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Jesucristo y el Ejército vuelven a tomar las calles de Barcelona

Jesucristo y el Ejército han vuelto a tomar las calles de Barcelona. Una señora me pide: «Esto tienes que escribirlo en ABC. Que todavía en Cataluña queda un poco de esperanza». El Padre Carlos ha devuelto a la zona alta de Barcelona la procesión de Corpus. Ha sido un éxito de afluencia y sentimiento, bajo un sol de justicia, un bochorno de gota gorda y la férrea resistencia a la tentación de marcharse al Ampurdán. Algunos desertores, pocos, que más temprano que tarde descubrirán que no hay piscinas en el infierno. Hacía años que las calles de Barcelona no se cortaban por una causa tan noble. Jesús está entre nosotros, presente en la comunión. La banda del Ejército ha vuelto a ser la banda de todos, para el júbilo de vecinos y fieles, tras décadas de reservar sus actuaciones en Cataluña a los actos y recintos oficiales. Jornada luminosa, de fe tangible y poderosa. Todos sabíamos que Barcelona y Cataluña eran otra cosa. Esta mañana por fin lo hemos podido tocar.

Presidida por el Padre Octavi, párroco de San Gregorio Taumaturgo, la procesión ha sido religiosa y cívica, la expresión de la fe y también de una manera de entender la vida, la buena voluntad y la convivencia. El barrio ha acudido masivamente a la llamada de su iglesia. Personas que podían estar en cualquier otra parte han elegido quedarse, engalanar sus balcones y sufrir los estragos de la ola de calor para dar testimonio de su compromiso espiritual y cívico. De un tiempo a esta parte, el Padre Carlos Pérez Laporta, adscrito a la parroquia, ha sabido atraer a los más jóvenes del barrio. De 32 años, origen valenciano y tradición madrileña, ha conectado con el nuevo vigor y el más multitudinario acontecimiento de la semana en una cierta Barcelona son sus misas de los domingos a las 8 de la tarde. No se cabe en San Gregorio. Los pasillos atestados de fieles en pie. Familias enteras, todas las edades. Hoy tampoco le han fallado y han desfilado en procesión tras la Eucaristía y la banda del Ejército. La misma señora del principio del artículo vuelve para decirme: «Oye, y cuéntalo también en la COPE».

La deprimente imagen que Cataluña y Barcelona han proyectado en los últimos años no ha sido una ficción, ni propaganda enemiga. Esta Barcelona oscura, desesperada y perdedora existe y existirá durante mucho tiempo, y aunque ya ha sido vencida, todavía no ha sido superada. Pero existe también esta otra Barcelona, esta otra Cataluña que aún espera salvarse en la esperanza, en la verdad, en la fe. Una Barcelona que desde 2010 se había sentido acorralada y que no siempre ha reaccionado con la valentía necesaria, y que tendrá que hacer una autocrítica severa y profunda, ahora que el miedo ha pasado, para no comportarse de un modo tan cobarde si vuelve a ser retada. Esta Barcelona es la que esta mañana se ha hecho a la calle y con todas sus renuncias y faltas es la más digna que nos queda, y sobre la que se puede construir una sociedad que esté en la inteligencia y la caridad de la realidad y no en el delirio dañino y totalitario.

El Cuerpo de Cristo ha salido de San Gregorio como hacía tiempo que no salía en Barcelona. Queda mucho por andar, pero estos son buenos primeros pasos, y acompañados por la magnífica banda del Ejército. Lo mejor de cuando sale la Verdad es que la mentira se esconde.

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