AMLOMETRO Economia y Negocios Política y gobierno

Contrapropuesta de Reforma Eléctrica

Salvador García Soto

Los mexicanos no están tan entusiasmados de regresar al monopolio de la CFE

OPINIÓN 30/10/2021  04:39  Actualizada  04:39

Al paso que vamos, el panorama para la propuesta de Reforma Eléctrica del presidente López Obrador se le complica cada vez más. Ni la defensa a ultranza del mandatario y sus colaboradores e ideólogos, ni la intensa operación ordenada en medios y redes sociales a favor de la propuesta presidencial promoviendo el tema de la “soberanía energética”, está logrando que el modelo estatizador, que devolvería un control casi monopólico a la CFE, entusiasme y convenza no sólo a los mexicanos sino a los mercados y ahora tampoco al gobierno de los Estados Unidos que cuestiona los efectos negativos que traería la propuesta lopezobradorista en un aumento de las emisiones contaminantes de México y también un incremento de tarifas eléctricas.

Para colmo, el choque entre los moderados y los radicales de la 4T por el tema eléctrico es cada vez más evidente. Mientras las alas conciliadoras del Congreso buscan abrir el análisis de la iniciativa constitucional con diálogo y ejercicio de parlamento abierto para escuchar a todos los sectores involucrados, el ala dura representada por el padre de esta reforma, Manuel Bartlett Díaz, junto a ideologos como Paco Ignacio Taibo II y esbirros como el diputado petista Gerardo Fernández Noroña, presionan para imponer un cambio radical y autoritario en contra de las inversiones privadas y los contratos existentes en el sector de generación de energía eléctrica en el país.

Y en medio de esa división interna de los lopezobradoristas, la esperanza del Presidente para sacar su propuesta energética por mayoría calificada, que son los votos del PRI, se ven cada vez más complicados y difusos. Entre los priistas avanza la propuesta de dirigentes y ex líderes de ese partido que condiciona el voto a favor de la iniciativa de López Obrador a que no sea aprobada “en todos sus términos”, lo que significa que el priismo estaría pensando en presentar una contrarreforma a la iniciativa presidencial en la que incluya sus propias propuestas y planteamientos en la reforma constitucional.

Todo eso ha ocasionado que haya un retraso en el inicio de la discusión y análisis de la iniciativa de reforma eléctrica que hoy genera más dudas que certezas. Mientras el Presidente desestima las críticas y dudas del Departamento de Energía de Estados Unidos a su reforma eléctrica y las descalifica diciendo que defienden intereses económicos –“no suena lógico, suena metálico”, dijo en tono de sorna—,  en tanto que su polémico director de CFE atiza la incertidumbre con sus posiciones cada vez más radicales y sus actitudes que rayan en el cinismo.

Y SI EN VEZ DE DARLE MÁS CONTROL A CFE, ¿LA REFORMAMOS?

Algo que empieza a quedar claro en el debate sobre el sector eléctrico que ha abierto la reforma de López Obrador es que la Comisión Federal de Electricidad es una de las empresas más impopulares de México. Es la empresa campeona de las denuncias ante la Profeco y hay muchas localidades del país donde no dejan entrar a los trabajadores de la CFE y varios estados de la República que tienen una historia de larga lucha de resistencia contra los abusos y cobros excesivos de luz.

Los apagones eléctricos son el pan de cada día que afecta a millones de usuarios diariamente generando pérdidas económicas cuantiosas, lo mismo a la industria y al comercio que afectaciones y molestias a los hogares del país. El alto costo de la energía eléctrica está popularizando la adopción de nuevas fuentes, particularmente de energía solar que cada vez es más utilizada por los mexicanos: hoy 81 mil viviendas en el país cuentan con su propia generación de energía solar a través de la instalación de paneles solares, lo que representa un incremento de 57% con respecto a las que había en 2018.

De todo lo anterior se podría deducir que los mexicanos no estarían del todo dispuestos a darle más poder y mayor discrecionalidad sin ningún contrapeso a una empresa que cada bimestre le clava el colmillo a la gente. Por lo tanto, desde este espacio se plantean y sugieren a los diputados y senadores de la oposición algunas reformas como contrapropuestas a la reforma constitucional de López Obrador enfocadas a: 1) mejorar el servicio, 2) garantizar mayor eficiencia, 3) acabar con cobros excesivos, 4) hacer justicia a los estados que aportan sus recursos naturales y 5) popularizar las energías limpias y baratas.

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REFORMA para que ningún hogar y ningún negocio en el país sea víctima de cobros excesivos en su recibo de luz, no pague un centavo y su servicio no pueda ser cancelado por la CFE mientras se resuelve su queja.

REFORMA para establecer un programa de indemnizaciones a usuarios de la CFE (hogares y negocios) que sean víctimas de apagones atribuidos a la ineficiencia de la empresa, al mal estado de la infraestructura y a la acción perezosa de la empresa para atenderlos y resolverlos de inmediato.
REFORMA para otorgar tarifas preferenciales de luz a aquellos estados de la República donde la CFE extrae recursos naturales o provoque una alta contaminación por la operación de sus centrales.

REFORMA para que un porcentaje de los millonarios recursos destinados a subsidios de luz sean destinados a subsidiar la adquisición e instalación de millones de páneles solares en hogares, escuelas, centros de salud y pequeños negocios.

REFORMA para que un porcentaje de los excedentes petroleros se destinen al presupuesto de la CFE para invertirlos en plantas de energías renovables por todo el país en coinversión con estados y municipios.

