Por Estefanía Pérez Díaz Sabemos que el cambio climático es el aumento de la temperatura y la alteración de los patrones climáticos a largo plazo; estas variaciones se pueden observar en el incremento de sequías, escasez de agua, fenómenos naturales con mayor intensidad, como los huracanes, incendios, aumento al nivel del mar, inundaciones, pérdida de biodiversidad, entre otros. Aunque algunos cambios pueden suceder de manera natural, por actividad solar o volcánica, se sabe que las personas somos los mayores responsables del aumento en la temperatura y el aceleramiento del cambio climático, y esto es una consecuencia de nuestras actividades desde la Primera Revolución Industrial. El sistema de producción lineal desfavorece los esfuerzos por disminuir el impacto de nuestras actividades, por lo que se han buscado nuevos modelos para combatirlo, como la economía circular. En agricultura y ganadería, que también son actividades altamente generadas de gases de efecto invernadero, ha desarrollado nuevos métodos para mejorar su efecto, como la agricultura regenerativa. Pero ¿qué sabemos del efecto en la salud? De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades causadas por el cambio climático son de las mayores amenazas para la población, de manera directa o indirecta. Y se prevé que cada año aumenten las personas con enfermedades causadas por este. De manera directa tenemos lesiones, enfermedades e incluso defunciones por olas de calor; el aumento en la contaminación genera enfermedades respiratorias crónicas y, también, al tener mayor alcance e impacto los fenómenos naturales, aumentará el número de vidas pérdidas. Además de que la contaminación del agua y el crecimiento urbano pueden provocar enfermedades gastrointestinales y agraviamiento de afecciones en las vías respiratorias, tales como el asma. Por su parte, al pensar en el cambio climático y la salud desde una perspectiva económica hace necesario considerar que la seguridad alimentaria es esencial para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los derechos humanos, y para lograr tener un nivel de vida adecuado. Se proyecta que más de 600 millones de personas en el mundo sufran hambre en 2030; por lo que se habla de una población más propensa a enfermedades infeccionas y con mayores problemas de la desnutrición. Con el nuevo mercado de alimentos, la oferta y la demanda provocará mayor inflación, y los altos precios impedirán que las personas más vulnerables logren tener acceso una canasta básica completa. Mientras que, en contraste, sectores de la población con mayores ingresos junto con la industria de la comida seguirán con el desperdicio de alimentos; esto contribuirá al círculo vicioso que genera una mayor demanda de alimentos, inflación y, por tanto, mayores problemas de desnutrición y de salud. Ahora bien, en términos laborales, nos encontramos con el aumento de enfermedades psicosomáticas. Estas pueden ser; estrés, ansiedad, depresión, agresión, bruxismo, migrañas, insomnio, entre otras. La demanda que generan las actividades laborales por cumplir las metas que la organización o empresa le ha indicado a cada persona, le generan alguno de los trastornos anteriores y, a su vez, le afecta en el relacionamiento fuera del trabajo, como las relaciones familiares y con las amistades. Laboralmente hablando, los mexicanos somos conocidos como workaholics, trabajólico o adictos al trabajo. De acuerdo con cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2022, en México se tiene un promedio anual de 2,226 horas trabajadas por trabajador en comparación con Alemania, que su promedio es de 1,341 horas trabajadas por trabajador, 885 horas menos que el promedio de los mexicanos y siendo el primer país en comparación con los demás países que forman parte de la OCDE. Cuando es un empleo en oficina, los problemas circulatorios, la obesidad y los dolores musculares son parte del día a día de un mexicano. Si es actividad laboral que se realiza en el exterior, sus posibilidades de un accidente aumentan considerablemente, así como los niveles de estrés generados por la inseguridad y extorsión. Hablando de estrés, datos del Instituto Mexicano del Seguro Social indican que previo a la pandemia, México ya se encontraba como uno de los países con mayor fatiga por estrés laboral; ya que al menos 75% de los trabajadores padece esta condición. Y sorprendentemente uno de los sectores donde se registra mayor estrés es el sector salud. Sin duda, es un gran reto al que nos enfrentamos en la lucha con el cambio climático y no sólo por el hecho de tener que aprender a reciclar o conocer qué actividades podemos mejorar para reducir nuestra huella ecológica. También debemos ser conscientes del efecto que tiene en nuestra salud y si hay algo que podamos hacer para mejorarlo. Probablemente sea muy complicado que podamos hacer algo para prevenir, cuidar y mejorar nuestra salud, principalmente porque los factores son externos a las acciones que podamos implementar; sin embargo, el primer paso es estar informados, conocer qué está pasando a nuestro alrededor y concientizar a las personas que se puedan. Por lo que, te invito a que te respondas las siguientes preguntas y hagas una autocrítica sobre qué tan en serio tomas tu salud. ¿Con qué enfermedad te identificas más?, ¿has hecho algo por mejorar tu salud?, ¿haces ejercicio y te alimentas adecuadamente?, ¿cuántas veces a la semana consumes comida rápida?, ¿consumes en locales de tu colonia? El cambio y la reflexión lo dejamos a tu consideración, pero recuerda la salud física y mental sí son importantes. ESTEFANIA PÉREZ DÍAZ es Licenciada en Negocios Internacionales, Docente y Estudiante de Maestría en Administración de Empresas para la Sustentabilidad por el Instituto Politécnico Nacional. Especialista en importaciones. Miembro del PJ del COMEXI. Síganla en @_FannyPD
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