Salud y Comida

La importancia de conocer la salud mental y emotiva en el niño

Alan Ever Mamani Mamani

El libro “Higiene Mental” del maestro de los maestros José Antonio Encinas, destaca el valor del estudio del niño en el procesos educativo, ello valiéndose de la Psicología, Psiquiatría, Biología, Higiene Mental, Pediatría, etc. Sin embargo, algunas escuelas normales dieron preferencia a la Metodología, a la Organización de las escuelas, a la Legislación Escolar, como si estos conocimientos sirvieran al maestro para resolver los múltiples problemas que diariamente ofrecen los niños.  

La adquisición de ciertos hábitos en el niño constituyen un elemento determinante en la conducta del infante, tanto en el hogar como en la escuela. Estos hábitos deben ser formados, guiados y afirmados en el periodo de la primera y segunda infancia. Pues, más tarde en la edad escolar, sería difícil, porque el niño se encuentra sometido a las fuerzas de todo orden, y que estos perturbarían notablemente su personalidad. Entonces es necesario que los niños adquieran hábitos de bienestar corporal, acostumbrándose a tomar alimentos a horas determinadas, así como el hábito a descansar, etc., y se deberían evitar los hábitos negativos. Referente a su conducta, los niños no presentan una misma conducta y afanarse en someterlos a las mismas reglas de ética que norman la vida del adulto, es un error del cual debe huirse. La conducta de los niños es modelada por el hogar, por los prejuicios, las costumbres, la situación espiritual y mental, por lo que es necesario que el hogar esté dirigido por hábitos positivos. Además los maestros están obligados a estudiar a sus discípulos antes de imponerles cualquier tarea escolar y someterlos a determinada disciplina.

El niño quieto y tranquilo es un enfermo, o un oprimido.  No es posible admitir su quietud, porque el niño se pone en contacto con la naturaleza por una fuerza interior incontrolable. Por eso, cuando la madre le dice al hijo, “no hagas bulla”, “silencio”, etc., opera en sentido negativo sobre la consciencia del niño, pues la falta de libertad lo pone intranquilo y lo agita. Ahora, el miedo del niño se origina en el periodo fetal, y la escuela se encarga de agravar esta situación con una disciplina, es decir, ocasiona una tremenda presión espiritual, por eso los que han sobresalido en la vida no son los mimados y escogidos en la vida escolar, sino aquellos que han dado libre vuelo a sus aspiraciones. Por otro lado, se dice que un niño que es respetuoso cuando es obediente, esta creencia es un error, porque el verdadero respeto surge de la armonía y comunidad de intereses entre los que mandan y los que obedecen. La obediencia requiere cierta disciplina mental, el niño que no la posee no estaría dispuesto a obedecer, porque comprendería mal la orden dada. Las diferentes modalidades de mentira que presentan los niños en el hogar y en la escuela, dependen de sus constitución biológica y del medio social que les rodea. Respecto al orgullo en el niño, esto se inicia en el hogar, y el primer signo de orgullo es el del poder, esta conducta es luego transferida a la escuela. El orgullo se manifiesta en el lujo, la belleza, la superioridad intelectual, el amor propio, de todo esto el hogar sería el culpable por haber prodigado alabanzas, exaltando cualidades, y manteniendo toda fuerza de prejuicios de familia, raza o riquezas.

Libro: higiene mental – José Antonio Encinas

La alimentación es otro asunto fundamental para la salud integral en el niño, pues buena parte de la actividad psíquica del niño, traducida en conducta, es modificada por la clase de alimentos que en cantidad y calidad ingiere. El hogar que está dirigido por una madre implica que ella, debe estar enterada de la naturaleza del niño, capacitada para estudiarlo, preparada para vivir la vida del hijo,  donde el hogar debe ser la mejor escuela que puede idearse. Asimismo, se dice de la necesidad de trabajar de los niños, ocuparse de algo, tener alguna responsabilidad, ser partícipes de las actividades del hogar. Entonces el niño no debería estar ocioso en la casa, si se quiere mantener y mejorar sus disciplina interior. Este tipo de trabajo ya sea en la casa y luego en la escuela no debe tener un fin utilitario, sino debe ser un medio para mejorar su personalidad, ya sea favoreciendo el desarrollo de sus habilidades y aptitudes para mejorar su disciplina mental. Por otro lado, el trabajo de los niños debe estar circunscrito, en realidad, a una serie de distracciones que en el lenguaje familiar se denomina juego. Por ello, es que los jardines de infancia y parte de la primaria instruyen y educan jugando. Por otra parte, el verdadero recreo de un niño es llevarlo a una paz espiritual, a un estado de placer interior donde pudiera descansar la mente y el cuerpo. Entonces, la música facilita ese equilibrio de la conciencia: toda la fatiga y el malestar desparecen; se adquieren nuevas energías, la atención es más vigorosa, y los conocimientos se adquieren con mayor sencillez. La pereza es otro aspecto que presentan los niños, esto depende de los transtornos orgánicos, estados emotivos, de la falta de dirección en educarlos, de no conocer la diferencia de habilidades, por ello, para juzgar la pereza de los infantes es preciso un examen físico y mental bastante minucioso, ya que son pocos las escuelas que clasifican a sus alumnos según la edad mental y la diferencia de habilidades.

En conclusión, el problema sexual del niño, debe abordarse con consejos saludables en el hogar y en la escuela. El hogar es la primera fuente de información, los padres de familia deben ser los llamados a cuidar la vida sexual de sus hijos, y a intervenir con sabiduría, antes de provocar conflictos graves en el futuro. Por otro lado, decir a un niño que la tempestad, la muerte, la enfermedad, son castigos de Dios, significa desviar su mentalidad de un proceso natural, a otro lleno de angustia, de temor, de incertidumbre. Lo prudente y sabio es explicarle con lenguaje sencillo y accesible, sobre el valor y consecuencia de aquellos hechos. Pues el niño como se ha dicho, no tiene la moral de adulto, menos la voluntad necesaria para disciplinarse: vive de ideas, inquietudes y deseos propios. De igual  manera, la escuela continúa siendo tradicional, porque las reformas propugnadas en los últimos tiempos fueron sometidas a planes de estudio y reglamentos destinados a lograr ciertos mecanismos en la conducta y en el aprendizaje del niño, y estos interrumpen el desarrollo normal de la personalidad. La escuela es para aprender y no para educar, porque los planes no guardan relación con los intereses mediato o inmediato del estudiante. Pues, en este concepto de escuela no se distingue ni se preocupa de la diferencia de habilidades del niño, de la lentitud o rapidez con que cada uno aprende, mucho menos se tiene en cuenta las condiciones biológicas determinantes de todo proceso mental o psíquico.

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