En diciembre de 2014 Charlotte Bevan salió por su propio pie con su hija recién nacida en brazosdel hospital donde acababa de dar a luz y se dirigió a un puente caminando donde se lanzó al vacío con su bebé. Ambas fallecieron en el acto. Las cámaras de seguridad del hospital lo grabaron todo. Charlotte padecía una psicosis puerperal, una forma gravísima de depresión postparto que afecta a una de cada mil mujeres y que se caracteriza por tener alucinaciones y una absoluta pérdida de la realidad.
A raíz de ese trágico suceso el gobierno británico se tomó muy en serio el asunto tomando convirtiendo la atención a la salud mental perinatal en una absoluta prioridad para el National Health Service (NHS) británicol. Un paso gigantesco que tampoco sorprende demasiado si tenemos en cuenta que Reino Unido siempre ha sido uno de los países pioneros (ya desde la década de los 50) en la atención al parto, tanto domiciliario como hospitalario. En España se vio como algo extraordinario que Kate Midletton se fuese a su casa el mismo día que dio a luz y caminando y cuya explicación no es más que una eficaz atención de red de matronas a las mujeres durante el embarazo y tras el parto. Este hecho, que puede resultar inconexo con lo que estamos hablando si no se conoce bien el tema, hace que, entre otras cosas, la tasa de cesáreas disminuya pero, sobre todo, que las mujeres están mucho más vigiladas si se sospecha que pueden desarrollar una depresión post parto, desde la más leve hasta la más severa. Unas medidas que el país vecino tuvo que reforzar, entre otras cosas porque (como veremos más adelante) la segunda causa de muerte de la mujer post parto es el sucidio. “Duele saber ese dato sobre todo cuando puede ser evitado con un planteamiento más riguroso en el sistema sanitario de cualquier país”, sostiene Helena Emiyi, matrona española que trabaja en Reino Unido y que conoce de primera mano la situación en el país vecino.
Además el gobierno británico desde entonces publica un documento exhaustivo en el que se explica entre otras cosas, por qué se mueren las mujeres y por qué se mueren los bebés. El suicido, como decíamos en el párrrafo anterior, es la segunda causa de muerte materna después de la sepsis.
El caso de la mujer británico no es exclusivo, por desgracia, de ese país. Sucede en todas partes. En España, también. Y aquí, cuando pasa, normalmente la información se aborda como algo de sucesos en lugar de hacerse desde donde realmente toca: la enfermedad mental que es una cuestión que concierne al sistema estatal de salud de cada país.
En España a principios de 2018 sucedió un caso similar, esta vez sin bebé. Aurora se quitó la vida lanzándose desde el cuarto piso de su domicilio. Su marido, que estaba en casa mientras esto pasaba, no pudo hacer nada más que bajar corriendo con el bebé en brazos para comprobar cómo el brote de psicosis puerperal de su esposa acababa de terminar con su vida. Pero este hecho, que apenas tuvo eco lo ha descrito en esta entrada en su blog la psiquiatra Ibone Olza (directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal). Hecho triste, trágico y una demostración palpable de que el asunto puede terminar de forma trágica. ¿Se podía haber evitado la muerte de Aurora? Probablemente sí porque era su segunda intentona. La primera vez había sido poco después de haber nacido su primer bebé. Su marido lo impidió y ella fue internada en una planta de psiquiatría durante 3 días.
Aparentemente fue tratada y parece que se recuperó. Y tuvo 15 meses más tarde a su segundo bebé. Cuando una puerpera sufre este tipo de trastornos mentales tiene hasta un 20% más de posibilidades de que le vuelva a suceder. Aurora estaba convencida de que todo había pasado y, además, ella trabajaba como enfermera de salud mental, es decir, su nivel de información sobre todo lo que le estaba sucediendo era máximo. Sin embargo eso no impidió su trágico final. La salud mental sigue siendo un estigma pero en el caso de las mujeres tras el parto es máxima. Hay pocos profesionales bien formados para detectar algo que puede salir mal y las leyes no están centradas en esto que es primordial.
¿Por qué hay que tomarse en serio este asunto y qué importancia tiene en todo esto una buena baja maternal?
