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El Museo de Zaragoza presume de su arte gótico

El Museo de Zaragoza presume de su arte gótico. Después del Prado, es el museo de titularidad pública que posee una colección artística más amplia y rica de este estilo: 200 piezas que recorren toda la cronología posible y con abundante representación de algunos maestros concretos. En un país que ha desamortizado y desmembrado obras sin pararse a pensar en el futuro, destacan dos grandes retablos que el centro conserva prácticamente en su totalidad: el “de la Santa Cruz” de Blesa, encargado en 1481 a Miguel Jiménez y Martín Bernat, adquirido por el centro en 1922 (19 tablas); y el “de la Resurrección”, que hizo Jaime Serra para el monasterio zaragozano de las Canonesas del Santo Sepulcro hacia 1381.

Toda esa riqueza queda resumida en las salas del gótico que ha presentado el museo este jueves, con la presencia del presidente aragonés, Javier Lambán. Y lo de ‘resumida’ no es una licencia poética. De esas 200 obras góticas del centro se exponen actualmente 52, es decir, solo la cuarta parte. Un síntoma de la falta de espacio que acucia al museo desde hace décadas, sin que fructifique ninguno de los deseados proyectos de ampliación. El último, el de incorporar el edificio vecino de la Escuela de Artes, permanece durmiendo el sueño de los justos. No ha sido Lambán  muy explícito sobre este punto. “La próxima llegada de las piezas aragonesas que actualmente están en Navarra (en referencia al intercambio proyectado) nos plantea buscar una solución a la ampliación del museo -ha dicho-. Debe ser algo que asumamos de manera rápida”.

Mientras llega ese proyecto de ampliación (Lambán tampoco ha puesto fecha al intercambio de piezas con Navarra, aunque sí ha dicho que en el próximo consejo de gobierno se aprobará el convenio que lo hará posible), el Museo de Zaragoza saca pecho de su arte gótico. 

Tres son los espacios que se le han dedicado: dos salas y uno de los laterales de la galería superior. El visitante, nada más subir las escaleras a la primera planta, se encuentra con la famosa estatua del “Ángel Custodio” de la ciudad que hizo Pere Johan. Flanquea la puerta de acceso a las dos salas junto al sepulcro de Isabel de Castro procedente del Monasterio de Rueda. 

La primera de las salas recoge algunas de las obras maestras del museo, como la tabla que representa a ‘María, Reina de los Cielos’, de Blasco de Grañén, que procede de la iglesia de Santa María la Mayor de Albalate; la pintura mural que representa ‘La comunión de los Reyes de Aragón” que estaba junto a otra (‘La duda de Santo Tomás’) en la capilla de la Santísima Trinidad y Santo Tomás de la iglesia de San Miguel de Daroca; o el retablo ‘de la Resurrección’ de Jaime Serra. De esa sala se accede a otra, consagrada por completo al monumental retablo ‘de la Santa Cruz’ de Blesa.

En la galería se presentan al visitante algunas obras maestras, como una ‘Epifanía’ de Blasco de Grañén que proviene de la iglesia parroquial de la Asunción de Lanaja; otras que se dan a conocer ahora, como una ‘Piedad’ en alabastro policromado del Maestro Ans; junto a alguna muy curiosa, como el cofrecito amatorio de principios del siglo XV procedente de la iglesia zaragozana de San Lorenzo y de posible origen catalán por su inscripción “Amor merse, sius plau”.

El Museo de Zaragoza prosigue con la reorganización y puesta en valor de sus fondos. Dentro de un par de meses inaugurará la exposición temporal por el 275 aniversario de Goya, y aprovechará para, a su clausura, presentar una nueva ordenación del espacio dedicado al pintor de Fuendetodos. Lambán, al presentar las novedades del centro, anunció que la exposición dedicada a los celtíberos, que parecía olvidada, se realizará finalmente en 2022

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