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San Valentín feminista de Amor y Rabia en los tiempos de AMLO

He citado a Rayuela, no soy tan creativo

Durante la mañanera de este 14 de febrero —un San Valentín “de amor y rabia”, como dijo Rayuela de La Jornada— tuvo lugar un ríspido diálogo entre AMLO y algunas periodistas.

No es la primera vez que se acaloran los ánimos en el —en mi opinión— laudable ejercicio dialéctico que el presidente de México cada día sostiene, sin restricciones de ningún tipo, con las personas que representan a los medios de comunicación en las conferencias de prensa.

Esta ocasión debe ser considerada especial por el tema sobre el que se reflexionaba: los feminicidios y, sobre todo, lo que está haciendo el gobierno no sólo para combatir este delito, sino para erradicar la violencia de género que tiene un gran arraigo en la sociedad mexicana.

Analicemos con la mayor objetividad y serenidad posibles lo que pasó. Mis reflexiones son producto de un larga plática, telefónica y por mail, con el reportero de SDP Noticias que asiste a las mañaneras, Alberto Rodríguez, @_rodriguezduran, un hombre absolutamente comprometido con la causa feminista, como todos los reporteros que colaboran en nuestro sitio de internet dirigido en lo editorial, sí, por una mujer, Liz Flores, @Majhadera.

Lo que no dijo AMLO

Todo empezó cuando Alberto, por instrucciones que Liz le dio por WhatsApp, preguntó a Andrés Manuel si tenía algún mensaje para los grupos feministas que en esos momentos se manifestaban afuera de Palacio Nacional exigiendo justicia para Ingrid Escamilla y las miles de víctimas de feminicidio que hay en el país.

El presidente López Obrador, no puede haber la menor duda, contestó de buena manera. Inició su locución con un “todo nuestro respeto para el movimiento feminista”, y después precisó:

(i) que su gobierno celebra “que las mujeres defiendan su derecho a la seguridad” y

(ii) que “no es nuestro propósito ofender a nadie”, lo que expresó en referencia a los dimes y diretes de hace unos días, cuando le inventaron algunas frases —lo hicieron columnistas y usuarios de redes sociales; entre los últimos había algunas personas de carne y hueso, por así llamarlas, y una mayoría de bots generados por grupos políticos—; la comentocracia esparció la especie de que AMLO había dicho algo como “no quiero que los feminicidios opaquen la rifa del avión presidencial”, una oración que jamás salió de su boca. 

Aquí empieza el problema. Esto es, estamos una vez más ante el fenómeno de la politiquería como agente contaminante de una protesta femenina más que justa. Y es que Andrés Manuel, no solo no dijo lo de los feminicidios y el avión, sino que en esa ocasión, como en muchas otras a lo largo de su trayectoria como dirigente social, condenó la violencia de género y señaló no estar de acuerdo con los cambios en la tipificación del delito de feminicidio.

Lo que sí dijo AMLO

El pasado viernes de San Valentín, AMLO fue contundente al responder al reportero Alberto Rodríguez: “Estoy en contra del machismo, respeto a las mujeres, todos debemos respetar a las mujeres y no quiero que quede ninguna duda sobre eso”. La verdad sea dicha, no recuerdo a otro presidente llamar a las cosas por su nombre y condenar al machismo.

Para que no quede duda, transcribo la versión estenográfica de la respuesta que dio el presidente:

√ “Sí, todo nuestro respeto para el movimiento feminista”.

√ “Nosotros trabajamos todos los días para garantizar la paz, la tranquilidad, para que no haya violencia, estamos atendiendo el problema de los feminicidios. Celebramos que las mujeres defiendan su derecho a la seguridad, no es nuestro propósito ofender a nadie”.

√ “Me pronuncio en favor de las mujeres, en contra del feminicidio. No se van a modificar las leyes para aminorar castigo a delincuentes. Estoy en contra del machismo, respeto a las mujeres, todos debemos respetar a las mujeres y no quiero que quede ninguna duda sobre eso”.

√ “Es lamentable, tengo que andar cuidando lo que digo, ahora por eso hablo hasta más despacio, de por sí no hablo de corrido, pero ahora tengo que cuidarme, porque si digo una ‘s’ de más o me como una ‘s’, soy trending topic. Claro, no es la gente, son los robots, porque vaya que gana dinero Twitter con eso”.

