Tecnología e innovación

La IA contra la Torre de Babel » Enrique Dans

Cuando, a finales de noviembre del año pasado, muchos usuarios empezaron a utilizar ChatGPT para hacer traducciones de textos, la cosa empezó a estar clara: los resultados eran incomparablemente mejores que los que brindaban los traductores automáticos convencionales.

De hecho, podías incluso adaptarlos a tu forma de escribir: bastaba alimentar al algoritmo con cuatro o cinco textos escritos por ti o con algunas buenas traducciones de textos tuyos a un idioma determinado, para que ChatGPT tradujese «con tu estilo», algo completamente fuera del alcance de los traductores automáticos al uso.

A partir de ahí, han hecho únicamente falta unos pocos meses para que el escenario de las traducciones haya cambiado completamente. Un poco de integración, y en un momentito tenemos, por ejemplo, a Lex Fridman entrevistando a Mark Zuckerberg en el más correcto hindi, idioma que ninguno de los dos habla, y además, hablando no solo con lo que parecen sus voces, sino incluso moviendo los labios de forma perfectamente sincronizada.

¿Qué más queremos? Si el desarrollo de los idiomas fue, supuestamente, una maldición lanzada por los dioses para evitar que los humanos pudiésemos alcanzar su nivel, los seres humanos hemos conseguido superar el desafío, y ahora podemos entendernos perfectamente independientemente del idioma que estemos hablando: olvídate de los subtítulos, bastan algunos algoritmos (uno para generar el idioma, otro para la voz con sus inflexiones, y otro para el movimiento de los labios), para que puedas ver cualquier vídeo en cualquier idioma en cualquier momento.

El desarrollo de Aloud y su incorporación a YouTube ha dejado las cosas más claras todavía: ahora, cualquier creador de contenidos puede, con un esfuerzo relativamente bajo, generar sus vídeos en cualquier idioma que quiera, y hacerlo además con una calidad muy elevada. Echa un ojo a este vídeo, y no dejes de utilizar la rueda dentada para cambiar el idioma entre español, indonesio, inglés, hindi o portugués cuando quieras.

¿Aprender idiomas? ¿Para qué? Si con la ayuda de algunos algoritmos sencillos puedes crear contenidos que pueden alcanzar a prácticamente toda la población mundial y entenderte con quien quieras… ¿quien quiere esforzarse años para ser capaz de hablar un idioma?

Obviamente, la respuesta no es tan simple. En primer lugar, porque la leyenda de la formación de los idiomas y de esa Torre de Babel destinada a alcanzar el cielo que se quedó a medias cuando, de repente, sus obreros dejaron de poder entenderse entre sí, es simplemente eso, una leyenda. Y en segundo, porque cada idioma posee una riqueza cultural vinculada a él enormemente rica, que es lo que un hablante intenta capturar cuando ha superado la fase de «simplemente poder entenderme» y bucea un poco más en su conocimiento. Una cosa es poder llegar y pedir comida en francés en un restaurante en París, otra muy distinta poder pensar en leer y disfrutar «Les Fleurs du mal«, de Baudelaire. O saber que los gatos franceses tienen nueve vidas y los españoles solo siete. ¿Por qué «ojos que no ven, corazón que no siente» se convierte en «out of sight, out of mind», o en «loin des yeux, loin du coeur»? ¿Similares? Sí, pero con sus delicados e inseparables matices…

Entrenar a un algoritmo con miles de textos en un idioma para lograr que traduzca sin generar la impresión de una traducción automática ya es algo que está a nuestro alcance. De ahí al traductor universal en todos los idiomas, es simplemente cuestión de trabajo y tiempo. Hablamos de herramientas con un nivel de calidad prácticamente desconocido hasta el momento: nada de traducciones palabra por palabra o fase a frase, que hemos ido conociendo a medida que avanzaba la tecnología, sino de auténticos repositorios ilimitados capaces de adaptarse a una temática, a un contexto o a un nivel determinado, y de ofrecer resultados que podrían haber sido pronunciados en tiempo real por un hablante nativo del idioma correspondiente, incluyendo matices e inflexiones de todo tipo.

Sin embargo, hay mucho más. El uso de este tipo de herramientas posiblemente pueda, además de dejar sin trabajo a traductores en medio mundo, permitir que muchos creadores de contenidos accedan a mercados que hasta ahora no podían ni soñar en plantearse, pero no pensemos que lo tenemos todo y que realmente hemos deconstruido la Torre de Babel. Hay más, mucho más en los idiomas y en las traducciones que lo que simplemente parece a primera vista, desde matices contextuales únicos hasta paralelismos, incorporaciones estilísticas y formas variadas de hacer llegar mejor el mensaje en función de circunstancias de todo tipo. Antes de la algoritmia generativa, una traducción automatizada era algo planteable para intentar entender algo, lleno de limitaciones, pero que no podíamos soñar en utilizar a partir de un cierto nivel de calidad. Ahora, esa barrera de calidad se ha superado y se puede plantear utilizar a la máquina para llegar razonablemente bien a hablantes en otros mercados, aunque una traducción llevada a cabo por un traductor experto siga siendo un lujo que proporciona mejores resultados.

Pero ya así como está y como simple ventaja a nivel funcional, posiblemente sea capaz de cambiar un buen montón de cosas.

This article is also available in English on my Medium page, «Has AI finally toppled the Tower of Babel

An edited, revised and updated version of this article was published on the Center for European Policy Analysis (CEPA) on Sept. 6, 2023, «Will AI topple the European Tower of Babel (pdf)

This content was originally published here.

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