Como muchas otras cosas en medicina la prevención es básica. Pero en este tema en cuestión hay cuatro factores que resultan imprescindibles a la hora de evitar depresiones postparto (que pueden acabar en cuadros graves) y que pasan por estos.
-Partos respetados. En España se ha avanzado bastante en este asunto gracias al activismo de grupos como El parto es nuestro. Pero todavía queda muchísimo por hacer. Un parto violento donde la mujer apenas decide nada, donde no es escuchada y donde la separación con el bebé es abrupta tiene sus consecuencias a nivel neurológico para ambos, madre y bebé. En algunas mujeres podrán ser mínimas o bien ellas mismas ni siquiera reconocerán sus síntomas meses más tarde en forma de ansiedad, llanto incontrolado, rechazo del bebé, abulia…
–La lactancia. La lactancia, algo consustancial a cualquier mamífero, está diseñada no solo para nutrir en forma de alimento, sino que tiene un papel primordial en el establecimiento del vínculo entre la madre y el bebé. Esto no significa que una madre que no dé lactancia no tenga un vínculo especial con su bebé frente a otra que sí. Pero sí que es verdad que la lactancia puede ayudar, y de hecho muchas veces lo hace, a evitar una depresión post parto. Por lo tanto todas las medidas que se tomen para favorecerla son buenas para la salud en general y para la mental de la madre en particular. Este tipo de medidas abarcan desde los protocolos en los hospitales (de nuevo no separando al bebé de su madre) e instruyendo a los profesionales sanitarios en ella. Ejemplos hay muchos pero es de sobra conocido el de madre que acude al médico por cualquier síntoma de un malestar y muchos médicos, muchas veces por desconocimiento, retiran la lactancia para poder prescribir un medicamento. Por ejemplo, en un proceso vírico cualquiera. Hoy día los profesionales cuentan con la página e-lactancia.org, donde consultar todas esas posibles incompatibilidades.
-Unas bajas maternales adecuadas. En España actualmente la baja materna es de 16 semanas y es, desde el punto de vista biológico y de la prevención en materia de salud mental, absolutamente insuficiente. Que desde tantos ámbitos profesionales sanitarios se venga advirtiendo que alargar el permiso materno es invertir en salud mental, parece que no ha calado todavía como debe a tenor de la iniciativa aprobada por unanimidad en el Congreso de los Diputados para tramitar una ley que alarga el permiso de los padres pero que deja intacto el de la madre. Una iniciativa loable en cuanto a la intención primigenia de buscar medidas para favorecer la no discriminación laboral en la mujer pero que desatiende las necesidades primales de la diada que importa que es la madre y su bebé.
La ciencia lo dice pero también lo confirman las estadísticas: unas bajas maternales largas, sin presiones, con mucho piel con piel madre-bebé, con mucho apego, tiempo, dedicación, sin prisas y sin estrés es invertir en salud. No lo es destinar recursos a abrir guarderías que aceptan a bebés cuantas más horas, mejor, no lo es darle al padre lo que debería darse de más a la madre. Eso son parches y un feminismo que nos equipara como si fuésemos máquinas en lugar de seres humanos biológicamente diferentes. No es lo mismo ser madre que ser padre ni el padre pasa por los mismos procesos (ni de lejos) que la madre después del embarazo, parto y puerperio. Es de sentido común reconocer que esta medida no está siendo adoptada con el rigor científico que se merece. Y sería interesante que se escuchara la voz de la ciencia antes de legislar sin tener en cuenta todas estas importantes necesidades.
¿Qué podemos aprender de los países nórdicos que ya “experimentaron” esta medida?
Tal y como sostiene Patricia Merino, autora del libro Maternidad, Igualdad y Fraternidad, “La implementación de unos permisos iguales e intransferibles (PII) como los contemplados en la proposición de ley que Podemos presentó al Parlamento o bien en su versión descafeinada del PSOE (que permite a padres y madres simultanear las 6 semanas obligatorias) otorgaría efectivamente a los varones españoles el privilegio de tener los permisos paternos intransferibles y remunerados al 100% más largos de Europa: 4 meses frente a los 3 de Suecia e Islandia, y los 2 de Noruega, Finlandia y Alemania; mientras que las madres españolas, que con los PII no verían ampliada su baja en un solo día, seguirían siendo junto con las maltesas, las madres europeas con menos tiempo disponible de licencia remunerada. Incluso Islandia, una isla con una población como la de Córdoba, y paladín de la igualdad entendida como igualitarismo tiene 3 meses transferibles”, explica.
