Para considerar el arte bizantino como tal, debemos considerar sus temas netamente religiosos y con una influencia muy arraigada a la cultura oriental y grecorromana, en especial de Asia menor y Siria. Jamás se dejó de lado el empleo de los colores; siendo, además, muy estático, centrándose en Cristo.
En arquitectura, también destacaron los temas religiosos a partir del levantamiento de iglesias. En ellas, son muy característicos tanto los capiteles decorados como el uso del arco. Fueron, además, las basílicas con cúpulas ejecutadas en gran medida; así como las iglesias cuyas formas eran en forma de cruz griega.
De los materiales más empleados durante el Imperio Bizantino encontramos la piedra y el ladrillo. Gracias al emperador Justiniano se destacó la influencia persa en muchas obras.
Durante el reinado de Justiniano II, los árabes rodearon Constantinopla y por tal motivo, encontramos una gran influencia islámica entre los siglos VII y IX.
Es importante considerar que el arte bizantino no representa lo que para muchos pueda ser hoy día.
Era utilitario en el sentido religioso y nada más. No se concebía la adoración a las imágenes como objeto artístico, especialmente después de que se generara la crisis iconoclasta, donde la adoración a las imágenes era inconcebible.
En resumen, no se consideraba arte, de ninguna manera.
Las pinturas que más destacaron durante el Imperio Bizantino fueron los frescos. Con esto nos referimos a las pinturas realizadas sobre paredes, en especial en las iglesias, así como las pinturas hechas en paneles e incluso las miniaturas que funcionaban para ilustrar los libros.
Efectivamente, fueron los temas religiosos los que, por excelencia, se desarrollaron en esta etapa histórica. Eran la Virgen María y Cristo las más emblemáticas; otras por su parte, podrían ser excluidas por ser negadas ya que la adoración a las imágenes no era bien visto.
Aunque principalmente se trabajó en frescos, también fueron desarrollados en gran medida los mosaicos así como el temple sobre tela. El uso de los materiales es lo que distingue a la pintura en sí misma de los mosaicos, especialmente por el uso del oro en grandes proporciones, así como la ornamentación elaborada con él.
Las figuras que se representaban solían ser bastante alargadas, cuya representación estaba arraigada porque sostenían algún objeto o daban la impresión de realizar algún leve movimiento.
Por lo general, el ropaje de los personajes se representaba de formas muy hieráticas, casi rectos, excepto por las capas con movimientos muy leves, además de, generalmente, estar recogidos por el brazo izquierdo.
La construcción de iglesias fue lo que más destacó durante el Imperio Bizantino. Estas construcciones fueron, además, a gran escala, especialmente para generar mayor grandeza a la adoración cristiana.
De las principales características arquitectónicas de Bizancio encontramos las cúpulas sostenidas por columnas, las cuales solían ser decoradas con pinturas religiosas dentro de estas estructuras.
El plano empleado para las iglesias fue inspirado por los romanos, aunque haya sido la cruz inspirada en los griegos. Los arcos fueron multiplicados durante este periodo, así como las columnas, las cúpulas, y las bóvedas, con la finalidad de elevar aún más su tamaño.
La idea de elevar aún más el tamaño de estas construcciones arquitectónicas era propiamente con ideales religiosos. Mientas más altas, mayor sería la adoración a Dios; mientras más elevada sea la Iglesia, más cerca estaremos del cielo.
La escultura que se desarrolló durante el Imperio Bizantino estuvo inspirada en oriente, siendo este, de alguna forma, el referente fundamental de la degeneración suscita en el imperio romano occidental.
Generalmente las esculturas solían ser hieráticas, tal como la representación de estas imágenes en la pintura, así como frontales y muy formales.
Una característica propia de Bizancio se puede notar en la representación de los ojos, un poco más grandes y siempre mirando hacia arriba. El material empleado para la ejecución de las esculturas eran tanto el mármol, como la piedra, aunque para las esculturas pequeñas se solía usar el marfil.
Tenemos entonces que la rigidez es de las características fundamentales, así como la falta de naturalidad. Las líneas geométricas y la estilización del follaje les dieron su carácter de obras netamente bizantinas, donde existía, ante todo, uniformidad.
Todo esto debido, quizás, a que la idea de estas figuras iba más allá de la adoración del objeto en sí mismo, sino en lo que éstos representaban.
Los temas principales que se desarrollaron como mosaicos no fueron solamente religiosos, sino incluso políticos, con varios que representan al emperador, considerando que el mayor desarrollo de éste se dio durante el reinado del emperador Justiniano (526 a 565), en la llamada Edad de Oro.
