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Nuestro hermoso Himno Nacional mexicano

Fue la novia de Francisco González Bocanegra quien lo impulsó a escribir la letra del Himno Nacional. Se llamaba Guadalupe González del Pino, le decían «Pilli». Ella lo encerró en una habitación de su casa, allá por el rumbo de Tacubaya, y le dijo que de ahí no saldría hasta que haber escrito el Himno Nacional. De eso nos cuenta Conti González Báez en su colaboración para Syntaxis Informativa

Agradecemos también la colaboración de  Rosa Mª Porrúa Edicionespor las copias facsimilares que ilustran este artículo son cortesía dey pueden adquirirse en su página web: https://www.rmporrua.com

Conti González Báez (Syntaxis Informativa).- Cuando México iniciaba su vida como nación independiente, se hizo patente la necesidad de contar con un canto patriótico que unificara a sus ciudadanos.

Fue así que el 12 de noviembre de 1853, bajo la presidencia de Antonio López de Santa Anna, se publicó una convocatoria para la creación de un himno nacional.

Ofrecía un premio a la mejor composición poética que pudiera servir de letra a un canto patriótico, señalando un plazo de 20 días para presentar el trabajo, de manera anónima y con un epígrafe como firma.

El jurado, integrado por los escritores José Bernardo Couto, Manuel Carpio y José Joaquín Pesado, declaró el 3 de febrero de 1854 que, tras haber estudiado las 26 composiciones presentadas a concurso, encontraron que la de mayor mérito era la amparada por el epígrafe:

Volemos al combate, a la venganza,

Y el que niegue su pecho a la esperanza,

Hunda en el polvo la cobarde frente.

Al abrir el sobre con la identidad del autor, resultó ser el poeta potosino Francisco González Bocanegra, de 30 años.

Él no había intentado tomar la pluma para escribir un himno a la Patria, en un concurso donde participarían grandes personalidades de las letras, pero su novia, Guadalupe González del Pino “Pilli”, tenía una fe inmensa en su calidad poética.

Como se negaba a presentarse al certamen, con un pretexto lo guió hasta una pieza de su casa en la calle de Santa Clara, hoy Tacuba, donde había un escritorio con papel y tinta.

Lo encerró y le dijo que no le abriría hasta que escribiera la letra del himno nacional y le pasara por debajo de la puerta la composición.

González Bocanegra tuvo que repasar mentalmente las vicisitudes que había vivido México, sus logros, fracasos e ideales.

Despertada la inspiración, poco a poco fluyeron los versos, casi sin dudas ni necesidad de correcciones.

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Tras varias horas de trabajo, pasaron por debajo de la puerta, de las manos del poeta a las de su musa y de las de ella a la historia. Ese mismo día, Guadalupe se comprometió en matrimonio con Francisco.

De inmediato, se dio a conocer otra convocatoria, para que los músicos presentaran sus composiciones para la letra ganadora, en un plazo de 60 días. Se recibieron 15 composiciones.

El jurado, integrado por los profesores de música José Antonio Gómez, Agustín Balderas y Tomás León, falló a favor de la que ostentaba el epígrafe: Dios y libertad.

En el sobre cerrado, que debía contener el nombre del autor, se encontraron solamente las iniciales J.N. Entonces se publicó un aviso, solicitando al compositor que se identificara. Poco después se informó que el autor de la hermosa composición era el músico catalán Jaime Nunó, de 28 años.

Al comunicarle que había ganado, se le pidió que instrumentara su composición. El presidente acordó que el autor imprimiera por su cuenta la partitura, ordenando que todas las bandas militares compraran un ejemplar al precio que Nunó señalara. Este, feliz, vendió 270 ejemplares, a tres pesos cada uno.

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El Himno Nacional Mexicano fue estrenado oficialmente a las siete de la noche del 15 de septiembre de 1854, en el Gran Teatro Santa Anna (después Teatro Nacional), bajo la brillante dirección del maestro Jaime Nunó Roca, siendo cantado por la soprano Claudina Fiorentini y el tenor Lorenzo Salvi. La arenga cívica estuvo a cargo de Francisco González Bocanegra.

El estreno fue ovacionado por el público. Destacó la ausencia del presidente Santa Anna, quien dijo encontrarse indispuesto; al parecer, se disgustó porque la letra no incluía halagos a su persona.

En los años siguientes, nuestro himno nacional pasó al olvido; los conflictos de la época, entre liberales y conservadores, hicieron que se relegara todo lo concerniente al gobierno de Santa Anna.

González Bocanegra nunca recibió el premio prometido; por cierto, nunca se aclaró en que consistiría. Escondido y perseguido, murió de tifoidea el 11 de abril de 1861, a los 37 años.

Sus restos fueron enterrados en el Panteón de San Fernando. Los periódicos de la capital hablaron de la muerte del “joven poeta que tanto prometía”. Ninguno mencionaba el himno, porque estaba prohibido.

Con la caída de Santa Anna, quien lo había traído a México, Nunó cambió su residencia a Búfalo, Nueva York, donde dirigió compañías de ópera, trabajó como concertista y fundó una academia de música. Después se le perdió la pista y se creyó que había muerto.

En 1901, durante la Exposición Panamericana celebrada en esa ciudad estadounidense, una comisión de músicos mexicanos se encontró fortuitamente con Nunó. Su hallazgo revivió la figura del músico.

Durante la presidencia de Porfirio Díaz, con motivo de los festejos patrios, los restos de Francisco González Bocanegrafueron trasladados al Panteón Civil de Dolores y Jaime Nunóvolvió a nuestro país en 1904, para participar en la conmemoración del Cincuentenario del Himno Nacional Mexicano, dirigiendo la orquesta en la Plaza de la Constitución el 15 de septiembre. Enfermo de diabetes, murió el 18 de julio de 1908 en Bayside, Nueva York, a los 82 años. Fue sepultado en el cementerio de Forest Lawn.

En 1932, los restos del poeta Francisco González Bocanegrafueron depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Diez años más tarde, en 1942, siendo presidente Manuel Ávila Camacho, fueron exhumados por tercera vez, para ser colocados en una urna y recibir un homenaje póstumo en la Plaza de la Constitución junto a los del músico Jaime Nunó, exhumados y traídos de EUA.

Ambos fueron sepultados de manera definitiva en la Rotonda de los Hombres Ilustres (hoy Rotonda de las Personas Ilustres), ubicada en el Panteón Civil de Dolores de la Ciudad de México, 88 años después de haberse entonado por primera vez el Himno Nacional Mexicano.

Junto con La Marseillaisede Francia, es considerado uno de los más hermosos del mundo, por lo que es un orgullo escucharlo y, por supuesto, cantarlo.

Las copias facsimilares que ilustran este artículo son cortesía de Rosa Mª Porrúa Edicionesy pueden adquirirse en su página web: https://www.rmporrua.com

¡Felices fiestas patrias! ¡Viva México!

Francisco González Bocanegra y Jaime Nunó reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres. FOTO Thelmadatter.JPG

(STX/CGB/Ciudad de México, septiembre 13 de 2019)

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