Pablo Iglesias-Yolanda Díaz, batalla en el metaverso | España

Hace ahora tres años, Pablo Iglesias alcanzó un cielo, algo más modesto del que había previsto en sus sueños, al convertirse en imprescindible para la investidura de Pedro Sánchez. El vicepresidente duró sólo un año en el puesto, fue candidato para frenar a Ayuso y la catapultó a los cielos, dejó los mandos del partido en manos de dos mujeres y se retiró a sus podcast y tertulias desde donde fustiga a medios y periodistas de forma indiscriminada.

Por alguna razón que solo podríamos encontrar en un análisis multidisciplinar -político, mediático, psicológico y antropológico-, Pablo Iglesias conserva la capacidad de menear, agitar y revolver el patio de la izquierda del PSOE cuando decide salir a escena. Lo que Pedro Sánchez calificó como «el espacio político de Yolanda Díaz» está lejos de ser propiedad exclusiva de la vicepresidenta segunda, en ruta por España con su proyecto de Sumar, cuyos actos están teniendo una gran afluencia de público. Iglesias sigue teniendo en usufructo una parte muy visible de ese espacio. Ha quedado claro después de la contundente advertencia que le hizo en la Universidad del partido a la mujer que él mismo designó sucesora a dedo. Debes respetar a Podemos para que Podemos te respete a ti. El combate entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz tiene sus propias características. Podríamos situarlo en el terreno inaprensible del metaverso, una realidad que parece ficción y una ficción que parece realidad. Yolanda Díaz y Podemos se necesitan pero no se quieren.

¿Cómo se ha llegado a esto? Los partidarios de uno y de otra tienen visiones distintas de los mismos acontecimientos. «Pablo Iglesias creía que Yolanda aceptaría a Podemos como la nave nodriza de su proyecto, la dejó como su sucesora en la Vicepresidencia y en la candidatura a las generales porque confiaba en que al final pasara por el aro. Quizá Yolanda pecara de ingenuidad al pensar que su liderazgo social, tan claro en los sondeos, iba a ser aceptado sin más por las dirigentes de Podemos», señalan los partidarios de Díaz, liderados por los máximos dirigentes de lo que queda de Izquierda Unida.

«Las dirigentes de Podemos y muchos militantes se han sentido agraviados y ninguneados por Yolanda Díaz. Pablo Iglesias ha puesto voz a ese malestar acumulado desde que en su primer acto de Sumar en Valencia no invitó a la secretaria general, Ione Belarra», señalan los fieles de Iglesias.

El fundador de Podemos parece en franca minoría en su espacio político y mediático. Nadie -o casi nadie- ha salido a darle la razón en sus críticas a Díaz. Casi seguro porque Iglesias se ha peleado casi con el mundo entero, empezando por los que fueron sus compañeros de viaje y acabando con los que desde fuera le seguían allá donde iba. «Yolanda nunca ha faltado al respeto a los militantes ni a los votantes de Podemos. Esto es cosa de la dirección nacional. En los actos de Sumar de todas las comunidades están participando los dirigentes y cargos públicos regionales de Podemos», puntualizan los fieles de Díaz.

En las conversaciones de un lugar que aún no tiene nombre ni forma para una candidatura electoral, se habla mucho estos días de una virtud que consiste en saber retirarse en tiempo y forma. En las últimas décadas hay muchos ejemplos de líderes que intentaron condicionar la gestión de los sucesores que ellos mismos nombraron. Hay un detalle de la aparatosa intervención de Iglesias en la Universidad de Otoño de Podemos que no ha pasado inadvertido y que es comentado en tono crítico incluso por cargos de Podemos.

El líder fuerte y masculino que dejó a dos mujeres al mando para propiciar un liderazgo más empático ha tenido que subir al escenario a decir lo que sus herederas, Ione Belarra e Irene Montero, no se atreven a decir en público. Aún más. En los sectores que se agrupan en torno a Sumar, se considera que la auténtica víctima de Iglesias es Ione Belarra, secretaria general de Podemos elegida en primarias, que aunque está de baja maternal asistió muda al discurso de su antecesor. En el equipo de la vicepresidenta subrayan que en los actos de Sumar muchas mujeres que manifiestan el deseo de que una mujer pueda liderar una candidatura a la Presidencia del Gobierno.

La dirección de Podemos, como otras voces en la izquierda del PSOE, aprecia que la demora de Yolanda Díaz para decidir si se presentará o no a las próximas generales está perjudicando a todo el espacio. «Improvisar candidaturas en toda España sin una estructura previa, sin saber si será un partido, una coalición o una agrupación de electores no es fácil. Hay que concretar y Yolanda se pierde en mensajes metafísicos para quedar bien. Hay que bajar a la tierra», señalan en Podemos. Por eso este partido prepara todas sus candidaturas a las municipales y autonómicas de mayo. Sin saber, de momento, si habrá coaliciones con IU y otras fuerzas de la izquierda.

Por su parte, el equipo de Díaz manifiesta que no hay prisa para concretar la candidatura porque falta todavía un año. «Yolanda nunca ha dicho que no hablaría con los partidos para una hipotética candidatura a las generales, lo hará a su tiempo». Las expectativas electorales de los sectores que se agrupan en torno a Sumar son altas. Creen que pueden superar los tres millones de electores gracias al tirón popular de la vicepresidenta.

La posibilidad de que Podemos y Yolanda Díaz se presenten por separado, al no aceptar el partido de Iglesias la disolución en el proyecto Sumar, tal y como busca la vicepresidenta, empieza a abrirse camino. Ante la mirada de preocupación de toda la izquierda.

OTRAS LLAMADAS A LA REBELIÓN

El llamamiento que ha realizado Alberto Núñez Feijóo a los barones socialistas de las comunidades para que se rebelen ante Pedro Sánchez por la reforma del delito de sedición tiene algunos precedentes en las últimas décadas. Los socialistas hicieron este mismo llamamiento a los diputados del PP en los momentos más duros de la guerra de Irak para que votaran en contra de los planes del entonces presidente, José María Aznar. No lo consiguieron. Más recientemente, Albert Rivera pidió desde la tribuna del Congreso a los parlamentarios del PP que se rebelaran contra Mariano Rajoy por su actuación en la trama Gürtel. Tampoco fue el caso. El llamamiento de Feijóo tiene toda la pinta de acabar como los anteriores. Una cosa es criticar la reforma, como han hecho Javier Lambán y Emiliano García-Page, y otra es impedir su aprobación en el Congreso.

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Ciudadano por México

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