Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sospecha que hubo corrupción en algunos de los contratos otorgados a empresas privadas durante las rondas de hidrocarburos que abrió la reforma energética. Dicha presunción —que el presidente electo y su futuro gabinete de Energía más bien dan por hecho— le ha impedido mantener el discurso conciliador con el que inició su etapa de transición.
Ayer, la próxima secretaria de Energía, Rocía Nahle, reafirmó lo dicho por AMLO el viernes: que se suspenderán las licitaciones petroleras y se revisarán los 107 contratos que ya se firmaron, los cuales se estima detonarán inversiones por 160 mil millones de dólares.
Uno de los contratos que el nuevo gobierno tiene en la mira es el que se subastó el 15 de julio de 2015 durante la primera serie de rondas de hidrocarburos. Se trata de un bloque de 195 kilómetros cuadrados ubicado a 60 kilómetros de la costa de Dos Bocas, Tabasco, denominado Zama-1. Lo ganó la empresa “mexicana” Sierra Oil & Gas en consorcio con la inglesa Premier Oil y la estadounidense Talos Energy.
Dicho contrato fue uno de los más peleados y la oferta del consorcio liderado por Sierra Oil & Gas fue la más alta: ofreció una participación de 68.99% de la utilidad operativa al Estado mexicano.
La noticia que prendió las alertas del equipo de AMLO y del sector petrolero fue que, en julio de 2017, tras dos años de exploración, Sierra Oil & Gas anunció el descubrimiento del octavo yacimiento de petróleo más grande en la historia de México, el cual cuenta con reservas de hasta 2 mil millones de barriles y se ubica en las costas de Tabasco.
Las suspicacias de una posible filtración de información de Pemex al consorcio ganador del contrato no se hicieron esperar, particularmente de la oposición encabezada por Morena.
La entonces coordinadora de Morena en la Cámara de Diputados, Rocío Nahle, calificó de “burla” el anuncio de Sierra Oil & Gas. “Desde que se inició el proceso de la reforma energética, el cuarto de datos reservados y estratégicos de Pemex ya sabía de este y de otros yacimientos”, dijo. “Se trata de una gran noticia para los beneficiarios de la privatización petrolera, pero no para el Estado”, agregó el otrora senador de Morena, Mario Delgado, quien ahora se ostenta como coordinador de ese partido en San Lázaro.
El escepticismo de los integrantes de Morena y de la industria en general también tiene que ver con la historia de Sierra Oil & Gas. Fue fundada en 2014 con capital de la empresa Infraestructura Institucional, encabezada por Jerónimo Gerard, cuñado del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien a su vez es concuño de José Antonio González, entonces director general de Pemex y actual secretario de Hacienda.
Meses después, Infraestructura Institucional fue vendida al fondo BlackRock, uno de los que principales socios financieros de Pemex, donde actualmente trabaja Gerardo Rodríguez Regordosa, un viejo conocido de José Antonio González Anaya, y cuyo ex director en México, Isaac Volin, es el actual director de PMI Comercio Internacional.
Sierra Oil & Gas se asume como una empresa “mexicana”, pero sus dueños son tres compañías estadounidenses de capital privado: Riverstone, la mayor firma de capital riesgo enfocada a energía; EnCap Investments, uno de los fondos más relevantes para la industria en Estados Unidos y, más recientemente, BlackRock, la principal administradora de activos del mundo.
Sierra es dirigida por el venezolano Iván Sandrea, un avezado geólogo con buen conocimiento del subsuelo mexicano que planeaba llevarla a cotizar a la Bolsa Mexicana de Valores.
Sin embargo, la llegada del nuevo gobierno podría nublar todos sus planes en México. En junio pasado, Sierra Oil & Gas puso en venta una participación minoritaria de este proyecto, advirtiendo el inminente triunfo de López Obrador.
La agencia Bloomberg publicó que la empresa contrató a la firma Scotia Waterous para vender un pedazo del bloque donde se descubrió el mega yacimiento. Sierra tiene una participación de 45% en dicho bloque, mientras que la inglesa Premier Oil y la estadounidense Talos Energy se reparten el resto.
Este fin de semana, AMLO se reunió con el gobernador electo de Tabasco, Adán Augusto López, para hablar de los proyectos de perforación y extracción de hidrocarburos y de la nueva refinería, según reveló Rocío Nahle. La futura secretaria de Energía dejó sembrada la primera pista de su investigación a empresas como Sierra Oil & Gas: “Estamos revisando las licitaciones que se dieron en bloque y si Pemex tenía reservas que ya había detectado”, le dijo a los periodistas.
ICA, ¿difícil que vuelva a ser de los Quintana? Mucho revuelo causó en el sector que la familia Quintana quiera retomar el control de la empresa, tras los cuestionados manejos de sus integrantes. En esta columna publicamos que Bernardo Quintana Kawage, nieto del fundador de Ingenieros Civiles Asociados e hijo del actual presidente del Consejo, Bernardo Quintana Isaac, visitó a Alfonso Romo, próximo jefe de Oficina de AMLO, para que le ayude a recobrar el control de la compañía, hoy en manos de David Martínez y Guadalupe Philips.
Sus detractores dicen que la gran empresa de infraestructura que consolidó Gilberto Borja la quebraron los Quintana con “malos manejos y excesos”, por lo que acabó en un concurso mercantil que ocasionó que también los Quintana lo perdieran todo.
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http://www.eluniversal.com.mx/columna/mario-maldonado/cartera/la-petrolera-que-amlo-tiene-en-la-mira
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