La casa de Vanessa Solivan la madre, el derecho de jardín.de Créditode CréditoDevin Yalkin para El New York Times

Vanessa Solivan y sus tres hijos huyeron de su último lugar en junio de 2015, después de que un joven fue asesinado a la vuelta de la esquina. Se encontró un piso para dormir en Vanessa la casa de sus padres en el Norte de Clinton Avenue en el Este de Trenton. No era un barrio más seguro, pero era un conocido. Vanessa tomó sólo lo podía meter en el station wagon, 2004 Chrysler Pacifica, dejando que las chinches tienen el resto.

En su casa de la infancia, Vanessa comenzó a cuidar de su padre enfermo. Él había estado funcional de un adicto al crack para la mayor parte de su vida, trabajando como paisajista en los meses más cálidos y cobrando el paro cuando el negocio se ha ralentizado. “Es algo en lo que te acostumbras a ver,” Vanessa dijo acerca de su padre hábito de consumo de drogas. “Mi padre era un drogadicto, pero él nunca nos dejó.” Vanessa, de 33 años, tiene el pelo negro que es generalmente tirado en un moño y alambre de armazón de lentes que se deslice hacia abajo de su nariz; una tímida sonrisa se asoma en los que se siente orgulloso de sí mismo.

Vanessa padre murió un año después de que Vanessa se mudaron. La familia erigido un santuario dedicado a él en la sala de estar, un desaparecido, la gran foto de un hombre más joven, rodeado de flores de seda y se hunde lentamente globos. Vanessa de la madre, Zaida, tiene 62 años y desde Puerto Rico, como era su esposo. Ella usa un andador para desplazarse. La muerte de su marido la dejó con pocos ingresos, y Vanessa fue a menudo se rompió ella misma. Su salud, en su defecto, Zaida podría tomar mucho de Vanessa niños, Taliya, 17, Shamal, 14, y Tatiyana, 12. Cuando las cosas se ponían demasiado fuerte o uno de sus nietos le dio su labio, ella le preguntaría a Vanessa para llevarse a sus hijos en algún otro lugar.

Si Vanessa tenía el dinero, o si un local sin fines de lucro hizo, ella sería reservar una habitación de motel. A ella le gustaba el Red Roof Inn, que vio como “más civilizados” que muchos de los otros moteles ella se había quedado en. Parecía un motel de carretera: dos historias con puertas que abren hacia el exterior. La última vez que la familia de comprobar en los niños llevan a sus tareas hasta la habitación como Vanessa seguido con pequeñas bolsas para la compra de la despensa de alimentos, pasando por dos hombres bebiendo Modelos y se disculpa por su música a todo volumen. En el interior de su habitación, Vanessa puso a la insulina en el mini refrigerador hasta que sus hijos se eligió camas, donde se iba a dormir de dos a un colchón. Entonces ella se deslizó en una silla pequeña, diciendo: “ustedes no saben lo cansado que la Mamá está.” Después de un momento de tranquilidad, Vanessa se acercó y frotó Shamal la espalda, diciéndole, “me gustaría que tuviéramos un buen lugar como este”. Entonces sus ojos vio una cucaracha sensación de su camino a través de la pared de estuco.