y las corrientes oceánicas. Los vientos representan todo lo cambiante e impredecible, al igual que la voluntad humana. Pero existe otra fuerza que obra simultáneamente con estas ráfagas y vientos que incluso es más poderosa y muy similar a las corrientes oceánicas. Es el movimiento seguro de los propósitos sabios y soberanos de Dios. Como dijo Elena de White: “Pero, como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora” (DTG 23). Daniel 2 muestra que es el Dios del cielo quien en realidad impulsa la historia humana a su gran final.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

He aquí el cautivo judío, sereno y dueño de sí mismo, en presencia del monarca del más poderoso imperio del mundo. En sus primeras palabras, rehúsa aceptar los honores para sí, y ensalza a Dios como la fuente de toda sabiduría. A la ansiosa pregunta del rey: «¿Podrás tú hacerme entender el sueño que vi, y su declaración?» contestó: «El misterio que el rey demanda, ni sabios ni astrólogos ni magos ni adivinos lo pueden enseñar al rey. Mas hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer a cabo de días».

En los anales de la historia humana, el desarrollo de las naciones, el nacimiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas de los hombres; y en cierta medida los acontecimientos se dirían determinados por el poder, la ambición y los caprichos de ellos. Pero en la Palabra de Dios se descorre el velo, y encima, detrás y a través de todo el juego y contrajuego de los humanos intereses, poder y pasiones, contemplamos a los agentes del que es todo misericordioso, que cumplen silenciosa y pacientemente los designios y la voluntad de él… (Conflicto y valor, p. 250).

La historia de las naciones nos habla a nosotros hoy. Dios asignó a cada nación e individuo un lugar en su gran plan. Hoy los hombres y las naciones son probados por la plomada que está en la mano de Aquel que no comete error. Por su propia elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus propósitos

Al unir un eslabón con otro en la cadena de los acontecimientos, desde la eternidad pasada a la eternidad futura, las profecías que el gran YO SOY dio en su Palabra nos dicen dónde estamos hoy en la procesión de los siglos y lo que puede esperarse en el tiempo futuro. Todo lo que la profecía predijo como habiendo de acontecer hasta el momento actual, se lee cumplido en las páginas de la historia, y podemos tener la seguridad de que todo lo que falta por cumplir se realizará en su orden.

Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que habían de preceder su venida: «Y oiréis guerras, y rumores de guerras… Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares». Mateo 24:6,7…

La Biblia, y tan solo la Biblia, presenta una visión correcta de estas cosas. En ella se revelan las grandes escenas finales de la historia de nuestro mundo, acontecimientos que ya se anuncian, y cuya aproximación hace temblar la tierra y desfallecer de temor los corazones de los hombres (Profetas y reyes, pp. 393,394).

LA INMANENCIA DE DIOS

Lee Daniel 2:1 al 16. ¿Qué crisis enfrentan los hebreos debido al sueño que el Señor le da al rey?

Daniel 2:1-16

1 En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño.  Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey.  Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño.  Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación.  Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares.  Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación.  Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación.  El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido.  Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación.  10 Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo.  11 Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. 12 Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. 13 Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos. 14 Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15 Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. 16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.

Los sueños eran cosa seria en el mundo antiguo. Cuando un sueño parecía premonitorio, a menudo indicaba un desastre inminente. Por lo tanto, es comprensible que Nabucodonosor esté tan ansioso por un sueño que –para hacer las cosas aún más inquietantes– ya no puede recordar. Los expertos babilónicos creían que los dioses podían revelar la interpretación de los sueños, pero en el caso de este sueño en Daniel, no hay nada que los expertos puedan hacer porque el rey ha olvidado el sueño. Si se les transmitiera el contenido del sueño, llegarían a una interpretación para complacer al rey. Pero, en esta situación sin precedentes, cuando los expertos en sueños no pueden decirle al rey de qué trata su sueño, se ven obligados a admitir que “no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne” (Dan. 2:11).

