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©Gaudencio Rodríguez Juárez*

Jueves 25 de octubre de 2018

Una cosa es ser progenitor y otra ser padre. Lo primero es una función del orden orgánico, es un mérito de la biología.

Ser padre es otra cosa. Es una función del orden de lo simbólico, del deseo, de la intención. La paternidad una institución, un conjunto de acciones y actitudes sostenidas en el tiempo. Es un fenómeno cultural, social, cargado de subjetividad que relaciona a los hombres con aquellos seres a los que ha decidido ahijar (sean biológicos o adoptivos).

La paternidad activa la podríamos entender como la disposición, disponibilidad, constancia y competencia para cubrir las necesidades de desarrollo de los hijos e hijas, es decir, las básicas (alimento, vestido, etcétera), cognitivas, afectivas, relacionales, vinculares, sociales, de valores…

O sea que la paternidad activa no sólo provee bienes materiales, sino también emocionales, espirituales, culturales, de trascendencia, guía y modelo.

La paternidad activa no hace felices a los hijos (pues esta es una función de éstos) pero si contribuye a ello de manera significativa al generar las condiciones que detonan su confianza, seguridad, tranquilidad y armonía; su práctica cotidiana redunda en bienestar, en salud mental.

Las investigaciones en el tema concluyen que un padre activo puede ayudar a sus hijos a aprender a ser mejores hombres y a sus hijas a sentirse mejor consigo mismas, evita el exceso de madre, y con su mensaje puede hacer que un hijo o una hija tengan un autoconcepto de éxito o de fracaso.

Por otro lado, la paternidad es un acto de libertad: se decide hacerla de padre o no. Y cualquiera que sea la decisión, transmite mensaje.

Responsabilidad, compromiso, generosidad, desprendimiento, educación, civilidad, son los mensajes que transmiten a sus hijos quienes deciden asumir el rol paterno.

Quienes deciden no asumirlo y terminan por abandonar a su cría humana, transmiten un mensaje triste, lamentable, doloroso.

¿Por qué practicar la paternidad activa? A botepronto pienso en cuatro razones de peso.

La primera es del orden de lo práctico y ético: somos los responsables no sólo moralmente sino también jurídicamente de los hijos e hijas que traemos al mundo. Tenemos responsabilidad no sólo humana sino civil, por lo que la falta de cumplimiento no sólo significa irresponsabilidad sino que nos implica conflicto con la ley, nos hace delincuentes. Esta razón una vez enunciada suena obvia. Lo sorprendente es que a pesar de ello existan en nuestro país millones de familias sin un padre en casa.

La segunda razón fue dicha renglones arriba: la paternidad activa trae como consecuencia la formación de hijas e hijos sanos, con identidades sólidas.

La tercera razón nos la da el profesor del Departamento de Sociología de la California State University, Lewis Yablonsky: “Un cambio hacia una actuación más positiva e inteligente del papel del padre podría afectar a la sociedad en su conjunto; una paternidad más eficiente podría eliminar virtualmente problemas sociales, tales como la delincuencia, el abuso de drogas y la violencia que aqueja a la sociedad”.

La cuarta tiene que ver con los beneficios que aporta a quienes la practican, es decir, a nosotros los hombres: hoy se sabe que los padres que ejercen su papel con responsabilidad y compromiso suelen ser hombres más felices, generosos, empáticos, son mejores directores, mejores líderes comunitarios y mejores modelos a seguir, son personas que caracterizados por la apertura, competencia, equilibrio, compromiso, responsabilidad, empatía, ternura, solidaridad, son capaces de comprenderse a sí mismos y a los demás, de integrar sus sentimientos.

El profesor de psiquiatría en el Yale Child Study Center and Medical School, Kyle Pruett, dice algo hermoso: “Convertirse en un padre exitoso, amado y amante puede ser el logro más alto de la masculinidad reproductora”.

Procrear no ha de ser, pues, el fin de la masculinidad sino el comienzo de la integración de un aspecto de la identidad masculina altamente significativa, que inicia con la llegada del que nos hace padres: el hijo, la hija.


* Psicólogo / gaudirj@hotmail.com

Foto de portada: Pixabay.

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