Esto que se pretende hacer en España ya se hizo en Noruega y Suecia en los años noventa. ¿Y cuál fue el resultado? Para empezar se partía de una situación diferente en cuanto a la baja de la mujer, “las familias ya disponían desde hacía mucho tiempo de 12 meses de licencia remunerada completamente transferible para la crianza, explica la autora”. “Es más, aun hoy las mamás suecas siguen consumiendo al menos el 75 % de la licencia remunerada. Este “fallo” en la igualdad de los suecos se debe a un error cometido en 1974, cuando al aprobar medidas de tipo individualizador, los permisos, sin embargo, se hicieron transferibles. Lo que se pretende para España con los PII es evitar este error, ya que al parecer las suecas, a pesar de tener el Parlamento más igualitario de Europa, no han sido capaces de salir de esa “trampa” desde 1974. El hecho es que no existe tal trampa. Lo que existe es la realidad biológica de la maternidad”, explica Merino.
Parece razonable que observemos las experiencias de los países con más experiencia en el asunto a la hora de diseñar un sistema de permisos parentales: “En Noruega, en 2014 se decidió reducir la cuota paterna intransferible de 14 a 10 semanas aumentando el periodo transferible, debido al escaso uso que los padres hacían de ella; y en Dinamarca, la cuota paterna tuvo una corta existencia, y fue erradicada en 2002. Pero estos datos no parecen preocupar a los lobbies que abogan por implantar en España unas licencias parentales igualitaristas”, argumenta Merino.
Y, concluye, es importante hacer hincapié en una cuestión muy básica que parece que se le ha escapado a casi todo el mundo y que es que “esta demanda es la de un pequeño grupo de activistas y académicos. La mayoría de la población del territorio nacional ni siquiera ha comprendido bien de qué se trata. Y lo más alarmante es que ni siquiera se ha hecho un estudio serio y honesto de lo que las madres opinan al respecto y sobre cuál sería el modelo de licencias parentales que ellas preferirían. La opinión de las madres no se sabe y no interesa; y esto no es en absoluto casual, quienes controlan el discurso y deciden qué estudios se hacen y cómo en temas de conciliación saben perfectamente cuál sería el resultado de dar voz a las madres que están criando: sería un clamor a favor de la ampliación de la baja materna, y es por eso mismo que tal estudio no se realiza”, finaliza.
¿Y cuáles son los derechos de los bebés?
Los permisos de maternidad y paternidad son -explica la periodista y activista de una crianza más mamífera, Ileana Medina Hernández-, por definición y en cualquier caso, un derecho de los bebés, una medida que se toma para la salud y el bienestar de los niños. Para las mujeres, las 6 semanas obligatorias de recuperación tras el parto. Lo demás, es un derecho de los niños, por lo tanto, “partir de un criterio como es la no discriminación empresarial, es poner en el centro a las empresas, y no a los bebés. Nada en contra de esto, pero no es un criterio pertinente a la hora de decidir sobre un derecho de los bebés”, sostiene Medina.
Recuerda, además que “según el consenso científico, la OMS y la mayoría de asociaciones de pediatría y médicas, lo más recomendable para la salud de los bebés es lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses. La lactancia materna se ha mostrado científicamente como una de las más baratas y eficaces medidas de salud pública jamás existentes. Por tanto, una baja maternal decente, tendría que ser de mínimo, mínimo de 6 meses”.
¿Y qué pasa en aquellas familias dónde no hay lactancia materna, o la madre prefiere incorporarse antes al trabajo y que sea el padre el que cuide, o es esto lo más conveniente para todos en ese momento? La periodista lo deja claro: Es otra opción -explica-”estas familias, cualquier familia, podrá siempre transferir la baja a los padres. La legislación actual presenta como obligatorias solo las 6 primeras semanas y las 10 semanas siguientes pueden ser transferibles. Ninguna mujer actual es obligada por ley a tomarse una baja para cuidar. Las mujeres que quieren incorporarse a sus trabajos son muy libres de hacerlo, es más, son impulsadas por el mercado laboral a hacerlo. Con bajas iguales y obligatorias la ex- ministra Carme Chacón, la ex-vicepresidenta Soraya Sáenz o la presidenta Susana Díaz no hubieran podido, por ejemplo, compartir su licencia con sus maridos”- razona.
