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CIUDAD DE MÉXICO Julio 8 del 2024 A medida que Claudia Sheinbaum se prepara para asumir el cargo como la próxima presidenta de México, la nación enfrenta una confluencia de incertidumbres económicas y políticas que podrían desencadenar una devaluación del peso. Entre los factores clave se encuentran los posibles cambios en el sistema judicial, una revisión pactada del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026, y el aumento de la deuda pública, que ha creado un déficit fiscal significativo.
Las propuestas de Sheinbaum para cambiar el sistema judicial, fuertemente impulsadas por el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), han suscitado preocupaciones tanto entre inversionistas como entre analistas. La posibilidad de un mayor control gubernamental sobre el poder judicial plantea interrogantes sobre el estado de derecho y los derechos de propiedad en México. “Los inversionistas necesitan un marco legal estable y predecible”, dice María López, analista financiera en el Banco de México. “Cualquier percepción de que el poder judicial está siendo politizado podría llevar a una fuga de capitales”.
El temor es que, si las empresas sienten que no pueden confiar en un sistema judicial imparcial, podrían reducir inversiones o retirar capital existente, lo que llevaría a una disminución de la inversión extranjera directa (IED). Esta salida de capital podría debilitar el peso, especialmente si los inversionistas anticipan una inestabilidad a largo plazo.
Complicando aún más la situación está la revisión pactada del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026. Si bien el acuerdo comercial ha sido una piedra angular de las relaciones económicas en América del Norte, proporcionando estabilidad y oportunidades de crecimiento para México, cualquier cambio significativo podría inquietar a los mercados (Brookings) (Atlantic Council).
“El T-MEC es crítico para la economía de México”, afirma John Peterson, economista del Instituto Peterson de Economía Internacional. “Una revisión que introduzca incertidumbre sobre las reglas comerciales y los aranceles podría interrumpir las cadenas de suministro y reducir las exportaciones”.
El simple hecho de hablar sobre renegociar el pacto comercial tiene el potencial de crear nerviosismo en el mercado, causando volatilidad en el valor del peso a medida que los inversionistas reevaluan el riesgo de hacer negocios en México. Una relación comercial debilitada con Estados Unidos y Canadá, los mayores socios comerciales de México, podría deprimir aún más el peso, exacerbando la inflación y aumentando el costo de las importaciones (Brookings).
La deuda pública de México ha estado creciendo a un ritmo alarmante, con el déficit fiscal alcanzando niveles sin precedentes. Este alto nivel de deuda genera preocupaciones sobre la capacidad del gobierno para manejar sus finanzas y mantener la estabilidad económica.
Según la Secretaría de Hacienda, la relación deuda-PIB de México ha ido aumentando constantemente, lo que ha llevado a las agencias calificadoras a advertir sobre posibles rebajas. “Una rebaja en la calificación crediticia de México haría que el endeudamiento fuera más costoso y podría desencadenar una devaluación”, explica Carlos Ramírez, ex asesor en la Secretaría de Hacienda (Wilson Center) (Mexican Manufacturing Hub).
Las crecientes pérdidas de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) también agravan la situación. Pemex, que ha sido una piedra angular de la economía mexicana, ha reportado pérdidas significativas en los últimos años. La mala gestión y la corrupción han afectado negativamente su rentabilidad, y las deudas acumuladas han generado preocupación entre los inversionistas.
De manera similar, la CFE ha enfrentado pérdidas debido a problemas de infraestructura y a la transición hacia energías más limpias, que requiere una inversión significativa. La combinación de pérdidas en Pemex y la CFE podría llevar a una rebaja en las calificaciones crediticias del país, lo que a su vez haría más costoso el financiamiento y aumentaría la presión sobre el peso. Esta rebaja podría provocar una rápida salida de capital volátil, exacerbando aún más la situación financiera del país.
El déficit fiscal, impulsado por programas sociales expansivos y proyectos de infraestructura, pone una presión adicional sobre el peso. Si el gobierno no puede controlar su gasto, el déficit podría aumentar aún más, llevando a un mayor endeudamiento y potencialmente, a una pérdida de confianza de los inversionistas en la gestión económica de México.
Una devaluación del peso tendría impactos de gran alcance en la economía de México. Haría que las importaciones fueran más caras, alimentando la inflación y reduciendo el poder adquisitivo de los consumidores. Si bien un peso más débil podría teóricamente impulsar las exportaciones al hacer que los productos mexicanos sean más baratos en el extranjero, la inestabilidad económica general podría superar estos beneficios.
Las empresas con deudas denominadas en dólares enfrentarían costos de reembolso más altos, lo que podría llevar a incumplimientos y quiebras. Además, una devaluación podría erosionar la confianza pública en la capacidad del gobierno para manejar la economía, llevando a disturbios sociales.
A medida que Claudia Sheinbaum asume el cargo, enfrenta la formidable tarea de guiar a México a través de estas aguas turbulentas. Asegurar la independencia judicial, mantener relaciones comerciales estables y gestionar la deuda pública serán cruciales para evitar una crisis de devaluación. Las comunidades financieras globales y nacionales estarán observando de cerca las políticas y su implementación, con la esperanza de que México pueda mantener la estabilidad económica y evitar los peligros de una moneda devaluada.