Abrumado por la frustración, el rey manda que todos los sabios de Babilonia sean asesinados. Esa atrocidad no era extraña en el mundo antiguo. Las fuentes históricas atestiguan que, debido a una conspiración, Darío ejecutó a todos los magos, y Jerjes mató a los ingenieros que habían construido un puente que se derrumbó. Cuando Nabucodonosor emite su decreto, Daniel y sus compañeros acababan de terminar sus estudios y de ser admitidos en el círculo de expertos del rey. Por esta razón, el decreto de muerte emitido por el rey también se aplica a ellos. De hecho, el idioma original sugiere que la matanza comenzaría de inmediato, y Daniel y sus amigos serían ejecutados seguidamente. Pero Daniel, “sabia y prudentemente” (Dan. 2:14), se acerca a Arioc, el hombre a cargo de llevar a cabo las ejecuciones. Al final, Daniel solicita tiempo al rey para resolver el misterio del sueño. Curiosamente, aunque el rey acusó a los magos de tratar de ganar “tiempo”, de inmediato concede el “tiempo” que Daniel solicita. Daniel por cierto concuerda con los magos en que ningún ser humano puede resolver ese misterio, pero el profeta también conoce a un Dios que puede revelar el contenido y la interpretación del sueño.

Los teólogos hablan de la “inmanencia” de Dios: aunque Dios es diferente de la Creación, aun así puede estar muy cerca de ella. ¿Qué nos enseña el hecho de que él le haya dado un sueño al rey Nabucodonosor acerca de cuán inmanente puede ser Dios para nosotros? (Ver además Hech. 17:28.)

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Daniel buscó al Señor cuando salió el decreto de matar a todos los hombres sabios del reino de Babilonia porque no podían relatar o interpretar un sueño que se había ido de la mente del rey.

Nabucodonosor requería no solo la interpretación del sueño, sino el relato del mismo… Ellos declararon que el pedido del rey… implicaba una prueba que jamás se había requerido de ningún hombre. El rey se puso furioso, y actuó como todos los hombres que poseen gran poder y a su vez están poseídos por pasiones incontrolables. Decidió que todos fueran muertos, y como Daniel y sus compañeros se encontraban entre ellos, tenían que participar de su destino (Conflicto y valor, p. 251 ).

La fe absoluta del profeta [Jeremías] en el propósito eterno de Dios de sacar orden de la confusión, y de demostrar a las naciones de la tierra y al universo entero sus atributos de justicia y amor, le inducían ahora a interceder confiadamente por aquellos que se desviasen del mal hacia la justicia.

Pero Sión estaba ahora completamente destruida y el pueblo de Dios se hallaba en cautiverio…

Los sombríos años de destrucción y muerte que señalaron el fin del reino de Judá, habrían hecho desesperar al corazón más valeroso, de no haber sido por las palabras de aliento contenidas en las expresiones proféticas emitidas por los mensajeros de Dios. Mediante Jeremías en Jerusalén, mediante Daniel en la corte de Babilonia y mediante Ezequiel a orillas del Chebar, el Señor, en su misericordia, aclaró su propósito eterno y dio seguridades acerca de su voluntad de cumplir para su pueblo escogido las promesas registradas en los escritos de Moisés. Con toda certidumbre realizaría lo que había dicho que haría en favor de aquellos que le fuesen fieles. «La palabra de Dios… vive y permanece para siempre». 1 Pedro 1:23 (Profetas y reyes, pp. 339, 340,342).

Pablo dirigió la mente de sus idólatras oyentes más allá de los límites de su falsa religión a un verdadero concepto de la Deidad, que habían titulado: «Dios no conocido». Este Ser, a quien ahora les declaraba, no dependía del hombre, ni necesitaba que las manos humanas añadiesen nada a su poder y gloria. La gente se llenó de admiración por el fervor de Pablo y su lógica exposición de los atributos del Dios verdadero: su poder creador y la existencia de su providencia predominante. Con ardiente y férvida elocuencia, el apóstol declaró: «El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, este, como sea Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos, ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo; pues él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas». Los cielos no eran bastante grandes para contener a Dios, cuánto menos los templos hechos por manos humanas (Los hechos de los apóstoles, p. 193).

