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México no es Bután

 

06/09/2019 | 􏰂 13:25 |

Enrique de la Madrid

Como respuesta a las constantes críticas de la precaria situación económica en su país, en 1972 el rey de Bután dijo que “La Felicidad Nacional Bruta (FNB) es más importante que el Producto Interno Bruto” (PIB), y esta visión generó que desde 2008 el gobierno de Bután midiera la FNB en su país e incrementarla se convirtiera en su objetivo.

Si bien la medición del gobierno de Bután dice que sus pobladores son muy felices, en indicadores de desarrollo y bienestar hechos por organismos internacionales autónomos salen muy mal ubicados.

Por ejemplo, de acuerdo con la ONU, Bután tiene un índice de desarrollo humano, esperanza de vida, escolaridad promedio e índice de felicidad signicativamente menores que países como El Salvador o Libia. Por eso es importante tener indicadores confiables, independientes a los gobiernos y comparables.

Independientemente de cómo se mida la felicidad, los gobiernos deben procurar que sus ciudadanos tengan mayor bienestar, es decir, que cuenten con acceso a educación de mayor calidad, mejores servicios de salud, más tiempo libre y mejor alimentación. En México aspiramos a ser un país sin hambre, sin pobreza, donde todos gocemos de óptimos niveles de bienestar.

Cuando hay más bienestar es porque se crean más y mejores empleos, la gente adquiere mejores bienes y servicios, viaja más, invertimos más en nuestra salud, nuestra educación, y eso inevitablemente genera crecimiento económico. No hay desarrollo sin crecimiento.

Por eso, aunque el PIB no mide directamente la felicidad o el bienestar de las personas, es una medición que está muy relacionada con ello y es mucho más robusta, conable y comparable, en parte porque lleva midiéndose mucho más tiempo que los índices de felicidad.

Ningún país ha reducido la pobreza sin crecimiento económico. Más de 850 millones de chinos han salido de la pobreza desde 1978, y durante este periodo su PIB ha crecido 10% en promedio cada año. Algo muy similar sucedió en Irlanda, Alemania, Japón, Corea del Sur, Chile, Nueva Zelanda, los países nórdicos y prácticamente cualquier país que haya reducido la pobreza de forma sostenible en el tiempo, lo cual siempre ha sido acompañado de crecimiento económico.

México no es la excepción. Hay una muy clara correlación entre crecimiento económico y reducción de la pobreza en el país. Los estados con el mayor crecimiento del PIB desde el año 2000 son aquellos que tienen los niveles más bajos de pobreza.
Aguascalientes, Baja California Sur, Querétaro y Quintana Roo han registrado un crecimiento económico anual superior a 3.6% desde el año 2000 y menos de 30% de la población se encuentra en situación de pobreza, mientras que Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz han registrado un crecimiento anual inferior a 1.5% en el mismo periodo y más de 60% de la población está en condiciones de pobreza.


 

Cuando la población de un país sigue creciendo, como en México, crecer económicamente es una obligación. Si somos más pero producimos lo mismo, cada vez nos toca menos recursos por persona, en promedio. Por ello, tenemos que encontrar la forma de mantener un ritmo de crecimiento constante.

Para salir de la pobreza, el PIB tiene que crecer más rápido de lo que crece la población. Eso fue lo que pasó en México durante la época que llamamos el desarrollo estabilizador, o el milagro mexicano, cuando sustituimos importaciones con industrialización que era en ese momento el sector más importante de la economía para crecer. De 1954 a 1970 el PIB creció 6.8% en promedio cada año, mientras que la población creció 3% anualmente.

China ha registrado un crecimiento importante desde 1978 debido a que aplicó reformas que

China ha registrado un crecimiento importante desde 1978 debido a que aplicó reformas que liberalizaron su mercado y es uno de muchos ejemplos de cómo un mercado más libre y mejor conectado con el resto del mundo, con mayor certeza jurídica, mayor facilidad para hacer negocios y mejor educación, terminan por generar crecimiento económico. Otros casos similares sucedieron en Irlanda, Singapur, Dubai, Alemania, Estados Unidos o Japón. También hay ejemplos de esto en nuestro país, como Aguascalientes, Querétaro y Nuevo León.

El crecimiento no lo es todo. Muchos países han registrado un importante crecimiento económico al tiempo que generan un incremento en la desigualdad y millones personas no logran salir de la pobreza.

En México hay 52.4 millones de personas en la pobreza y eso es inaceptable. Crecer es una obligación, pero también lo es crecer más parejo.

La economía de libre mercado no soluciona todos los problemas de manera automática, especialmente la inequidad. Necesitamos un modelo que adopte lo que se ha hecho bien y ajuste lo que se ha hecho mal.

El socialismo ha probado muchas veces que no es una alternativa viable; sus resultados han sido negativos y salvo un puñado de países rezagados económicamente, principalmente de Latinoamérica, ya no se aplica en el mundo.

El modelo debe aplicar las ventajas del libre mercado, especialmente una verdadera competencia sin monopolios públicos ni privados con el fin de que se ofrezcan bienes y servicios a un precio razonable y de buena calidad. El modelo también debe adoptar una economía globalizada porque México es grande pero mucho más grande es el mundo, y debemos aprovechar el tamaño del mercado internacional para que las exportaciones sean un motor de crecimiento.

Para subsanar las fallas de mercado, el modelo debe ser muy inclusivo. La economía no tiene que ser planeada desde un gobierno gigante que piense que tiene las respuestas para todo, pero sí debe de haber mecanismos para que todos tengan acceso a servicios públicos de calidad y para que la economía sea más colaborativa, más circular, sustentable y creativa.

Se necesitan mecanismos para asegurar que los gobernantes a nivel federal, estatal y municipal sean honestos y, especialmente, capaces de proveer educación de primer nivel que permita competir con los mejores del mundo, un servicio de salud de gran calidad a todos los mexicanos sólo por el hecho de ser mexicanos y un sistema jurídico que proteja efectivamente el patrimonio y la integridad de todos. Esos son los objetivos en los que debe enfocarse el Estado mexicano.

Para brindar mejores servicios a los que menos tienen en México pudiéramos analizar subir los impuestos pero antes hay que formalizar a quienes no pagan impuestos, reducir la economía informal, que no es sinónimo de pobreza. Hay muchos mexicanos que generan riqueza y no pagan debidamente sus impuestos.

Nos conviene que a todos les vaya bien, porque mientras más mexicanos progresen, mejora nuestra posibilidad de éxito colectivo e individual. Que la economía crezca está en el interés de todos, no para que los números se vean bien, sino porque representan mayor bienestar para la gente, que en el fondo eso es lo que buscamos.

Fuente:https://www.eluniversal.com.mx/opinion/enrique-de-la-madrid/mexico-no-es-butan

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