Querétaro

México a merced de Morena… y de la delincuencia, El Siglo de Torreón

En realidad la inseguridad es y ha sido durante mucho tiempo el problema número del país, se escondió durante más de un año por la pandemia y la crisis económica.

Pero una vez que el COVID-19 ha ido a la baja y que la economía empieza a recuperarse, los sucesos de violencia que azotan a México han vuelto a ocupar grandes espacios en los medios y las redes sociales.

La última semana fue terrible, inició el pasado sábado con una masacre de 15 personas en Reynosa, Tamaulipas, la mayoría de las víctimas eran ciudadanos que andaban en la calle y les tocó la terrible suerte de ser baleados desde varios vehículos de sicarios.

En Fresnillo, Zacatecas, hombres armados irrumpieron en una vivienda para masacrar a cuatro mujeres y tres hombres, dejando heridos a dos personas más.

Muy cerca en un puente de la capital fueron colgados dos policías de San Luis Potosí que habían sido secuestrados la semana pasada.

En el penal de Villahermosa, Tabasco, un motín de reos tuvo un saldo de seis muertos y nueve heridos, todo ello por una disputa entre los reclusos por el control del centro penitenciario.

Los restos del líder de la tribu yaqui, Tomás Rojo Valencia, fueron encontrados en un fosa cercana al poblado de Vícam, en Sonora, es el tercer crimen en un mes de miembros de dicha etnia y siguen todavía desaparecidos por lo menos nueve yaquis.

Este miércoles fueron asaltados alrededor de 40 automovilistas que transitaban en la autopista Arco Norte, en los límites de Hidalgo y Tlaxcala. Varios camioneros sufrieron además el robo de sus cargas por parte de la gavilla de criminales que bloqueó la carretera. Por suerte no hubo heridos.

A lo anterior habría que agregar las cientos de ejecutados, decapitados, levantados o simplemente desparecidos que todos los días se registran sin olvidar los robos de vehículos, las extorsiones, los cobros de piso y tantas otras tácticas gansteriles que ha impuesto el crimen organizado en los últimos años en el país.

El número de homicidios dolosos ascendió en el 2020 a los 35,484, lo que significó una leve reducción menor al uno por ciento con respecto al 2019 que más podría atribuirse a la pandemia que a las medidas tomadas por las autoridades federales y estatales.

La realidad es que en México la estrategia contra el crimen organizado ha fracasado, los delitos siguen a la orden del día mientras el gobierno federal distrae la atención en otros asuntos de menor relevancia para la sociedad mexicana.

Sorprende sin duda que el partido en el poder Morena haya conquistado tantos estados en las recientes elecciones, la mayoría de ellos agobiados por una violencia feroz y crónica.

Así tenemos los casos de Baja California, Sinaloa, Sonora, Michoacán y Guerrero que eligieron a candidatos del partido guinda en lo que se ha constituido de facto un cartel de gobernadores del litoral del Pacífico.

El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, puso el dedo en la llaga al declarar esta semana que Morena era un narco partido que ganó las elecciones de su estado y las de Sinaloa gracias al apoyo del crimen organizado.

Los morenistas, entre ellos el presidente López Obrador, le reviraron de inmediato y le pidieron pruebas sobre sus acusaciones. Aureoles respondió que los hechos están a la vista y que si no se frena su avance el crimen organizado podría imponer al presidente de la República en el 2024.

¿Qué podemos hacer y demandar los mexicanos ante este desastroso estado de inseguridad que vive México? ¿A quiénes podemos acudir cuando un presidente se niega a combatir a los delincuentes, cuando a los gobernadores de Morena no les interesa o eluden este filoso asunto o bien cuando el Ejército está demasiado ocupado construyendo aeropuertos y otras obras federales?

Ya volveremos al tema en un futuro próximo con propuestas claras y viables.

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