Tecnología e innovación

El peligro de trabajar en un planeta más caliente

Muchos países, sobre todo los más vulnerables, están sufriendo el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor y estrés térmico que generan, a su vez, sequías e incendios forestales, como parte de la gran estela que deja a su paso el calentamiento global. 

Sabemos que la inestabilidad del clima representa peligros graves para la salud de las personas y todos los seres vivos que habitan el planeta, pero poco se habla sobre el impacto laboral derivado de la emergencia climática. 

Para ponerle contexto, una ola de calor es un fenómeno climático extremo, es decir, se trata de un episodio anormal de altas temperaturas en un área determinada —puede ser una ciudad o un país entero— y puede tener una duración de días o semanas. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que durante las olas de calor se incrementan mortalidad, morbilidad y uso de los servicios de salud. 

Mayo Clinic define golpe de calor o estrés térmico como “un trastorno ocasionado por el exceso de calor en el cuerpo, generalmente como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas o del esfuerzo físico en altas temperaturas… es la forma más grave de lesión por calor y puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 40 grados centígrados o más”. 

En los síntomas de un golpe de calor no sólo se presenta deshidratación, también hay mareo, sudoración excesiva al principio, después, falta de sudor; enrojecimiento y sequedad de la piel, ritmo cardiaco acelerado, dolor de cabeza y convulsiones. 

De no tratarse rápidamente un golpe de calor, puede “dañar el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos”, si se retrasa el tratamiento, aumenta el riesgo de sufrir complicaciones más graves, incluso la muerte. 

La OMS indica que las consecuencias de la exposición a temperaturas altas no sólo tiene efectos a corto plazo, también impacta la salud a medio y largo plazos, por lo cual debe considerarse un problema de salud pública, pues puede contribuir a enfermedades cardiacas y respiratorias. 

Así, las olas de calor en lo que va de este 2022 han estado presentes en varias regiones del planeta. 

India —de las naciones más densamente pobladas del mundo— cerró abril e inició mayo con temperaturas de entre 43 y 46 grados centígrados, lo cual rompió récords establecidos tiempo atrás, afectando a cientos de millones de personas. 

 En nuestro caso, prácticamente todo el territorio nacional está siendo azotado por altas temperaturas y sequías extremas. 

 Ayer, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México activó la Alerta Amarilla debido a que se pronosticaron temperaturas de entre 28 y 30 grados centígrados, principalmente en las alcaldías de Azcapotzalco, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza. 

¿Se imagina lo que significa una jornada laboral al aire libre bajo esas condiciones, un sistema de salud pública debilitado y trabajadores informales que no cuentan con seguridad? ¿Tendrán que elegir entre trabajo y salud? 

 En las ciudades, donde las islas de calor urbanas son cada vez más sofocantes, los trabajadores de la construcción, policías viales, los que reparan calles, los jardineros, los de limpia y los de servicio de entrega a domicilio —hay quienes lo hacen a pie—, entre otros, son los que más se exponen a un golpe de calor. 

El más reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo prevé que el aumento del estrés térmico causado por el calentamiento del planeta será responsable de que 70 millones de empleos se esfumen para 2030. Calcula que el porcentaje de horas de trabajo perdidas aumente a 2.2%, es decir, un quebranto de productividad equivalente a 80 millones de puestos de trabajo de tiempo completo, lo cual se traducirá en una merma de 2.4 billones de dólares a escala global. 

El sector más afectado por estrés térmico será el agrícola, pues para 2030 se perderá el 60% de las horas de trabajo. Le sigue el sector de la construcción, con una caída de 19% de horas de trabajo. “Otros sectores en riesgo son los de bienes y servicios medioambientales, recolección de basura, emergencias, trabajos de reparación, transporte, turismo y deportes, así como determinadas formas de trabajo industrial”. 

 El informe también alerta que los países de ingresos de nivel medio-bajo —como México— y de ingresos bajos serán afectados de manera más adversa, pues dispondrán de menos recursos para adaptarse eficazmente al aumento de las temperaturas. 

 Como se ve, de la crisis climática nadie se salva. Pero sigamos ignorando la ciencia. Las ventanas de oportunidad para reducir los impactos más graves del cambio climático se cierran. O se acelera la acción climática o nos atenemos a la hostilidad de un planeta más caliente.

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