¿Si las bajas transferibles nos la seguimos cogiendo las madres, como parece que ha pasado en Suecia?
Para la periodista este punto es básico: “Las mujeres somos mayores de edad, y podemos decidir. ¿O no va de eso el feminismo? Si las mujeres informadas decidimos quedarnos a cuidar nuestros hijos, ¿qué tiene eso de malo? La lactancia materna, por ejemplo, está siendo una decisión predominante de mujeres universitarias y cultas. Hoy en día nacer en una familia de clase baja o de bajo nivel cultural aumenta las probabilidades de ser alimentado con biberón, y por tanto aumenta las probabilidades de sufrir un sinfín de enfermedades. Es ciencia más que consensuada, no opinión. ¿Eso significa que las mujeres que elegimos la lactancia materna o que queremos cuidar estamos alienadas por el machismo? ¿Y a los hombres que eligen cuidar quién los aliena? Afirmar eso, que lo han hecho varias feministas, es además de infundado, paternalista y totalitario. De igual modo, yo podría afirmar que elegir incorporarse al trabajo es estar alienada por Papá Empresa, Papá Capital o Papá Estado. Pero esa discusión es estéril. Lo importante es que podamos elegir, o sea, que las bajas sean transferibles”.
Cada familia debe poder elegir lo que es mejor para ella, según sus características particulares. Es la pareja la que debe ponerse de acuerdo. “El bebé estará mejor con quien tenga mayor disponibilidad emocional para cuidarlo, o en cualquier caso, con la decisión que resulte más satisfactoria para la familia. Y la ley debe procurar, ante un gasto similar, que cada familia pueda elegir lo que quiere hacer, que al fin y al cabo son nuestros impuestos para usarlos en un momento vital muy importante”. La palabra igualdad-explica esta periodista cubana en el exlilio- “no significa que todos seamos iguales ni que todos tengamos que hacer lo mismo al 50%. Ese deseo de que todos hagamos lo mismo, proviene de una profunda inseguridad y miedo. Es feo, y suena a totalitarismo, a mundo orwelliano, a una intromisión excesiva del Estado en la vida íntima de la gente. La libertad está primero que la igualdad, y la única igualdad deseable es la igualdad de oportunidades para que todos podamos ser diferentes, para que todos podamos ser quienes somos”
Usar a los bebés -explica- usar sus derechos tan solo porque ellos no pueden hablar es mezquino y atiende solo a los intereses de los adultos”. Grandes empresas mundiales como Google, Facebook o Netflix ya están empezando a dar ejemplo de permisos, en países donde incluso ni siquiera existe la baja maternal.
Recuerda, así mismo que “la igualdad en los cuidados en el hogar no se consigue peléandonos por no cuidar. La propuesta de la PPIINA, al provenir desde un ámbito académico y no ser una demanda social, da la impresión de que en el fondo queremos quitarnos el cuidado de encima. No conozco ningún otro derecho masculino que sea defendido por las feministas, ni ningún otro derecho social que lo impulsen otros sujetos que no son los interesados. Obligando a cogerse una baja no se obliga a cuidar. El cuidado, como el amor, no puede ser obligado. La evolución de la conciencia y de la capacidad de amar no se consigue por ley. Si queremos revalorizar los cuidados realmente, debemos sentirlos como un deseo, como un privilegio por el que nos peleamos, y no como una obligación, como una carga que queremos compartir. Los niños y las niñas que sean bien cuidados y amados, tendrán más capacidad para cuidar en el futuro”.
Y, por último, recuerda “el feminismo ganará su misión el día que incluya a los bebés, el día que se amplíe con vocación humanista hacia lo que somos todos y abandone el victimismo. De hecho, la única diferencia que existe entre mujeres y hombres es la gestación, el parto y la lactancia. Deberían ser tres temas principales en cualquier agenda feminista”.
Source
http://larazon.es/familia/se-esta-atendiendo-a-la-biologia-en-la-equiparacion-de-la-baja-paterna-a-la-materna-AE18852103
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