Tabasco

Deja 50 años de clandestinidad; narra cómo Marcos aceleró levantamiento del EZLN

Federico Ramírez decidió dejar 50 años de clandestinidad. Lo hace orgulloso de las tres estrellas rojas en el pecho que lo acreditan como comandante de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) y por primera vez ofrece su verdad literaria de 20 años de militancia guerrillera, que incluye su participación en la creación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

En el libro Secretos del clandestinaje; las vidas que alumbraron el levantamiento zapatista, Ramírez, identificado como comandante Rodrigo –que nunca fue capturado por el gobierno–  describe cómo fue la lucha de poder entre el subcomandante Marcos y él ante el arbitraje del comandante Germán, para que el EZLN se levantara en armas anticipadamente; y la advertencia a Germán de que Marcos le arrebataría el poder del grupo armado al histórico líder de las FLN. Lo que marcó la salida de Rodrigo de la guerrilla.

El comandante Rodrigo pugnaba desde 1985, por la formación y operación de un partido políticos sin deponer las armas y el subcomandante Marcos quería la guerra a toda costa, para lo que hizo proselitismo previo entre las comunidades indígenas de Chiapas; hecho que en el libro es calificado como “peor” que las prácticas del PRI.

El texto de 580 páginas, editado por Ediciones del Lirio, está planteado como una novela, en realidad es una narración de hechos históricos con nombres de algunos lugares y personas ficticios.

El mismo título, Secretos del clandestinaje; las vidas que alumbraron el levantamiento zapatista, es más el de un documental que el de una novela.

Por ejemplo, el lugar donde se acordó el levantamiento del EZLN,  el ejido Prado, su nombre ficticio es Quiptic (nombre de una organización campesina de Las Cañadas chiapanecas fundada en 1974); el comandante Germán que es el arquitecto Fernando Yáñez Muñoz, fue bautizado como Gustavo; el comandante Rodrigo (que ahora se sabe públicamente es Federico Ramírez), es Medina; el subcomandante Marcos (identificado por el gobierno del presidente Ernesto Zedillo en febrero de 1995 como Rafael Sebastián Guillén Vicente) es Martín y los subcomandantes Pedro y Daniel en la novela son Pepe y Dámaso.

En la historia que el gobierno logró armar sobre el EZLN, Daniel –subcomandante consentido de Marcos–, que en realidad es Salvador Morales Garibay, es clave, porque a partir de sus testimonios pudieron rebobinar el origen de los zapatistas, incluyendo la participación de Federico Ramírez, el comandante Rodrigo.

El libro de Ramírez aparece en el contexto del 40 aniversario de la fundación del EZLN, que será el próximo 17 de noviembre de 2023 y el 30 aniversario del levantamiento zapatista, que será el 1 de enero de 2024.

Aún más significativo es este libro, que abona a dilucidar una parte de la historia contemporánea de México que tiene que ver con la represión gubernamental antes, durante y después del periodo conocido como Guerra Sucia.

El texto de Ramírez arranca en la Plaza de la Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968. Julio Occam, el protagonista principal de la novela (que se convierte en Medina como homenaje a un camarada suyo, Ciro Medina) logra sobrevivir a la balacera en contra de los estudiantes.

También recrea El Halconazo del 10 de junio de 1971, en las calles de San Cosme.

Y la fecha que cambió la vida de Julio Occam: 6 de junio de 1973. Ese día (se entiende, Federico Ramírez) se unió a las Fuerzas de Liberación Nacional, tras el reclutamiento realizado en una plática entre helado, café y cigarrillos con un guerrillero, previo a un acercamiento al grupo a través de una integrante de las FLN.

Las FLN se crearon en 1969 en Monterrey, Nuevo León. Fueron un desprendimiento del Ejército Insurgente Mexicano (EIM). Se mantuvieron al margen de la fusión de grupos guerrilleros ocurrida en marzo de 1973 en Guadalajara, y que derivó en el Liga Comunista 23 de septiembre, de lo que también Federico Ramírez ofrece su visión en el libro.

Se lee en el texto, el capítulo del asesinato del empresario Eugenio Garza Sada, que el próximo domingo cumplirá 50 años. Ocurrió en Monterrey Nuevo León, a manos de un comando de la Liga 23 de Septiembre, aunque en realidad fue ejecutado por integrantes de la Liga Leninista Espartaco, que se habían fusionado en abril de 1973 a la 23 de Septiembre.