LA ORACIÓN

Inmediatamente Daniel reúne a sus tres amigos para orar, y les explica que serán ejecutados si Dios no revela el sueño. Cuando enfrentamos un gran problema, también debemos reconocer que nuestro Dios es lo suficientemente grande como para resolver incluso los desafíos más difíciles.

Lee Daniel 2:17 al 23. ¿Qué dos tipos de oraciones encontramos aquí?

Daniel 2:17-23

17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. 19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. 20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. 23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

En este capítulo se mencionan dos tipos de oraciones. La primera es una oración de súplica en la que Daniel le pide a Dios que le revele el contenido del sueño y su interpretación (Dan. 2:17–19). No conocemos las palabras de esta oración, pero se nos dice que Daniel y sus amigos pedían “misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia” (Dan. 2:18). Cuando oran, Dios responde a su petición, y revela el contenido y la interpretación del sueño del rey. Podemos estar seguros de que cada vez que busquemos las “misericordias del Dios del cielo” nuestras oraciones también serán escuchadas, aunque no sea de una forma tan dramática como vemos aquí, porque el Dios de Daniel también es nuestro Dios.

En respuesta a la contestación de Dios a su pedido, Daniel y sus amigos irrumpen en una oración de agradecimiento y alabanza. Alaban a Dios por ser Fuente de sabiduría, y por controlar la naturaleza y la historia política. Esta es una lección importante que podemos aprender. Si bien oramos y le suplicamos tantas cosas a Dios, ¿cuán a menudo lo alabamos y le agradecemos por responder nuestras oraciones? La experiencia de Jesús con los diez leprosos nos brinda una ilustración adecuada de la ingratitud humana. De diez que habían sido sanados, solo uno regresa para dar “gloria a Dios” (Luc. 17:18). La respuesta de Daniel no solo nos recuerda la importancia de la acción de gracias y la alabanza, sino también revela el carácter del Dios al que oramos. Cuando oramos, podemos confiar en que él hará lo que sea mejor para nosotros y, por lo tanto, siempre debemos alabarlo y agradecerle.

Lee el Salmo 138. ¿Qué extraes de esta oración de acción de gracias que pueda ayudarte a aprender a estar agradecido a Dios, independientemente de las circunstancias que te rodeen?

Salmo 138

1 Te alabaré con todo mi corazón; Delante de los dioses te cantaré salmos. 2 Me postraré hacia tu santo templo, Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas. 3 El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma. 4 Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra, Porque han oído los dichos de tu boca. 5 Y cantarán de los caminos de Jehová, Porque la gloria de Jehová es grande. 6 Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos. 7 Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. 8 Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Daniel compareció ante el rey y rogó que se le concediera tiempo para presentar este asunto a la corte suprema del universo, cuya decisión no tiene apelación. Cuando se le concedió su petición, Daniel presentó todo el asunto ante sus compañeros que estaban unidos con él en su adoración del verdadero Dios. Se consideró el problema plenamente, y con sus rodillas dobladas rogaron a Dios que les diera el poder y la sabiduría que solamente podían ayudarles en su gran necesidad.

«Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo»… Quisiera recalcar ante los jóvenes que el Dios de Daniel es su Dios, y que cualquiera sea la dificultad que surja, acudan como Daniel «para demandar misericordias del Dios del cielo». Dios no desamparará a su iglesia en la hora de su mayor peligro. Prometió librarla (Sons and Daughters of God, p. 216; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 218).

Los patriarcas eran hombres de oración, y Dios hizo grandes cosas por ellos. Cuando Jacob salió de la casa de su padre rumbo a un país extraño, oró con humilde contrición, y por la noche el Señor le contestó por medio de una visión… El Señor confortó al viajero solitario con preciosas promesas y este vio la imagen de ángeles protectores que estaban apostados a ambos lados de su camino…

José oró, y fue librado del pecado en medio de influencias que estaban destinadas a apartarlo de Dios. Cuando se vio tentado a alejarse de la senda de la pureza y la justicia, rechazó la sugestión con estas palabras: «¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?»…

Daniel era un hombre de oración, y Dios lo dotó de sabiduría y firmeza para resistir a todas las influencias que se confabulaban para arrastrarlo a la trampa de la intemperancia. Ya en su juventud era un campeón moral en la fuerza del Todopoderoso (Mi vida hoy, p. 20).

