El episodio de la cacería del rey en Botsuana, en 2012, y su accidente durante el transcurso de la misma, sigue siendo el eje sobre el que giran las revelaciones que, poco a poco, va soltando Corinna zu Sayn-Wittgenstein (CSW), pareja del rey emérito durante un lustro hoy en Londres a la espera de acontecimientos y en una carrera por “limpiar su reputación”. La cadena de televisión BBC ha publicado una entrevista en la que Sayn-Wittgenstein refiere que después de ese safari comenzó el acoso por parte del Centro Nacional de Inteligencia.
La empresaria alemana reconoce haber recibido 76 millones de dólares por parte del rey emérito, Juan Carlos I, en concepto de “reconocimiento de cuánto signifiqué para él”. La fiscalía suiza, a través del fiscal Yves Bertossa, investiga si cien millones transferidos a una cuenta del país helvético en 2008 están conectados con la adjudicación a empresas “Marca España” para la construcción de la conexión del tren de alta velocidad entre las ciudades de La Meca, Medina y Jedda, en Arabia Saudí. La adjudicación, tres años después, se produjo después de un viaje de Juan Carlos I, todavía rey en ejercicio, a Marruecos, para entrevistarse con el príncipe, hoy rey saudí, Salmán bin Abdulaziz.
Las contrapartidas de ese “regalo” por parte de la casa Saud al rey Juan Carlos y su entorno están siendo investigadas también por la Fiscalía española, pero hay dudas sobre el alcance de las pesquisas de la justicia en cuanto el rey Juan Carlos fue “inviolable” al menos hasta 2014 y hay un debate jurídico sobre si lo sigue siendo. Desde el 3 de agosto, el rey emérito se encuentra fuera de España.
Los servicios secretos españoles, según esta comisionista, tomaron como objetivo su apartamento en el principado de Mónaco. Ocuparon su apartamento en busca de documentos “de forma muy exhaustiva” y llevaron a cabo esa tarea durante semanas. Siempre según su versión, recibió una amenaza de muerte anónima que aludía a los túneles entre Mónaco y Niza, en referencia a la muerte de Lady Di en 1997. “En su apartamento suizo, dice, alguien dejó en el salón un libro sobre la muerte de la princesa”, refiere la nota de BBC, firmada por Linda Pressly.
En 2012 tuvo lugar el conocido encuentro entre CSW y Félix Sanz Roldán, entonces director del Centro Nacional de Inteligencia, amigo personal y hombre de confianza del rey Juan Carlos I. Sanz Roldán advirtió a la ya expareja del rey de que no “podía garantizar mi seguridad física ni la de mis hijos” si se saltaba las reglas que le proporcionó, consistentes en no hablar con la prensa.
Pero Zu Sayn-Wittgenstein ha mantenido varias entrevistas “para limpiar su reputación” desde aquella época con medios como El Mundo o Vanity Fair, que la han puesto en el punto de mira de los servicios secretos y otros defensores de la “razón de estado”.
El franquismo blindó los secretos de Estado para que nunca fueran desclasificados. El Congreso debate establecer un límite temporal para abrir archivos que permitirían conocer el cómo y el porqué de las decisiones tomadas en nombre de la llamada razón de Estado
El Centro Nacional de Inteligencia habría comenzado a “controlar” las actividades de esta empresaria al menos desde 2010, tras el fracaso del Fondo Hispano-Saudí de Infraestructuras (SSIF), un “fondo bilateral” de inversiones entre España y Arabia Saudí en el que estaban presentes algunas de las multinacionales estrella del Ibex 35 y de la industria armamentística (Navantia, Santa Bárbara o Ferrovial, además del Santander y el BBVA).
Ese fondo estaba dotado de 4.125 millones de euros para el desarrollo de infraestructuras pero cayó en desuso por el desinterés de los propios gobernantes saudíes, posteriormente se puso en marcha uno de proporciones más modestas (mil millones), para el que empresas como OHL o Sacyr aportaron 15 millones de dólares a instancias de la propia Zu Sayn-Wittgenstein: “Al parecer esos quince millones se quedaron ‘por el camino’ porque había que hacerse cargo de las management fees (tarifas de gestión de la gente que estaba trabajando en el proyecto, como la propia CSW”, según refiere la periodista Ana Romero en su libro Final de Partida. Las empresas, explica Romero, habrían decidido callar ante el sablazo recibido, no así el CNI “que incluyó a CSW en su radar de alerta y la etiquetó como ‘peligrosa para el rey y para España’”.
No obstante, la entrevista publicada hoy por BBC añade una carga de profundidad en la defensa de Sayn-Wittgenstein sobre su actividad. A la pregunta de si considera justo devolver los 76 millones de dólares que le regaló el rey, la comisionista explica que la Fiscalía suiza deberá establecer si se devuelve “todo” lo presuntamente defraudado: “Lo que me parece extraordinario es que estén convirtiendo 40 años de modus operandi de una empresa familiar en un foco sobre una persona. Y esa persona soy yo… Porque habrá cientos de cuentas en otras jurisdicciones”.
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