REFORMA para que CFE implemente un programa emergente para eliminar los llamados “diablitos” de luz que se calculan en 75 mil en toda la República y que generan pérdidas por 25 mil millones de pesos anuales.

REFORMA para crear un programa de regularización de pago y reestructuración de deudas de luz con entidades del gobierno federal, estados y municipios deudores que se calcula en 64 mil millones de pesos.

REFORMA para crear el Ombudsman de la Luz, un defensor de los usuarios de energía eléctrica tanto de CFE como de empresas privadas que sea autónomo, nombrado por el Senado y que cuente con todos los dientes para proteger a los usuarios de abusos y arbitrariedades, y que sus resoluciones tengan peso moral y puedan ser vinculantes.

Todo lo anterior, que recogimos de planteamientos de varios especialistas, congresistas y usuarios del servicio eléctrico, tanto privados como domésticos, se sustenta en la premisa de que los mexicanos no están tan entusiasmados de regresar al monopolio de la CFE, pero sí apoyarían reformas que mejoren el servicio, acaben con cobros excesivos, disminuyan los apagones, se haga justicia a los estados que aportan sus recursos naturales para generar energía a la nación y popularicen las fuentes limpias y baratas.

Esa sería la mejor forma de tener una CFE fuerte, moderna, financieramente sana y que pudiera competir, en condiciones de ventaja, con las empresas privadas. Darle más control político, presupuestal y constitucional a una empresa ineficiente, abusiva y financieramente comprometida, no resolverá ningún problema y sí en cambio le generará problemas al abastecimiento eléctrico nacional y costos multimillonarios –de entre 40 mil y 120 mil millones de dólares— por demandas, juicios y controversias comerciales de los inversionistas privados que se vieran afectados por la modificación o cancelación de sus contratos.

La pregunta está abierta y es todavía pertinente y necesaria: ¿Qué le conviene más al país y a los mexicanos? ¿Una empresa estatal casi monopólica y muy soberana pero ineficiente, costosa, quebrada y que genere energía limpia mientras mantiene su tradición de abusos y prepotencia para la población y sus usuarios?, o una empresa reformada y eficiente que atienda los reclamos de sus usuarios, genere y apoye la generación de energía limpia, autofinanciable y financieramente sana y competitiva en un mercado eléctrico controlado y regido por el Estado mexicano. Esa respuesta la tendrán que dar los diputados y senadores en el debate parlamentario que viene sobre el sector eléctrico y energético.

NOTAS INDISCRETAS…

En tan solo una semana los rasgos autoritarios y casi totalitarios del presidente López Obrador se van definiendo con toda claridad: primero con sus ataques y críticas a la UNAM y a otras universidades públicas como la Universidad de Guadalajara, a las que acusa, sin más fundamento que su palabra, de “neoliberales” y “derechizadas” o de utilizar recursos públicos en una Feria Internacional del Libro que desde hace años es autofinanciable y no utiliza financiamiento público, para luego abrir una propuesta de “reforma al modelo universitario” que es un plan embozado para promover un modelo socialista de educación y un esquema de control político de la educación superior. Pero luego, cuando ya prendió el debate sobre sus ataques a las universidades, López Obrador vuelve a sorprender con una declaración en la que atribuye derechos y demandas ciudadanas como el feminismo, la transparencia y rendición de cuentas, el derecho ambiental o incluso la protección de los animales, a una “estrategia del neoliberalismo para robar”. Son tan  absurdos pero al mismo tiempo tan autoritarios y preocupantes los planteamientos del Presidente, que las reacciones que generan son cada vez más amplias: desde contestarle y enfrascarse en debates que se vuelven nacionales, hasta expresar serias preocupaciones por los rasgos de autoritarismo presidencial, por una perversa estrategia de distraer la atención con sus declaraciones de los problemas y crisis graves que vive el país por su gobierno, pero también no falta quien se pregunte si la salud mental de quien gobierna al país está bien o si tanto desvarío debiera empezar a preocuparnos… Otra cosa que sorprende ya en este gobierno es ver la manera en que López Obrador está superando con creces a los más conspicuos presidentes de la era priista en el uso y abuso del “Dedazo” presidencial. Porque en la sucesión adelantada que él mismo decretó, en donde dice que tiene “muchas corcholatas” y aspirantes a la candidatura de Morena para el 2024, cada vez es más evidente y hasta burdo que sólo hay una favorita en su ánimo y en su interés. Y si ya publicamente apuntó con su dedo a Claudia Sheinbaum, ahora claramente y para muina de Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, el Presidente ha decidido llevar a la jefa de Gobierno a sus giras por la República con la única y notoria intención de “placearla” y ayudar a que su nivel de conocimiento en el país, que es el más bajo de los aspirantes presidenciales, suba un poco y la gente en los estados al menos la conozca físicamente. Y Sheinbaum, que ya se la creyó y está en plena campaña dos años antes, abandona sus labores y responsabilidades en la siempre compleja Ciudad de México, para irse junto al Presidente, primero a Chiapas y ayer a Campeche en donde nada justifica su presencia, nada salvo su carácter de favorecida y favorita del Presidente. Ningún presidente priista fue nunca tan burdo y tan evidente en el apoyo a sus delfines y candidatos, dos años antes de la sucesión presidencial. No cabe duda que Andrés Manuel no sólo rescató en su estilo de gobernar los usos y costumbres del viejo PRI, sino que ahora los está superando y exacerbando… Los dados mandan Serpiente Doble. Semana de altibajos. 

Fuente:https://www.eluniversal.com.mx/opinion/salvador-garcia-soto/contrapropuesta-de-reforma-electrica

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