√ “Sería muy bueno que cuando menos informaran quién pompó, o sea…”

Y en ese momento…

El presidente comenzó a tejer sus ideas, como suele hacerlo, apoyado en la tesis —correcta, desde mi punto de vista— de lo complicado que resulta aclarar lo que dice porque sus adversarios lo tergiversan. De ahí que hablara de la necesidad de cuidar sus palabras para no molestar a nadie y evitar críticas.

Fue en ese momento cuando Frida Guerrera —admirable feminista del Estado de México— se puso de pie y lo cuestionó con un sonoro “¿por qué se desvía del tema, presidente?”.

A continuación se dio un intercambio de ideas —me niego a llamarlo discusión dado el nivel que mantuvieron ella y él en todo momento— en el que Frida Guerrera pidió dedicar un día a la semana al tema de violencia de género y feminicidios, y le preguntó al presidente López Obrador si verdaderamente tenía políticas públicas diferentes a las de gobiernos anteriores para acabar con tales fenómenos.

AMLO respondió que no le dedica un día, sino todos los días al tema y agregó: “Miren, en el caso del feminicidio, nos interesa enfrentarlo, porque es además de un crimen, un acto de discriminación, un crimen de odio”.

Frida señaló que no encontraba una respuesta concreta en las palabras presidenciales, lo que llevó a Andrés Manuel a señalar, exasperado, el siguiente decálogo que ha sido criticado:

“¿Y no basta con lo que estoy diciendo? A ver, a ver, el mensaje para el feminicidio…”.        

√ “Uno, estoy en contra de la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones”.

√ “Dos, se debe proteger la vida de hombres y de mujeres, de todos los seres humanos”.

√ “Tres, es una cobardía agredir a la mujer”.

√ “Cuatro, es un anacronismo, un acto de brutalidad el machismo”.

√ “Cinco, se tiene que respetar a las mujeres”.

√ “Seis, no agresiones a mujeres”.

√ “Siete, no a crímenes de odio contra mujeres”.

√ “Ocho, castigo a los responsables de violencia contra mujeres.

√ “Nueve, el gobierno que represento se va a ocupar siempre de garantizar la seguridad de las mujeres.

√ “Diez, vamos a garantizar la paz y la tranquilidad en México”.

Después del decálogo, AMLO preguntó: “¿Ya?”. Supongo que esto espoleó todavía más los ánimos.

Frida Guerrera y las otras dos reporteras que cuestionaron al presidente por el tema (una de ellas Daniela Barragán, de Sin Embargo; no supe el nombre de la otra) buscaban, en mi opinión, que AMLO señalara sin lugar a dudas que el feminicidio es también un problema de política pública con sus propias características y que requiere de un enfoque desde muchos ángulos para entenderlo, combatirlo y erradicarlo.

Lo que debe hacerse

Quizá en el decálogo a AMLO le faltó incluir expresamente que en México las mujeres enfrentan, además de la inseguridad que todos padecemos, la posibilidad real de ser atacadas o asesinadas por su mera condición de mujeres, algo que no sucede con los hombres.

Esto es, aunque lo ha hecho en el pasado, el presidente de México tendría que declarar cada vez que se toque el tema, especialmente en el contexto de un espantoso feminicidio como el de Ingrid Escamilla, no sólo su solidaridad y aprecio a las mujeres, sino su compromiso inequívoco con un cambio cultural que borre el machismo de nuestra sociedad.

No es que Andrés Manuel no haya sido suficientemente claro al expresar lo anterior en muchas ocasiones, y sin duda el compromiso para evitar la violencia de género está implícito en el decálogo, pero dada la situación de enorme enojo por los feminicidios de todos los días. creo que en el pasado Día de San Valentín el presidente debió ser mucho más específico.

El ejemplo de Claudia, lo que debe hacer Olga

El año pasado, después de una crisis por las marchas feministas en la Ciudad de México, la jefa de gobierno decidió escuchar a las mujeres inconformes.

En agosto, Claudia Sheinbaum encabezó mesas de diálogo con todos los grupos feministas. Las mujeres dejaron la calle y expresaron sus puntos de vista. El problema está lejos de resolverse, pero es un avance que se le preste atención.

