Farándula deportiva

Así se le conoce el ambiente del futbol, su nombre es Enrique Ferreira Ramírez, uno de los técnicos de este deporte más preparados a nivel Noroeste. Lo conocí en 1975 cuando formo el equipo Colonia, que nace en las inmediaciones del Colegio Lux. 

La posición que jugaba era de portero, hijo de comerciantes originarios de Morelia, Michoacán, doña Carmen Ramírez Salgado y de don Enrique Ferreira, que con el tiempo se le conoció en la capital sonorense como el rey del licuado (muy ricos), de esa gente sureña buena para trabajar. 

Fue el mayor de siete hermanos, a quien desde que tengo uso de razón lo atrapó el futbol, siendo el principal heredero de los negocios que su padre y brazo derecho del mismo y que contra la voluntad del señor se fue a estudiar la carrera de director técnico profesional de futbol, en Guadalajara, donde fuimos compañeros (1987-88). 

Antes, ya su equipo el Colonia era el conjunto más odiado y admirado en Hermosillo, todos los buenos jugadores querían jugar ahí, había buen patrocinio, uniformes, taquetes, unas heladas después de cada juego, por supuesto que no faltaba el puerco o la carnes asadas, el negocio de licuados y tortas había crecido, el hotel que hasta la fecha lo tiene la familia, era la posada favorita de los agentes de ventas del centro del País. 

Su equipo, el Colonia, ha sido el mejor de todos los tiempos en el futbol de Sonora, su reinado duró algunos 15 años, no había ningún otro equipo que se acercara, existía Gamesa de Ciudad Obregón y en Hermosillo equipos de buen nivel técnico como Valle Grande, Taller Báez, Papelera del Noroeste, el Reforma, que después de fusionó con el Colonia, Capilla del Carmen, Frutería Nayarit, pero en 1978 empezó el reinado del Colonia. Jugadores que lo integraban en esos años, Carlos lavandera, Aarón Gamal, José Ramón “Mapache” Hernández, su hermano el “Flaco”, Martín “Pigui” Estrella, su hermano el “Backo”, “Meño” Muñoz, “Pico Chulo”, Germán Moreno, Mario Ríos, Salim Gattaz, Manolo Madero, su hermano Carlos, Marcos Vaal, el “Che” Ortiz, su hermano Julio, “Pito” Gaytán, Calin “Leperada” Moreno, el “Jícama” Acuña, “Chayel” Acuña, el “Matute” Montaño, ahí me disculpan porque se me escapan muchos más. Una cosa sí les digo, todos los mencionados podían haber jugado en Primera División. 

Ferreira era el patrocinador y dirigía, consiente que le faltaba aprender “pormenores” de este deporte se hizo amigo de la leyenda de los entrenadores de Sonora, don Pedro Galindo y Rodríguez, con quien compartió cafés por más de 10 años. Su deseo de superación lo llevó a la Escuela de futbol de Diego Mercado, en Guadalajara, donde cada semana viajaba a la Perla Tapatía y se regresaba los martes por la noche ya que dirigía a los Soles de Tercera División, era 1987. Eran viajes muy matados sin el apoyo de su padre, ya que abandonó los negocios de la familia por el futbol. 

Empezaba a mostrar su gran capacidad y algún funcionario del deporte estatal, a alguien le dijeron que le dieran las Selecciones Sonora para las Olimpiadas Nacionales. 

Sacó a la luz un sinfín de jugadores que a la postre son y fueron profesionales como César Montes y Johan Vásquez, por cierto el traspaso más grande que ha hecho Cimarrones, 2 millones de dólares pagó el Monterrey (difícilmente harán otros igual), Raí Villa, Jesús Molina, “Jicamitas” Acuña, el “Topo” Valenzuela, Gabino Espinosa. 

Tenía once años trabajando para Cimarrones de Sonora como buscador de talentos, inexplicablemente esta semana le dieron las gracias, pero nada tonto Fernando Mendívil lo jaló como asesor de las Selecciones Amateur de Sonora. Ferreira es uno de esos técnicos mal aprovechado del futbol y aunque ya dirigió en Segunda División, tiene en su récord ser el único en los últimos 20 años en el futbol mexicano que ha logrado dos ascensos en Tercera División, Rayos del Poblado en 2013 y 2014 con Cimarrones en el torneo de filiales desde ese entonces, merecía una oportunidad. Pero fue relegado, creo que el presidente Juan Pablo Rojo cuida los centavos y descuida los pesos. El tema da para mucho más.

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