Nuevo León

Canek, el ser humano detrás de la máscara

La leyenda viviente de la lucha libre • No le auguraban futuro a quien es hoy un ícono del cuadrilátero; en plena actividad, está a punto de cumplir 50 años de carrera • Debilidad y gran amor son su familia; nostálgico es el recuerdo de sus padres y grande la gratitud a Dios • “No soy superhéroe ni de hierro, tampoco de hielo o una persona sin sentimientos; sufro y me duele como a los demás” • “Admiración del público no debe terminar en lástima; pensar en el retiro, una tontería, pues mañana podría no despertar”

MAURICIO ORTEGA CAMBEROS

Sobre el cuadrilátero es uno de los símbolos de la lucha libre mexicana. Aguerrido entre los más aguerridos. Temido y respetado por sus rivales de profesión. Colocó a México, junto con otros enmascarados, en países donde no se conocía este deporte.

Es uno de los atletas más longevos sobre el ring. Desde la década de los 70s hasta el día de hoy, pues aún realiza presentaciones para el deleite de las viejas y nuevas generaciones. Apenas el domingo pasado luchó al lado de Canek Jr. (su hijo) en Guadalajara.

Canek Jr., tras la leyenda de su padre.

Sobre el oriundo de Tabasco han corrido ríos de tinta en periódicos y revistas especializadas tanto aquí como en extranjero. Lo mismo ha pasado en radio, televisión y cine. Ahora, las redes sociales se ocupan del múltiple campeón de los pesos completos. Más reportajes y más entrevistas. Incansable, acude a todas. Sí, Canek es un ídolo, una estrella y figura del ring. No será en este espacio, sin embargo, donde resumamos y comentemos su exitosa y nada fácil carrera, pues en su primera lucha no le pagaron y sí le aseguraron que no tendría ningún futuro.

Debajo de la lona, nos encontramos a un ser humano igual de respetado y respetable. Nos comenta que siempre ha apartado su vida profesional de su casa y familia. La lucha es su trabajo y no la lleva a casa. Tampoco traslada su vida personal al cuadrilátero. Ni siquiera recibe a otros luchadores en su casa. Tampoco a aficionados y periodistas. Por eso, la cita es en el Gimnasio Shu “El Guerrero”, en la colonia San Simón. Ahí se ha preparado físicamente casi toda su carrera. “Es como mi casa”, admite con agradecimiento.

Pero ese hombre transparente, no aplica llaves ni castigos a su entrevistador. Por el contrario, se abre con franqueza y sencillez, pero no por ello deja entrever disgusto para quien no confía en su palabra o la pone en duda.

Aplicando una llave a quien esto escribe.

Su debilidad es su familia. Se esfuerza por no transmitir ese sentir, pero la voz entrecortada lo delata. Ahora recordamos que, en otra entrevista, relataba con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos cómo sus primeras ganancias del ring fueron para comprarle a su señora madre la casa prometida. Nos muestra orgulloso una foto de su padre con sus nietos (los hijos de Canek). “Era alto”, comenta.

Pero ya entrados en materia, vamos a lo que truje chencha, a la plática concedida para todos los lectores, especialmente para los amantes a la lucha libre mexicana.

— ¿Cuál es el recuerdo más memorable que le ha dejado la lucha libre?

“Recuerdo con gran gusto la etapa en que debuté y la que estoy viviendo hoy en día. Esos son mis momentos memorables. Llegué al final de la etapa que llaman de oro, la de El Santo y Blue Demon. Me sumé a la época de Mil Máscaras, El Solitario, Dos Caras y el Dr. Wagner, entre otros. Ahora vivo y convivo con la tercera generación. Pero para mí -enfatiza- no hay solo una época de oro, sino siempre lo ha sido, hasta el sol de hoy”.

Con uno de sus trofeos. La máscara de Dos Caras.

— ¿El momento que recuerde con más tristeza o dolor?

“Sin duda, el fallecimiento de mis padres, de mis abuelitos, pues me han marcado profundamente. Esa es la vida privada de Canek, eso no sale al público. Nunca expreso al exterior mi dolor, ni justifico porque ando mal. A la gente le interesa el personaje como lo ha visto y no le importa lo que uno esté arrastrando. Una vez que me pongo la máscara, me olvido de los problemas de mi vida privada y paso a personificar a quien la gente va a ver y se identifica con él”.

— ¿Algún trago amargo dentro de su profesión?

“La verdad no veo cuál pudiera ser un trago amargo. Todo ha sido experiencias muy bonitas. Hago lo que me gusta”.

Gran rivalidad, la de Canek y Mil Máscaras.

— Algunos de sus colegas no gozan de cabal salud como Usted. Hemos visto a luchadores postrados en sillas de ruedas, con muletas, daños cerebrales, mal de Parkinson y otros males graves. ¿Qué opina?

“Desgraciadamente en el pecado va la penitencia. Uno debe aprender a cuidarse, a tener atención médica cuando lo necesita. Somos de carne y hueso, como cualquier persona y pues a algunos les toca vivir esa penosa etapa. Cuando eran jóvenes se olvidaron que se tenían que cuidar para tener un retiro digno”.

— ¿Es válido mostrarse disminuido ante la gente?

“El público nunca debe sentir lástima por uno. A mí nunca me ha gustado decir que tengo problemas físicos. Tampoco salí a los medios a hablar cuando falleció mi madre o mi padre, es más, cuando se fue mi viejito ni siquiera pude asistir a su sepelio. Cuando se fueron mis abuelos hubo mucho dolor; son fechas muy marcadas para mí, pero no para el público. La gente debe ver a un personaje fuerte y un ejemplo para los jóvenes. Nunca la admiración debe terminar en lástima por uno”.