Los grandes hombres de Babilonia estuvieron dispuestos a beneficiarse con la instrucción que Dios dio mediante Daniel, para que el rey saliera de su dificultad por medio de la interpretación de su sueño. Pero anhelaban mezclar su religión pagana con la de los hebreos. Si Daniel y sus compañeros hubiesen consentido en una claudicación tal, según los babilonios habría sido estadistas cabales, idóneos para que se les confieran los asuntos del reino. Pero los cuatro hebreos no entraron en ese convenio. Fueron leales a Dios, y Dios los sostuvo y los honró. La lección es para nosotros: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1189).

Y puesto que [la humanidad] recibe diariamente los dones de la mano de Dios, siempre debería tener gratitud en el corazón y expresarla en palabras de agradecimiento y alabanza por esos favores inmerecidos…

Todos deberían apoyarse en Dios en su desvalimiento y necesidad cotidianos. Deberían mantenerse humildes, vigilantes y en actitud de oración. La alabanza y el agradecimiento deberían expresarse en términos de gratitud y amor sincero a Dios (Mensajes selectos, t. 2, p. 363).

LA IMAGEN, PRIMERA PARTE

Lee Daniel 2:24 al 30. ¿Qué dice Daniel que es tan importante que recordemos siempre? (Ver además Juan 15:5.)

Daniel 2:24-30

24 Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. 25 Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. 26 Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? 27 Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. 28 Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: 29 Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. 30 Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

Juan 15:5

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

En respuesta a la oración, Dios revela el contenido del sueño y su interpretación. Y Daniel no duda en decirle al rey que la solución para el misterio proviene del “Dios en los cielos”. Además, antes de informar el contenido del sueño y su interpretación, Daniel menciona los pensamientos no expresados y las preocupaciones del rey cuando este estaba desvelado en la cama. Esta información circunstancial enfatiza aún más la credibilidad del mensaje, porque solo el rey la conoce y a Daniel necesariamente le llegó a través de un poder sobrenatural. Pero, cuando Daniel pasa a informar el contenido del sueño, corre el riesgo de provocar otra crisis, porque el sueño no es precisamente una buena noticia para Nabucodonosor.

Lee Daniel 2:31 al 49. Según el sueño, ¿cuál es el destino del reino de Nabucodonosor?

Daniel 2:31-49

31 Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. 32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; 33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. 34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra. 36 Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. 38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. 39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. 40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. 41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. 42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 43 Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación. 46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. 47 El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio. 48 Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. 49 Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.

El sueño consiste en una imagen majestuosa con su cabeza “de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido” (Dan. 2:32, 33). Finalmente, una piedra “hirió a la imagen en sus pies” (Dan. 2:34), y toda la estructura se destruyó y se dispersó como paja en el viento. Daniel explica que los diferentes metales representan reinos sucesivos que se reemplazarán unos a otros a lo largo de la historia. Para Nabucodonosor, el mensaje es claro: Babilonia, con toda su fuerza y gloria, desaparecerá y será reemplazada por otro reino, al que le seguirán otros hasta que un reino de una naturaleza completamente diferente los reemplace a todos: el Reino eterno de Dios, que durará para siempre.

Fíjate cuán fugaces y temporales son todas las cosas humanas. ¿Qué debería enseñarnos este hecho acerca de la gran esperanza que tenemos en Jesús, y solo en Jesús (ver Juan 6:54; 2 Cor. 4:18)?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los cautivos judíos se presentan ante el rey del más poderoso imperio sobre el cual hubiera brillado el sol. El gobernante se encuentra en gran perplejidad en medio de sus riquezas y su gloria; pero el joven exiliado está lleno de paz y felicidad en su Dios. Ahora, si alguna vez había de ser, era el tiempo en que Daniel podía exaltarse a sí mismo, y destacar su propia bondad y sabiduría. Pero su primer esfuerzo lo hace para renunciar a todo honor para sí mismo, y exaltar a Dios como la fuente de la sabiduría:

«El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días». Daniel 2:27, 28. El rey escucha con solemne atención mientras todo detalle del sueño es reproducido; cuando la interpretación es dada con fidelidad, siente que puede confiar en ella como en una revelación divina.

