Política y gobierno

El Presidente miente; ¿por qué puede hacerlo?

Que Andrés Manuel López Obrador mienta en la mañanera es un clásico. Este lunes lo hizo, por ejemplo, al asegurar que hay financiamiento de Estados Unidos a Animal Político y al decir que el INE cuenta con presupuesto suficiente para operar y organizar la revocación de mandato. Sus dichos no se sostienen, incluso han sido desmentidos con anterioridad. La pregunta es por qué puede mentir sin que eso se le revierta.

A manera de hipótesis, aventuro cuatro elementos que permiten esa dinámica. El primero de ellos es con respecto a la oposición.

Aunque tres de los cuatro partidos políticos de oposición se presentaron coaligados en las elecciones legislativas y en algunos estados, PAN, PRI y PRD se muestran desarticulados un día sí, y el otro también. La llamada alianza opositora ganó espacios en San Lázaro pero no tiene tracción. El Presidente los divide cuando quiere, como ha hecho con el PRI (ayer de nuevo emprendió ese intento). Además, el Partido Acción Nacional está en una grave crisis. Su líder (es un decir) es cuestionado por su actitud derrotista y por un proceder pendenciero. Por su parte, en San Lázaro, Movimiento Ciudadano ha dado algunas batallas, pero quedan en anécdotas. Las venideras elecciones para gubernaturas podrían acentuar las divisiones opositoras.

Los grandes medios –léase las televisoras, Milenio incluido– no han asumido esa tarea. A diferencia de lo que pasó con Trump en Estados Unidos, la prensa con mayor alcance en audiencias no tiene como agenda evidenciar las mentiras o falsedades del Presidente. Lo cubren, digamos, convencionalmente. En cuanto a esto último, incluso valdría la pena evaluar/debatir si se le cubre con la misma vara con que se medía a Calderón o a Peña Nieto.

Las mentiras son tan obvias, y en algunos casos tan claramente perniciosas, que hay que mencionar a otro inexistente dique de contención: el gabinete y los morenistas con cargos. No quedan ‘buenos’ en el gabinete, ni en otros espacios dominados por Morena (gubernaturas, cámaras). Nadie del gobierno federal se avergüenza en público de lo que dice el Presidente, nadie de su equipo se siente ni medianamente en la obligación ética de hacerse cargo de lo que expresa su jefe. Si el tabasqueño se carga al INE, ¿dirán todas y todos los de la administración federal, de las gubernaturas, de las cámaras federales y locales que bien merecido porque los consejeros ganaban “el doble que el Presidente” (mentira de ayer)?

Finalmente. Ni en lo individual, ni en lo colectivo, hay en México fuera de la política personas con la suficiente visibilidad pública para contrarrestar las mentiras presidenciales. En parte eso se debe a que Andrés Manuel se ha encargado de demonizar o vituperar a académicos, intelectuales y organizaciones de la sociedad civil, e incluso a activistas como Javier Sicilia, o a movimientos enteros como el feminismo. Pero también habría que preguntarse –más allá de la tiznada que les ha puesto AMLO– qué otras conductas podrían estar mermando la capacidad de acción de la ciudadanía organizada.

Para quitarse de encima los cuestionamientos sobre el manejo gubernamental de la inundación de Tula, que causó 14 muertos, y para seguir su campaña contra el Instituto Nacional Electoral, López Obrador mintió ayer en la mañanera. Acusó que el periodista pertenecía a un medio financiado por Estados Unidos, y dijo que el INE sí cuenta con fondos suficientes, a pesar del recorte de 5 mil millones de pesos al presupuesto solicitado, para funcionar en 2022.

Y se quedó tan campante porque sabe que al respecto no pagará consecuencias. Y puede que, desgraciadamente, tenga razón.

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