Extendiendo el viejo proverbio griego, podríamos decir que cuando los dioses quieren destruir a una sociedad, primero la enloquecen. No sólo mandan epidemias y vacas flacas, sino que envían a sus dirigentes a cazar elefantes en lugares exóticos, acumular cuentas en paraísos fiscales, espiar a rivales con el dinero de los fondos reservados y repartir cargos a familiares….
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