Turismo

Viajar por la música y la danza hasta Reus

Transmiten pasión y ganas de aprender. Un total de 24 jóvenes, de entre 18 y 24 años, han viajado hasta Reus seducidos por la danza y la música. Procedentes de 11 países diferentes (Armenia, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, México, Rusia, Serbia, Turquía, Ucrania y Catalunya) participan en el campo de trabajo internacional Cal Massó: art, music and movement, novedad este año entre la oferta pública de la Direcció General de Joventut de la Generalitat de Catalunya, en el Camp de Tarragona. La iniciativa también cuenta con el apoyo de la Fundació Josep Carol y Joventut Reus. Desde el pasado 14 de julio y hasta el próximo viernes, día 26, los jóvenes «comparten un proceso creativo a través de la danza, el movimiento y la música, y viven más de cerca cómo se construye, en estos ámbitos, una pieza artística», explica Marta Grau, coordinadora de proyectos y captación de fondos en el Centre d’Art Cal Massó. 

La música y la danza son las disciplinas que trabajan en el Centre d’Art Cal Massó. FOTO: FABIÁN ACIDRES

Durante estos días, el grupo está bajo las órdenes de la bailarina Ivelice Brown, el músico Manu Sabaté y el también bailarín Simon Wiersma. «Por la mañana, en una primera parte adquieren técnicas y herramientas tanto en la danza como en la música, para tener una base. Y tras una pausa, la segunda parte está destinada a compartir un proceso creativo con los formadores y los jóvenes», explica Marta Grau. Añade, que los profesores «les facilitan el recorrido para construir y experimentar en el montaje del proceso creativo». 
En este sentido, la coordinadora de proyectos de Cal Massó destaca que «los formadores están extrayendo el talento potencial de cada alumno, para que cada uno se sienta necesario en el grupo y a la hora de construir el proceso creativo». El jueves, 25 de julio a las 20 horas, se celebrará una muestra abierta de los resultados de los talleres creativos en el Centre d’Art Cal Massó.

Creadores e intérpretes 
Los jóvenes tienen en sus manos la experiencia de construir e improvisar mediante un proceso creativo y compartido. Acercase a la cultura, las artes escénicas y la música. Elio Parascandolo (Italia) explica que «es la primera vez que participo en una experiencia tan única y que comprende todas las tipologías de artes, desde el movimiento hasta la música, pasando por el baile o el teatro». 

Dos alumnas del campo de trabajo internacional junto con la bailarina Ivelice Brown. FOTO: FABIÁN ACIDRES

Agradece la oportunidad de compartir la experiencia con otros jóvenes de otros países del mundo. «Cada uno de nosotros tiene su cultura, sus costumbres… pero lo increíble de la experiencia es que hemos entendido una cosa que probablemente en el mundo no se entiende: somos de color de piel diferente, de apellidos diferentes, de lenguajes diferentes, pero todos somos seres humanos iguales. En la base, todos compartimos el amor, las emociones… y es importante entenderlo», asegura este joven. 
Se confiesa «amante de la música». «Creo que el arte puede salvarte la vida. Nosotros tenemos dos momentos, uno horizontal, que es la vida de todos los días, donde hacemos las mismas cosas, trabajamos, corremos, estudiamos,… pero también debemos recordar que hay un tiempo vertical, que es el tiempo que nos salva; en este tiempo nos sentimos bien con nosotros. Esto nos hace entender que hay algo más importante que la rutina y que debemos aprovechar este tiempo vertical», afirma Elio Parascandolo. 

La misma ilusión desprende la joven Gisela Madrigal (México). «Es una experiencia muy padre, porque somos estudiantes y personas de todo el mundo reunidas por una razón que son las artes», explica y añade que «siempre busco crecer y que otras personas me aporten un poquito a la vida de artista. Busco crecer para llevar y compartir en mi país lo aprendido». 

Los alumnos proceden de diferentes países de todo el mundo. FOTO: F. ACIDRES

Aprendizaje mutuo 
La bailarina Ivelice Brown explica que «los alumnos también nos enseñan muchísimo a nosotros. Es un grupo muy variado, muy rico, y con mucho entusiasmo y motivación. Crear una energía grupal ha sido principalmente el trabajo de los primeros días, para profundizar en el proceso de creación». El trabajo ha sido minucioso, desde cómo caminar por el espacio hasta cómo comunicar a través del cuerpo. «Todos ellos, tienen la oportunidad de comunicarse y llevar la conciencia a todo el cuerpo. Abrir la mirada y estar presente en lo que están haciendo y en lo que está a su alrededor, en ser también respetuosos y compartir con los compañeros», añade la bailarina Ivelice Brown. Un trabajo que, según ella, «después queda registrado en ti y que llevarás a tu cotidianidad. El trabajo no termina aquí, en Cal Massó, continua fuera». 

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