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Trazado burgalés en el Centro de Arte Rupestre | Noticias Diario de Burgos

La colocación de la primera piedra del Centro de Interpretación del Arte Rupestre en Puente Viesgo ha virado las miradas hacia Cantabria. Y aunque desde Burgos muchas tomaran nota como un posible lugar de turisteo, algunas se dirigían a los planos del proyecto. Y es que esos documentos llevan la firma de Miguel Huelga de la Fuente, un arquitecto que, aunque fue alumbrado en Asturias, tiene a Burgos como su ciudad de nacimiento, ya que aquí transcurrió su vida desde bebé hasta iniciar la carrera en Valladolid, además de seguir viniendo de forma asidua. 

El estudio Sukunfuku, que abrió en Gijón en el año 2016 con Iria de la Peña, con la que trabaja desde que se conocieron en 2008 en Holanda, ganó el concurso convocado para el diseño de este edificio que canalizará todo el patrimonio rupestre de la Comunidad vecina. Se prevé que concluya a finales de 2022. 

Cuenta Huelga que la ubicación es tan excepcional que el proyecto vuela solo. Se levantará a los pies de las Cuevas de Monte Castillo, «un lugar idílico, en los valles pasiegos», que los llevó a tener como mayor desvelo que la construcción pasara desapercibida. 

«Nuestra propuesta se basaba en mimetizarlo, adaptarlo a la topografía. No queríamos que el continente restara protagonismo al contenido, que, a fin y al cabo, es la experiencia», perfila sobre este inmueble formado por tres volúmenes cosidos por una única cubierta, que ellos tratan como si fuera una quinta fachada, libre de cualquier tipo de instalación o cableado, para que la gente la admire cual escultura cuando sube a las cuevas. Es la niña de sus ojos. Una estructura metálica con una piel de piedra caliza gris de Cantabria que cambiará de textura con el tiempo. El inmueble mira al exterior, con pequeñas aberturas que se asoman al paisaje, con un patio central que distribuye los espacios interiores, con salas de interpretación, laboratorio, archivo, biblioteca… y vestíbulo diáfano para eventos. 

Sin olvidar que será sostenible, con un gasto de energía mínimo. La implicación con la conservación del planeta y la sencillez de las líneas son dos marcas de Sukunfuku. «Nos gusta ver que nuestros edificios son atemporales, que no están marcados por modas o vanguardias», remacha Huelga sobre el que valora como su proyecto más relevante. 

Lo es para quienes lo han trazado, pero también para la Comunidad por su papel de dinamizador de todo su arte rupestre. Su espacio de interpretación conducirá hacia el Museo de Altamira, de Navarro Baldeweg, como el MEH, al nuevo Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (Mupac) en Santander y al resto de patrimonio arqueológico y de cuevas. 

Paso a paso, Sukunfuku suma capítulos a su biografía. Con el Centro de Arte Rupestre ya encarrilado, trabajan en la rehabilitación de un edificio histórico en Salinas para uso de la Universidad de Oviedo. 

«Es difícil arrancar una oficina de cero sin que te conozca nadie. Hay que pelear todos los días. Poco a poco nos abrimos mercado laboral a base de concursos, es nuestro modus operandi, porque nadie te va a encargar proyectos sin tener construcciones. Ahora, después de muchos años de esfuerzo, ya se empiezan a ejecutar las obras. El tiempo es muy lento en esta profesión. Haces la carrera para construir y sí llega a ser frustrante no poder concluir los proyectos, que se paran por un montón de razones», observa Huelga al tiempo que se sabe afortunado por la visibilidad que han conseguido en la escena internacional tras haber ganado dos ediciones del concurso para jóvenes arquitectos Europan, «desconocido completamente en España por la gente de a pie, pero no así en otros países, donde es muy reconocido en el sector». 

Y es que antes de asentarse a orillas del Cantábrico fue un arquitecto trotamundos. Tras terminar la carrera, se trasladó -remarca que fue una decisión voluntaria, no motivada por la crisis económica que luego obligó a muchos colegas a salir- a Holanda para empaparse «de un país que está a la vanguardia de la arquitectura». Después se embarcó en nuevas aventuras en oficinas ajenas en Francia, Reino Unido y Japón. Ahora solo tiene ojos para Sukunfuku. 

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