Las solemnes verdades contenidas en esta visión nocturna, hicieron una profunda impresión en la mente del soberano, y con humildad y pavor cayó de hinojos y adoró, diciendo: «Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios». Daniel 2:47 (La edificación del carácter, pp. 33, 34).

Consideremos el caso de Daniel. Cuando fue llamado a presentarse ante el rey Nabucodonosor, no vaciló en reconocer la fuente de su sabiduría. ¿Acaso este reconocimiento fiel de Dios menoscabó la influencia de Daniel en la corte del rey? De ninguna manera; más bien fue el secreto de su poder y le aseguró el favor del príncipe de Babilonia. En el nombre de Dios, Daniel hizo conocer al rey los mensajes de instrucción, amonestación y reprensión que mandaba el cielo, y no fue rechazado. Lean los obreros de Dios hoy el testimonio firme y osado de Daniel, y sigan su ejemplo (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 146).

El verdadero cristiano debe sentir siempre que depende de su Hacedor. Y no se avergonzará de reconocer esta dependencia. Como Daniel, no se atribuirá méritos a sí mismo. Dará todo el honor a Dios, haciendo conocer tanto a los mundanos como a sus hermanos que depende del Señor, y quitará de su vida todo aquello que contriste al Espíritu Santo. Como Daniel, aprovechará cada oportunidad para aumentar sus conocimientos. Comerciará con los talentos que el Señor le ha dado de acuerdo a los principios santos especificados en la Palabra y esto multiplicará su habilidad…

Si Dios da sabiduría a un hombre, su conducta estará en armonía con la voluntad de Dios, y los que se conecten con él tendrán confianza en su criterio para idear y planear para el progreso y el avance de la obra de Dios en la salvación de las almas que están a punto de perecer. El apóstol Pedro dice: «Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder». 2 Pedro 1:2, 3 (Alza tus ojos, p. 156).

LA IMAGEN, SEGUNDA PARTE

Lee nuevamente el sueño y su interpretación (Dan. 2:31–49). ¿Qué nos enseña esto acerca de la presciencia de Dios sobre la historia del mundo?

Daniel 2:31–49

31 Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. 32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; 33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. 34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra. 36 Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. 38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. 39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. 40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. 41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. 42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 43 Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación. 46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. 47 El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio. 48 Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. 49 Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.

La profecía que acompaña al sueño de Nabucodonosor proporciona un esquema profético general y funciona como el parámetro con el cual abordar las profecías más detalladas de Daniel 7, 8 y 11. Además, Daniel 2 no es una profecía condicional. Es una profecía apocalíptica: una predicción definitiva de lo que Dios previó y que realmente llevaría a cabo en el futuro.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En la historia de las naciones, el que estudia la Palabra de Dios puede contemplar el cumplimiento literal de la profecía divina. Babilonia, al fin quebrantada, desapareció porque, en tiempos de prosperidad, sus gobernantes se habían considerado independientes de Dios y habían atribuido la gloria de su reino a las hazañas humanas… Los reinos que siguieron fueron aún más viles y corruptos; y se fueron hundiendo cada vez más en su falta de valor moral.

El poder ejercido por todo gobernante de la tierra es impartido del Cielo; y del uso que hace de este poder tal gobernante, depende su éxito… Reconocer el desarrollo de estos principios en la manifestación del poder de aquel «que quita reyes, y pone reyes», es comprender la filosofía de la historia (Conflicto y valor, p. 250).

A cada nación que subió al escenario de acción se le permitió ocupar su lugar en la tierra, para que pudiese determinarse si iba a cumplir los propósitos del Vigilante y Santo. La profecía describió el nacimiento y el progreso de los grandes imperios mundiales: Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Con cada uno de ellos, como con las naciones de menos potencia, la historia se repitió. Cada uno tuvo su plazo de prueba; cada uno fracasó, su gloria se desvaneció y desapareció su poder.

