Ciudades del futuro

‘Vesper’, la película indie de ciencia ficción sobre un futuro postapocalíptico que ha enamorado a la crítica

Desde que en 1987 debutara en ‘Empire State’ –como extra bailando después de que lo abordaran a la salida de una discoteca a la que había ido con sus amigos–, Eddie Marsan (Londres, 1969) ha sumado, entre cine y TV, más de 140 créditos como actor. Una media asombrosa si tenemos en cuenta, como él mismo nos explica, que “los primeros 10 años de carrera no me fueron nada bien. No me salía nada y tuve que recurrir muchas veces a las ayudas para desempleados“.

Nada que ver con el momento en el que vive, considerado como el actor de carácter que los actores de carácter desearían ser. “¿En serio alguien dice eso?” Ríe, convertido en reclamo de cintas como ‘Vesper’, una ci-fi indie que nos lleva a un mundo posapocalíptico en el que la Tierra se ha quedado sin vegetación.

No es una superproducción pero luce como si lo fuera“, señala nuestra crítica de ‘Vesper’. “Sus directores (también guionistas) levantan una cinta con una dirección artística deslumbrante y unos efectos especiales y visuales espectaculares”.

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No seas tú mismo

“Me enviaron el guion y me gustó”, cuenta sobre cómo se subió a bordo del proyecto del tándem formado por Kristina Buozyte y Bruno Samper. “Rodamos en Lituania, en plena pandemia. Era como estar en una ciudad fantasma. A Bruno le tira más todo lo visual, mientras que Kristina se concentra en los personajes, así que me pareció que formaban un equipo brillante. No soy muy fan del cine de ciencia ficción y sí de las interpretaciones serias. Pensé que con ellos podría hacer lo segundo en un género que no había tocado“.

Algo difícil habida cuenta de su extensísimo currículo en el que, apunta, hay otro denominador común: “Nunca me han pedido que sea yo, algo en lo que me siento muy cómodo, ríe. Seguro que hay actores, sexy y guapos, a los que les piden que aporten esa clase de carisma a todo lo que hacen. A mí nunca me han pedido que sea yo mismo… porque nadie sabe quién soy en realidad. Siempre me piden que sea alguien completamente distinto“. Y la mayoría de las veces, el villano.

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Un malo con propósito

No creo que haya gente mala, sólo gente insatisfecha que busca ser feliz“, declara Marsan, que ha firmado personajes tan abyectos como el marido maltratador de ‘Redención (Tyrannosaur)’ (P. Considine, 2011). “Lo primero que hago es preguntarme qué creen que les hará felices. Normalmente, estos personajes están dispuestos a todo con tal de conseguirlo”, apunta el actor, que afirma, se siente “muy cómodo interpretando al malo de la función si es por un propósito mayor. Por eso quise estar en ‘Vesper’, porque intento siempre trabajar en proyectos que digan algo, que tengan un mensaje desafiante y con matices. Como la vida, que es compleja y paradójica. Aquí, además de una metáfora clara sobre las desigualdades de nuestro mundo, de los peligros de la desforestación, hay lugar para la esperanza”.

Vincent Sandoval

//Getty Images

Adicción interpretativa

Ser actor me ha ahorrado 35 años de terapia. Si no me hubiera dedicado a esto, seguramente habría acabado deprimido”, asegura Marsan que, añade, “yo nunca he querido ser una estrella, sólo quería actuar”.

Para mí, trabajar es una adicción“, dice recién salido del biopic de Amy Winehouse en el que encarna al padre de la cantante. “Pero también tiene que ver con mis orígenes. Crecer sin muchos recursos te deja marcas, una especie de traumas. Sientes que la vida está siempre en precario. Económica, pero también psicológicamente. Por eso sigues adelante, por el miedo de que esto se acabe”, confiesa este actor que, en su primer encuentro con Pedro C. Alonso, su director en ‘Feedback’ (2019), le dijo que interpretaba “pequeños roles en grandes películas, y grandes personajes en cintas pequeñas”. Marsan ríe: “A mí lo que me gustaría es interpretar grandes personajes en grandes películas. De momento no ha pasado… pero más tarde o más temprano sucederá”.

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