Otros sucesos que Ramírez noveló son los golpes a las FLN: el ataque a su Casa Grande, una casa de seguridad en Nepantla, Estado de México, ocurrida el 14 de febrero de 1974, donde murieron cinco integrantes del grupo armado y detuvieron a dos, entre ellos la comandante Elisa, que llegó a ser la tercera al mando después de Germán y Rodrigo, según la historia zapatista.

Y sus consecuencias: la persecución en Chiapas de los integrantes de las FLN, a partir de documentos de propiedad del rancho El Chilar, en el municipio de Ocosingo, que terminó con la desaparición de todos los integrantes del núcleo guerrillero Emiliano Zapata, entre ellos, el entonces líder nacional de las FLN, Cesar Germán Yáñez, Manuel; Elisa Irina Sáenz, Murcia; Raúl Pérez Gasque, Alfonso; Federico Carballo Subiaur, Tomás; Juan Guichard Gutiérrez, Héctor y Carlos Vives Chapa, Luis.

Con Secretos del clandestinaje; las vidas que alumbraron el levantamiento zapatista, Federico Ramírez rompió 30 años de otro clandestinaje, no el revolucionario, sino el del silencio: ofrece un balance del desarrollo político-militar que tuvieron las FLN, y la pugna feroz con Marcos, quien a golpe de obediencia se ganó toda la confianza del comandante Germán.

De acuerdo con la historia del zapatismo y las versiones gubernamentales sobre esta guerrilla, el 26 de enero de 1993 –durante la celebración del primer Congreso de las Fuerzas de Liberación Nacional–, fue cuando el comandante Rodrigo perdió la batalla de argumentos frente al subcomandante Marcos. Rodrigo se fue del ejido Prado y no se volvió a saber de él, hasta ahora que aparece como novelista.

Las únicas menciones que se conocen del comandante Rodrigo están en La guerra de las cañadas, el libro de Carlos Tello Díaz, donde se menciona que Rodrigo estaba encargado de las actividades de las FLN en el norte del país; que era el enlace entre la guerrilla zapatista y el obispo de San Cristóbal de Las Casas, don Samuel Ruiz García, que en la novela es Don Saúl; que tras su salida de las FLN y del EZLN se había ido a vivir a Estados Unidos.

La omisión perpetua de Marcos sobre la figura del comandante Rodrigo, quien fue su superior –el EZLN se formó cuando Marcos era capitán–, muestra las desavenencias que hubo entre ambos mandos y que hicieron crisis en 1993, cuando Marcos ya era subcomandante.

La verdad literaria que plantea Ramírez en su libro, por ajustar la historia del EZLN y en todo caso, para que quienes vayan a escribir en el futuro sobre el tema y puedan tener elementos de juicio y contrasten lo que Marcos ha querido que se conozca, va acorde con lo que a mediados de junio de 2021, la organización La Casa de todas y de todos, a cargo del arquitecto Fernando Yáñez Muñoz, fundador de las FLN y del EZLN reveló: un video inédito donde líderes del grupo guerrillero votaron declarar la guerra al gobierno.

En las imágenes transmitidas en el contexto de la presentación del Cuaderno de Trabajo IV de la serie Dignificar la Historia, se escucha la voz de Marcos, cuando el 26 de enero de 1993, se votó la guerra, precisamente en Prado.

El texto de Federico Ramírez tiene como portada una fotografía de él y su compañera de vida y de armas, Silvia, a quien en la guerrilla se conocía como Gabriela. Ambos posaron para una cámara que en todo caso es anónima, porque en el libro se informa que pertenece a la colección personal del autor.

En la dedicatoria del libro está la clave del título del testimonio novelado: para Dení Prieto, asesinada en el ataque a la casa de seguridad de Nepantla; Julieta Glockner y Graciano Sánchez, que murieron el 7 de febrero de 1975 en un enfrentamiento con el Ejército, en Cárdenas, Tabasco; Mario A. Sáenz, quien se quedó al frente de las FLN después de los hechos de Nepantla y Ocosingo y que murió en 1974; y Jorge Velasco del Rincón mando de las FLN, asesinado en 1980 en Macuspana.

“De entre los sobrevivientes, antes que a nadie, a mi Silvia, con quien más intensamente compartí los años peligrosos, el coraje para vivir como lo hicimos en la guerrilla afrontando, entonces, la pálida muerte; y ahora –sin arrepentimiento porque seguimos nuestras convicciones–, la melancólica memoria de los vencidos”.

CLANDESTINAJE

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