Con su señora madre. Amor entrañable.

A propósito de la oleada de jóvenes luchadores, relata como al competir con ellos ha escuchado decir: “hoy nos toca luchar con el dinosaurio”. Sólo los miro de reojo y pienso: “Ya veremos”.

“Al paso del tiempo me los he encontrado ya retirados y en deplorables condiciones. Algunos no únicamente no se cuidan -comenta-, sino que caen en todo tipo de excesos. Drogas, alcohol, anabólicos, etcétera, y todo eso claro que pasa factura tarde o temprano”.

— ¿Tienen suficiente atención médica durante y después de su carrera?

“En las principales arenas, como la México, sí dan atención médica. Si te lastimas, enseguida los promotores están al pendiente. En Puebla tuve una lesión en el brazo y esa misma noche fui operado. Yo no pagué nada. Luego viene la recuperación y de nuevo al ring. No soy superhéroe ni de hierro; tampoco soy de hielo ni una persona sin sentimientos. Sufro y me duele como a los demás”.

— ¿Puede abundar sobre ese punto?

“Cuando murió mi madre, estaba subiendo al ring con el Rayo de Jalisco y me comenzó a invadir la nostalgia. De repente me dieron un sombrerazo en la espalda, me dolió mucho, pero me regresó a la realidad y pensé ‘este es mi trabajo y la gente no tiene ninguna culpa’. Y me dediqué a lo que iba, a luchar. Ya después habría tiempo para mi pena y dolor”.

Memorables combates contra el Rayo de Jalisco.

— ¿Su familia lo es todo?

“Mi familia y mi hogar son sagrados. A nadie de las luchas le permito que vaya a mi casa o que se meta con los míos. El trabajo (la lucha) es de todo el público, pero mi hogar es un templo. Yo soy del pueblo y para el pueblo; a él me debo, pues gracias al pueblo estoy aquí”.

— ¿Lo privado se queda en su corazón?

“Así es. Por ejemplo, ahora estoy en una transición de unas operaciones y nadie lo ha sabido. Insisto, el público no debe sentir lástima por uno, sino la admiración que ha tenido siempre. Canek no permitirá que la admiración de sus seguidores pase a la lástima. ¡Eso jamás!”.

— ¿No todos los luchadores piensan y actúan igual?

“Así es y yo los respeto mucho. A mis compañeros les digo que debemos tener en cuenta nuestro futuro, pues muchas veces sólo pensamos en el hoy, hoy, hoy. Nos vamos por el camino equivocado y eso nos lleva a un final desastroso.

Este año el personaje de Canek cumplirá 50 años de existencia. Aunque se presentó profesionalmente en 1975, fue creado en 1973. Como la identidad de quien está detrás de esa máscara, su edad es un misterio. No tiene, por supuesto, la intención de aclarar nada”.

Canek, el rey del Toreo de Cuatro Caminos. Aquí doblega al gigante Dan Hansen.

Confiesa que no le agradan las celebraciones o festejos, por más que hay quienes le han propuesto hacer algo especial por estas 5 décadas.

“Si el público aún está a gusto con Canek, eso es lo importante y suficiente. Ese es el mejor regalo que me pueden dar”, reflexiona.

El enmascarado estuvo alejado de las luchas por más de 7 años. Lesiones en las rodillas lo llevaron a someterse a cuatro intervenciones quirúrgicas. Los doctores iban a quedar satisfechos sólo con el hecho de que volviera a caminar. Los sorprendió. No sólo caminó, sino reapareció en la lucha. Sus médicos no daban crédito de lo que sucedía. Estaban sentados en la primera fila vigilando sus movimientos y caídas. Casi 10 años después, todavía se da sus maromas.

— ¿Ha pensado en el retiro?

“En el retiro pienso cada día. Es más, ni siquiera hay que pensar en eso. Jóvenes luchadores han quedado sin vida arriba del ring. Sabemos cómo subimos, pero no sabemos cómo vamos a bajar. El pensar en el retiro es una tontería. No se puede decir ‘me voy del cuadrilátero en dos o tres años, o en un mes’, pues quién sabe si amanezca vivo mañana. Hay que vivir el hoy como si fuera el último día de tu vida; disfrútalo y gózalo, pues mañana quién sabe qué pasará. Esa es mi filosofía, voy viviendo los días conforme me los va dando Dios. Que Dios disponga de mí y si me da la posibilidad de retirarme, así lo haré de manera digna”.

Canek. “Serpiente negra”.

— ¿Tiene necesidad de luchar?

“Económicamente, no. Gracias a Dios ya no necesito luchar para comer. Mis hijos ya están grandes y tienen sus carreras. Estoy en las luchas porque es lo que me gusta, me encanta el ambiente. Esto es lo mío”.

Sin rencores con nadie dentro y fuera de la lucha, a pesar de que algunos le fallaron, Canek está satisfecho y agradecido con Dios y la vida por lo que le han dado. No escatima palabras de amor y de reconocimiento para sus padres y abuelos. Sus hijos son su orgullo.

Canek afirma que lo privado es privado, pero el sentimiento que hay en un hombre de bien no le permite guardar lo que hay en su corazón. Sí, duro en el cuadrilátero, pero sensible y humano abajo del mismo.

Y para concluir:

— La pregunta que no puede faltar: ¿Nunca va a perder la máscara?

“Bueno, no soy super héroe y todo puede pasar, pero hoy en día no tengo con quién hacerlo (luchar máscara contra máscara) ni la necesidad de hacerlo”.

El ser humano detrás de su codiciable máscara. “No la perderé”.

enprimerapersona63@gmail.com

El cargo Canek, el ser humano detrás de la máscara apareció primero en IMPACTO.

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