No me parece excesiva la propuesta de Frida Guerrera a Andrés Manuel: dedicar un día a la semana, en las mañaneras desde luego, a la violencia de género y a los feminicidios. Si se hace con los precios de las gasolinas, no hay excusa: la agenda de las mujeres debe recibir la misma atención. La secretaria Olga Sánchez Cordero, brillante mujer con experiencia de sobra, puede pactar con las dirigentes feministas una dinámica de discusión y análisis permanente, de tal modo de que cada viernes, por decir algo, se informe en las mañaneras frente al presidente de la república lo que se ha hecho y se busca hacer para mejorar las políticas públicas con el fin de proteger a la mujer.

Es posible hacerlo en las conferencias de prensa diarias: dedicar una hora a la semana a informar sobre el problema de la violencia de género y los feminicidios. Y hablo de una hora de duración porque el diálogo debe ser, sí, libre y apasionado, pero también eficaz y centrado en objetivos específicos cada vez que se dé.

Los medios y su responsabilidad

Indignó la filtración y posterior difusión de fotografías de Ingrid Escamilla. Los medios que lo hicieron no cumplieron con el más elemental de los códigos de ética. Ella no era una figura pública —las imágenes de Colosio en el suelo con un balazo en la cabeza era imposible, periodísticamente hablando, no publicarlas—, por lo que nadie tenía el derecho de lucrar exhibiendo la tragedia de una mujer asesinada solo por ser mujer.

A pesar de tal falta, para no fabricar excusas que después atenten contra la libertad de expresión, los periódicos que lo hicieron el único castigo que deben recibir es el desprecio social. En ese sentido apoyo la protesta en el diario La Prensa —incluidos algunos excesos— que las feministas realizaron en el viernes de amor y rabia.

Dado que el feminicidio se da muchas veces en la familia, dado también que suele ocurrir que el feminicida es el hombre en el que la mujer más confía, su pareja, más allá de reformas legales para endurecer las penas, procede en mi opinión una fuerte campaña de publicidad para concientizar acerca del tema.

Los medios, todos, electrónicos e impresos —redes sociales y plataformas de internet también—, deben comprometerse a difundir sin costo, hasta donde la situación de cada empresa lo permita, una campaña amplia dirigida a todos los hombres y mujeres del país —obviamente más a los hombres— para que reconozcan sus propias actitudes machistas y las combatan por su propia cuenta

Se trata de un esfuerzo similar a  la campaña que en estos momentos se despliega para combatir las adiciones, pero todavía más necesaria.

Y es que si algún día se pacifica el país, es decir, si logramos acabar con la estúpida guerra que inició Calderón y que tiene a México de luto, la derrota del crimen organizado disminuirá, en efecto, el número de ejecuciones en los enfrentamientos entre las mafias del narco y de estas con las fuerzas armadas, pero a pesar de ello —si no se da un cambio cultural profundo— aún tendremos 10 feminicidios al día. O tal vez más, si no actuamos a tiempo.

Espero que las feministas tomen conciencia de un mal que contamina su movimiento: la politiquería. Resulta inadmisible que en supuesto apoyo a la causa ciertos espacios mediáticos y de redes sociales los estén monopolizando mujeres militantes o simpatizantes del PRI y del PAN —o de México Libre, el partido de Felipe Calderón—, respetables todas ellas, pero para nada comprometidas con el feminismo. Mujeres que han colaborado con las opciones políticas y los gobiernos más machistas que hemos conocido, los que más se han opuesto a los cambios legales que las mujeres demandan —como el aborto, por ejemplo—, que nada hicieron durante décadas en el poder para combatir la violencia de género. Se debe tener cuidado porque los absolutamente justificables reproches feministas a Andrés Manuel, estén siendo manipulados por los grupos de poder enemigos de este hombre con el propósito de golpear al único presidente que puede cambiar las cosas. Sí, el único. Porque si el proyecto de la 4T falla, no habrá más esperanza en una sociedad cuyas estructuras morales y de gobierno fueron demolidas por fuerzas políticas conservadoras y corruptas que quieren recuperar lo que piensan les pertenece: la nación entera.

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Ciudadano por México

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