Aunque las naciones rechazaron los principios divinos y con ello labraron su propia ruina, un propósito divino predominante ha estado obrando manifiestamente a través de los siglos (Profetas y reyes, p. 392).

El sueño de la gran imagen, que presentaba a Nabucodonosor acontecimientos que llegaban hasta el fin del tiempo, le había sido dado para que comprendiese la parte que le tocaba desempeñar en la historia del mundo y la relación que su reino debía sostener con el reino del cielo. En la interpretación del sueño, se le había instruido claramente acerca del establecimiento del reino eterno de Dios. Daniel había explicado: «Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado a otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre… El sueño es verdadero, y fiel su declaración». Daniel 2:44, 45.

El rey había reconocido el poder de Dios al decir a Daniel: «Ciertamente que el Dios vuestro es Dios de dioses… y el descubridor de los misterios». Vers. 47. Después de esto, Nabucodonosor sintió por un tiempo la influencia del temor de Dios; pero su corazón no había quedado limpio de ambición mundanal ni del deseo de ensalzarse a sí mismo. La prosperidad que acompañaba su reinado le llenaba de orgullo. Con el tiempo dejó de honrar a Dios, y resumió su adoración de los ídolos con mayor celo y fanatismo que antes (Profetas y reyes, p. 369).

La imagen mostrada a Nabucodonosor simboliza el deterioro del poder y la gloria de los reinos de la tierra y, al mismo tiempo representa adecuadamente el deterioro de la religión y de la moral entre los habitantes de esos reinos. Cuando las naciones se olvidan de Dios se debilitan moralmente en igual proporción.

Babilonia desapareció porque en su prosperidad se olvidó de Dios y atribuyó la gloria de su prosperidad a las hazañas humanas (Comentarios de Elena G de White, en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1189, 1190).

LA PIEDRA

Lee Daniel 2:34, 35, 44 y 45. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre el destino final de nuestro mundo?

Daniel 2:34-35, 44-45

34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.

44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, 45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

El énfasis del sueño está en lo que sucederá en los “postreros días” (Dan. 2:28). Por más poderosos y ricos que hayan sido, los reinos de metal (y de barro) no son más que un preludio del establecimiento del reino de piedra. Mientras que en cierta medida los metales y el barro cocido pueden ser productos de fabricación humana, ninguna mano humana toca la piedra del sueño. En otras palabras, aunque cada uno de los reinos anteriores oportunamente llegue a su fin, el reino representado por la piedra durará para siempre. Por ende, la metáfora de la roca a menudo simboliza a Dios (p. ej.: Deut. 32:4; 1 Sam. 2:2; Sal. 18:31), y la piedra también puede ser una representación del Mesías (Sal. 118:22; 1 Ped. 2:4, 7). Por consiguiente, no hay nada más apropiado que la figura de una piedra para simbolizar el establecimiento del Reino eterno de Dios.

Algunos sostienen que el reino de piedra se creó durante el ministerio terrenal de Jesús, y que la propagación del evangelio es una indicación de que el Reino de Dios se ha apoderado del mundo entero. Sin embargo, el reino de piedra comienza a existir recién después de que los cuatro reinos principales hayan caído y la historia humana haya llegado al momento de los reinos divididos, representados por los pies y los dedos de los pies de la imagen. Este hecho descarta el cumplimiento durante el siglo I, porque el ministerio terrenal de Jesús tuvo lugar durante la hegemonía de Roma, el cuarto reino.

Pero la piedra da lugar a un monte. Es decir, “la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Dan. 2:35). Un monte así nos recuerda al monte Sion, el lugar donde se encontraba el Templo, la representación concreta del reino terrenal de Dios en la época del Antiguo Testamento. Curiosamente, la piedra cortada del monte se convierte en un monte en sí mismo. Este monte, que según el texto ya existe, lo más probable es que señale a la Sion celestial, el Santuario celestial, de donde vendrá Cristo para establecer su Reino eterno. Y, en la Jerusalén que descenderá del cielo (Apoc. 21:1–22:5), este Reino encontrará su cumplimiento máximo.

