Francisco C. De la Torre
Ciudad de México Julio 9 del 2025 — La humanidad está al borde de una transformación histórica. Ya no hablamos simplemente de una nueva revolución industrial, sino de un cambio profundo en el modelo de vida, trabajo y bienestar. Impulsada por el poder exponencial de la inteligencia artificial (IA), la automatización está acelerando la desaparición de millones de empleos tradicionales y planteando una pregunta esencial: ¿qué haremos con el tiempo que antes dedicábamos a trabajar?
Frente a esta disrupción, líderes como Elon Musk han propuesto una solución audaz: la Renta Básica Universal (RBU), un ingreso garantizado para todos los ciudadanos, sin condiciones, financiado por la riqueza generada por la automatización. Este modelo —que alguna vez pareció utópico— hoy aparece como una alternativa concreta para evitar crisis sociales y construir una nueva economía centrada en el ser humano.
Pero para países como México, este camino no será posible sin enfrentar antes desafíos estructurales: inseguridad, debilitamiento del Estado de derecho, pobreza persistente y un sistema educativo anclado en el pasado.
Empleos en manufactura, transporte, ventas, atención al cliente y funciones administrativas comenzarán a desaparecer masivamente. En México, hasta un 40% de los puestos en estos sectores están en riesgo, según estimaciones de la OCDE. La IA ya reemplaza tareas operativas con mayor velocidad y precisión.
Paralelamente surgirán nuevas profesiones: diseñadores de algoritmos, expertos en ética de IA, creativos digitales, gestores de plataformas. Pero estas oportunidades no se distribuirán de forma equitativa. El acceso a educación especializada será clave para no quedar fuera de esta nueva economía.
Ante el desempleo estructural, la RBU se convertirá en una política necesaria para garantizar el bienestar. No como subsidio, sino como plataforma de libertad. Trabajar por gusto, no por necesidad. Estudiar, crear, cuidar o emprender sin miedo a la miseria.
La narrativa tradicional asocia el trabajo con propósito y dignidad. Pero los datos actuales revelan una verdad incómoda: según el Gallup Global Workplace Report 2023, el 59% de los empleados del mundo no se sienten comprometidos con su trabajo, y el 18% lo odia activamente. Para millones, trabajar es sinónimo de estrés, rutina y frustración.
En este contexto, la RBU no significa pagar por no hacer nada, sino otorgar libertad para elegir actividades con verdadero valor personal o social. El tiempo liberado podría invertirse en cuidado familiar, educación continua, creatividad, colaboración comunitaria o emprendimiento.
La revolución digital exige un cambio radical en la forma en que educamos. El modelo tradicional —centrado en grados largos, memorización y baja actualización— es insuficiente. Hoy se requieren cursos ágiles, prácticos y orientados a resultados reales.
Plataformas como Platzi ya están respondiendo a esta necesidad:
México debe integrar estas plataformas al sistema educativo nacional, ofrecer becas digitales, y reconocer sus certificaciones. La educación no puede seguir separada del mercado laboral ni de la tecnología que define nuestro futuro.
La IA, la RBU y la educación moderna no florecerán si no se resuelven primero los tres grandes frenos estructurales del país.
El crimen organizado ha capturado regiones, minado la confianza social y ahuyentado inversión. No se puede construir una economía del conocimiento en un país donde reina el miedo.
Recomendaciones:
La propuesta de reformar el Poder Judicial para elegir jueces por voto popular debilita la independencia judicial. La certidumbre legal es condición básica para que florezcan la innovación, la inversión y la democracia.
Recomendaciones:
Más del 40% de los mexicanos vive en pobreza. Sin conectividad, educación y salud, hablar de IA o cursos en línea es irrelevante. Pero justamente por eso, la RBU y la educación digital son claves para la inclusión real.
Recomendaciones:
Aunque Elon Musk ha sido uno de los promotores más visibles, la RBU tiene raíces filosóficas y apoyo plural:
México forma parte del Tratado México–Estados Unidos–Canadá (TMEC), lo que le otorga una posición estratégica para ser hub regional de innovación, manufactura 4.0 y servicios digitales. Pero para lograrlo, debe invertir en seguridad, justicia, educación moderna y equidad tecnológica.
La inteligencia artificial no solo cambiará el trabajo: puede rediseñar el proyecto humano. Pero para que ese futuro sea incluyente y sostenible, necesitamos un nuevo pacto social. La Renta Básica Universal, combinada con educación ágil y accesible, puede convertir la automatización en un motor de libertad, no de exclusión.
México tiene el talento, la juventud y la posición geográfica para liderar. Pero necesita actuar con visión, valentía y voluntad política. El futuro puede ser más libre, más justo y más feliz. Pero no llegará solo.
Éste artículo fue desarrollado por www.aimworld.ai con el apoyo de IA