La característica fundamental de estos mosaicos era el uso del color y la luz, cuyas funciones eran simbólicas. Para la ejecución de los mosaicos se mezclaban vidrios de colores con piedras, lo que ayudaba a generar mayor luminosidad. Generalmente se ubicaban en los interiores de las iglesias, así como en muros.
El simbolismo generado en estos mosaicos era fundamentado por la ubicación de los personajes en él. Los que se representaban en el inferior del mosaico eran terrestres, mientras que si se ubicaban en el centro, representaban la transición, pero los que estaban arriba, representaban superioridad, estando, simbólicamente, más cerca del cielo.
Una de las formas arquitectónicas más desarrolladas durante el Imperio Bizantino fueron las cúpulas. No solo se extendió su desarrollo, sino que cada vez eran realizadas de mayor tamaño y en forma circulares, aunque efectivamente, con el tiempo hubo una notable evolución hasta generar la forma de cebolla característica de las cúpulas.
Como explicamos antes, el arte en la época bizantina se destacaba por los colores y las luces que reflejaba; esto justamente se representó en las columnas al ser decoradas con el juego de colores que le caracterizaba. En general, estas columnas eran de color mármol; sin embargo de color rojo también se encontraban, aunque en menor medida.
Las decoraciones de las columnas eran variadas, aunque las más representativas tenían motivos vegetales.
En la época bizantina se destacó el uso de los arcos como parte de las construcciones arquitectónicas Se desarrollaron al menos tres tipos diferentes, los cuales son los siguientes:
Las arcadas paralelas se usaban exclusivamente para los muros externos; mientras que el arco ciego se usaba, esencialmente, como objeto decorativo. Fue el arco de medio punto el más empleado; considerando que también generaba un uso utilitario, especialmente porque se encargaba de sostener las paredes.
Sin embargo, la idea central del uso de los arcos constituía una función espiritual y religiosa. Éstos, ayudaban a que entrara mucha más luz, especialmente si formaban parte de las ventanas, siendo esto símbolo espiritual característico de Bizancio.
Aunque el arte del Imperio Bizantino no haya sido representado como arte propiamente en su época, efectivamente sí ha sido considerado como tal para la historia en general.
Cada época cultural trae características fundamentadas por su contexto tanto social, como político y económico, y con ello, efectivamente, la representación artística en sí misma.
Hasta ahora, podemos tener una breve idea de por qué surgieron tales representaciones, especialmente la arquitectura que se desarrolló en Bizancio. Por ello, mencionaremos las que consideramos fueron las más importantes.
Cuando el emperador Justiniano aún era príncipe, mandó a construir la Iglesia de los Santos Sergio y Baco, que en aquél momento solo se trataba de una capilla palatina especialmente para almacenar las reliquias reales, a modo de martitium.
Su estructura consistía de un núcleo central de forma octogonal y una planta centralizada. Esta estructura estaba cubierta con una cúpula cuyo apoyo consistió en ocho pilares; siendo esta la que predominaría estéticamente en tal estructura. Todo ello, considerando que su fachada se caracteriza por ser una estructura maciza.
Esta iglesia es de tipo palatina debido a su estructura, con su planta centralizada. Esta es precisamente la iglesia perfecta para conocer en gran medida el arte realizada durante el emperador Justiniano, considerando que durante la crisis iconoclasta esta iglesia permanecío intacta.
Realizada en ladrillos entre los años 546 – 548, fue formada por dos octógonos, uno en el interior con un presbiterio con dos partes y el octógono central, extendiéndose hacia el deambulatorio por sus pilares, pero mediante los siete nichos que fueron formados por columnas.
Uno de los sucesos más tristes, si se quiere, del Imperio Bizantino, fue sin duda la crisis iconoclasta y toda la destrucción e incluso muertes, que trajo consigo. Muchas fueron las obras plásticas que se perdieron tras la destrucción de imágenes que se desató en esta época, justamente fue esta iglesia construida tras la destrucción de la primitiva basílica.
Además de haber sido construida junto al palacio imperial hacia los años 532 y 537, fue erigida de manera majestuosa primordialmente para la demostración del poderío del emperador. Fue tan majestuosa su construcción que todas las provincias participaron en ella, incluyendo la mano de obra de más de diez mil personas; siendo su cúpula, finalmente, muy representativa.
Como muchas otras basílicas, esta fue una construcción encargada por el emperador Justiniano.
En este caso, su planta es circular con tres naves, mientras que su bóveda preside de un clípio de gran tamaño. Esta posee una cruz insertada. Por otro lado, posee una bóveda que contiene la representación de la mano de Dios, entre otras representaciones cuyas características son propias de Bizancio.
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