Daniel 2 acertó con todos los reinos hasta ahora. ¿Por qué, entonces, es tan lógico y sabio confiar en su profecía sobre la venida del último reino, el Reino eterno de Dios? ¿Por qué es tan irracional no creer en la profecía?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Nuestro reino no pertenece a este mundo. Estamos esperando que nuestro Señor venga desde el cielo para someter toda autoridad y poder, y establecer su reino eterno. Las potencias terrenales se encuentran agitadas. No necesitamos, y no podemos esperar unión entre las naciones del mundo. Nuestra posición en la imagen de Nabucodonosor está representada por los dedos de los pies, en estado de división, y de un material deleznable que no puede mantener su cohesión. La profecía nos muestra que el gran día de Dios está sobre nosotros. Se aproxima Rápidamente (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 322).

Moisés le señaló como la roca de la salvación de Israel (Deuteronomio 32:15); el salmista cantó sus loores, y le llamó «roca mía y redentor mío», «la roca de mi fortaleza», «peña más alta que yo», «mi roca y mi fortaleza», «roca de mi corazón y mi porción», la «roca de mi confianza»… Isaías lo describe como «la Roca de la eternidad», como «sombra de gran peñasco en tierra calurosa» (Isaías 26:4; 32:2) (Patriarcas y profetas, p. 438).

Isaías había escrito: «Por tanto, el Señor Jehová dice así: He aquí que yo fundo en Sión una piedra, piedra de fortaleza, de esquina, de precio, de cimiento estable» (El Deseado de todas las gentes, p. 381).

Jesús invitaba a [la gente a] venir y beber en la fuente de la vida, de aquello que sería en ellos un manantial de agua que brotara para vida eterna.

El sacerdote había cumplido esa mañana la ceremonia que conmemoraba la acción de golpear la roca en el desierto. Esa roca era un símbolo de Aquel que por su muerte haría fluir raudales de salvación a todos los sedientos. Las palabras de Cristo eran el agua de vida. Allí en presencia de la congregada muchedumbre se puso aparte para ser herido, a fin de que el agua de la vida pudiese fluir al mundo. Al herir a Cristo, Satanás pensaba destruir al Príncipe de la vida; pero de la roca herida fluía agua viva. Mientras Jesús hablaba al pueblo, los corazones se conmovían con una extraña reverencia y muchos estaban dispuestos a exclamar, como la mujer de Samaria: «Dame esta agua, para que no tenga sed». Juan 4:15 (El Deseado de todas las gentes, p. 417).

«Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido; mas habrá en él algo de fortaleza de hierro, según que viste el hierro mezclado con el tiesto de barro. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en paite será frágil…»

«Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado a otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre. De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con manos, la cual desmenuzó al hierro, al metal, al tiesto, a la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir: y el sueño es verdadero, y fiel su declaración» (Profetas y reyes, p. 365).

Viernes 17 de enero | Lección 3________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Es revelador observar que la imagen de Daniel 2 está hecha de oro y plata, que son metales relacionados con el poder económico. La imagen también está hecha de bronce y hierro, que se utilizaban para herramientas y armas; y de cerámica, que en el mundo antiguo se utilizaba con fines literarios y domésticos. Por lo tanto, la imagen ofrece una representación vívida de la humanidad y sus logros. Es muy congruente el hecho de que las distintas partes anatómicas de la imagen transmitan la sucesión de reinos del mundo y la desunión final que prevalecerá en los últimos días de la historia humana. Sin embargo, a la piedra se la representa decididamente como algo que surge “sin intervención de manos” (Dan. 2:45, RVA 2015), un poderoso recordatorio del fin sobrenatural que tendrá este mundo temporal y todos sus logros humanos.

“Para el limitado ojo humano la historia parece ser un caótico juego de fuerzas y contrafuerzas. Pero Daniel nos asegura que detrás de todo esto se encuentra Dios, observándolo todo e involucrándose para cumplir lo que él crea que es lo mejor” (W. H. Shea, Daniel: Una guía para el estudioso, p. 98).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

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