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Artificial Intelligence of Things, o cómo las cosas planean hacernos la vida más sencilla

AI igual que en aquel cuento de los hermanos Grimm dos duendecillos se aliaron para ayudar al zapatero a tener una vida mejor, la inteligencia artificial y las tecnologías IoT, Big Data suman sus fuerzas en el equipo Artificial Intelligence of Things, para que “las cosas planeen cómo ayudarnos y hacernos la vida más segura, eficiente, sostenible y humana”.

Tomás se despertó esa mañana con cierto malestar; simplemente parecía que no había dormido bien. Puede que fuera el cambio de estación o que algunas preocupaciones habían conseguido ocupar más espacio del deseado en su cabeza esa noche.

Efectivamente, su wearable le informaba de que su sueño no había sido de calidad. Afortunadamente, Tomás sabía que al poco toda su casa se confabularía para hacerle sentir mejor: la temperatura ambiente se ajustaría a los mejores valores para él y su malestar, la temperatura de su café y sus tostadas estarían justo como él las prefería en este momento, incluso el volumen de su televisión se ajustaría a que las noticias le llegaran de manera más placentera.

Tras estos cuidados oficiados por su casa y una ducha rápida se disponía, mucho más animado, a afrontar otro apasionante día de trabajo. Y era apasionante porque Tomás era muy consciente de cómo la tecnología estaba transformando el mundo en muchísimos sentidos.

No es solo que su casa se ocupara de él de una manera casi invisible, sino que todo su entorno social y profesional se estaba transformando a pasos agigantados.

En el camino a su oficina recordó cómo soluciones tecnológicas de hace solo unos años se centraban en sensorizar maquinaria, elementos físicos, herramientas, vehículos, etc. con el objetivo de ser capaces de “ver” lo que de verdad estaba pasando y actuar en consecuencia.

Hace unos años, en los tiempos del dashboard

Era un tiempo en el que tener un panel de control (dashboard) era una muy lícita aspiración de gran parte de negocios. Las fábricas, la gestión de flotas de vehículos de todo tipo, los comercios o espacios de atención al cliente, las propias ciudades o el campo y la minería… todos ellos se empezaban a transformar digitalmente a través del uso de lo que conocíamos como Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT). Los operarios observaban la realidad (e.g. ese motor que vibra más de lo normal, por dónde deberían pasar mis repartidores para ser más eficiente, cómo se ha conservado un medicamento o alimento en una cadena de frío) y ejecutaban acciones correctoras. Pero ahora era otra cosa.

En paralelo a la explosión del IoT había surgido otra gran revolución tecnológica: El uso de datos como fuente de conocimiento y de decisión. La capacidad de un tratamiento cada vez más rápido y más complejo de grandes volúmenes de datos (el consabido BigData), junto con nuevas técnicas de aprendizaje artificial, todas con nombres que evocan algo que creíamos puramente humano hasta ahora (e.g. Machine Learning, DeepLearing, Generative Learning, etc.) nos posicionaba ante un salto cuántico. Tras él, las cosas, esas cosas inanimadas pero conectadas, empezaban a aprender y a decidir de manera más autónoma, más eficiente, más segura y más sostenible. Ahora todo era otra cosa.

El siguiente paso: la Inteligencia Artificial…de las cosas

Ahora todo era algo más. Ahora teníamos que hablar del siguiente paso: la Inteligencia Artificial de las Cosas (AI of Things). Las cosas eran capaces de aprender, compartir información entre ellas y tomar decisiones de manera casi desatendida. El dashboard no era más que una representación de la realidad y de cómo las cosas se ayudaban entre ellas para gestionar de manera más eficiente un negocio, ayudando de manera desinteresada (no podía ser menos viniendo de las cosas) a todo tipo de negocios.

Y no es que todas ellas tengan que ser un super cerebro o implementar una potencia de cálculo mayor en varios órdenes de magnitud, sino que este ecosistema de cambio se apoya en otros pilares tecnológicos que van naciendo de manera adyacente a esa combinación de IoT y BigData/AI. Aquí la partida se apoya en cosas como:

  • la inmediatez de las nuevas tecnologías de conectividad (e.g. 5G) que aportan grandes anchos de banda y latencias mínimas,
  • la flexibilidad y escalabilidad de modelos de despliegue en la Cloud junto con la distribución de capacidades de cálculo más cerca de las propias cosas (e.g. Edge Computing),
  • modelos cada vez más avanzados de analítica predictiva (i.e. las cosas saben lo que va a pasar) y prescriptiva (i.e. las cosas nos indican qué hacer para que ciertas cosas pasen o no).
  • o modelos de computación distribuida (swarm intelligence, inteligencia de enjambre) en los que, de manera similar a una colonia de hormigas o de abejas, pequeñas piezas de información distribuida entre muchos sujetos (en este caso, nuestras cosas conectadas) son capaces de generar un valor superior.

Y así es como Tomás pasó el agradable trayecto de camino a su oficina. Su coche conectado hablaba con otros coches y elementos de la ciudad para generar ese modelo de tráfico conectado que tan cómoda había hecho la ciudad en los últimos tiempos.

Su oficina ya era consciente de su llegada y de la presencia de sus compañeros y clientes en el edificio para dar inicio a la primera reunión del día justo a tiempo. Por supuesto, la sala se adaptó automáticamente a las necesidades y preferencias de iluminación y sonoridad que sus ocupantes tenían en un perfil.

Y Tomás pudo explicar a sus clientes cómo sus nuevas propuestas de AI of Things les iban a permitir ahorrar miles de dólares: mediante motores que se ayudan entre sí para ajustar su rendimiento y eficiencia; piden mantenimiento con mucha antelación ante fallos que no van a poder reparar, y hasta indican cómo evolucionar el layout de la planta de fabricación para adaptarse a los cambios en la demanda.

Una conexión que acerca e inspira nuevas y mejores soluciones para todos

En estos años Tomás y su entorno se habían enfocado unir las capacidades de IoT y la Inteligencia Artificial para ofrecer una tecnología que conecta aún más las cosas con las personas; en una conexión que acerca e inspira nuevas y mejores soluciones para todos:

  • Desde fábricas conectadas más inteligentes y flexibles, a soluciones de movilidad basadas en datos recabados por miles de coches.
  • Desde soluciones de cuidado de pacientes utilizando métricas predictivas a mejorar la calidad de los cultivos de manera eficiente.
  • Desde la personalización de toda experiencia de cliente a las mejoras en la sostenibilidad integral de las ciudades…

Habían trabajado muy duro (y siguen haciéndolo) para impulsar esa inteligencia conectada a las cosas con el fin de ayudar a las organizaciones a tomar decisiones que mejoren la vida de las personas.

O como él lo veía, esto de AI of Things era como dejar que las cosas planeen cómo ayudarnos y hacernos la vida más segura, eficiente, sostenible y humana, en todos los ámbitos.

Más humana, sí, porque, precisamente es así, como las cosas planean ayudarnos a que nos dediquemos a lo que de verdad nos importan, lo que nos diferencia y conforma nuestra verdadera esencia: inventar, construir, ser creativos, emocionar y emocionarnos, hacer reír… En definitiva, a vivir.

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