Tecnología e innovación

Las redes sociales están dejando de ser tan sociales • Red Forbes • Forbes México

Esa presencia que se niega a ser guardada en la bolsa —mucho menos apagada— para responder un WhatsApp de manera furtiva, santificar los alimentos (instagrameándolos) o dar a la mente el premio de ver que todo sigue en orden en las redes hubiera sido castigada ejemplarmente hace 20 años.  

Pero las redes tampoco están exentas al cambio. Facebook, Twitter, Instagram y Linkedin no son lo que fueron en un inicio y están pagando algunas facturas.

Los más atrevidos psicólogos tomaban como ejercicio terapéutico de journaling las primeras publicaciones en las redes, pero ahora los propios estudiosos de la conducta saldrían huyendo por la cantidad de posts pagados y los anuncios que saturan los feeds.

Además, esa ilusión de gratuidad se ha desmoronado con el tiempo. Ya no es tan fácil que la gente acceda a generar contenidos por los que técnicamente cobrará un tercero. Pero también hay otros cambios que trascienden lo cool o graciosa que pueda sentirse una red. 

Durante años, la noción del hub, ese espacio que los corporativos de redes idearon para que sus abonados desayunaran, comieran y cenaran dentro de sus dominios también fue perdiendo vigencia porque de manera natural la gente interactúa con diferentes personas en distintos espacios. 

Pero fue cuando estas grandes redes sociales dieron prioridad a conectar a la gente con las marcas por encima de conectar a la gente con otras personas, que los usuarios conscientes de su rol para estas empresas buscaron sitios con una orientación diferente: el interés prioritario ahora es la comunidad y temas hiperespecíficos.

Conectar a las personas, ¿para qué?

Para entender estos cambios desde el origen, basta ver el ejemplo de Twitter —ahora bajo el mando de Elon Musk— al despojar de sus insignias azules a miles de celebridades y líderes de opinión para pedir dinero por algo que ni siquiera dentro de la empresa terminan de entender. ¿Quién quiere compartir valor en un espacio confuso?

Facebook dejó de ser cool muy rápido y el público se movió a Instagram para protagonizar y celar los mundos felices propios y ajenos. Pero también lo hicieron los influencers, las marcas y la falta de tacto para comunicar con elegancia en una era en la que ya no bastan las menciones comerciales. 

Por eso las audiencias más participativas han ido dejando las redes tradicionales en busca de nuevas opciones que representen sus intereses.

Mastodon – Conversaciones semejantes a Twitter organizadas por comunidades

Be Real – Pensada para conocer a las personas mediante fotos honestas y espontáneas

NextDoor – Red social pensada en conversaciones vecinales

Nostr – Red que busca que el usuario tenga control sobre lo que ve

Ahwaa – Espacio dedicado a comunidades LGBT

Letterboxd – Plataforma pensada para amantes del cine

Discord – App de nicho pensada en la comunidad gamer

Artifact – De los creadores de Instagram, una red parecida a TikTok

Minus – Una red que permite solo 100 publicaciones en tu vida, apelando a la calidad

Patreon – Plataforma en la que los creadores de contenido pueden recibir ingresos

Substack – App para enviar y recibir contenido ligero en forma de newsletter

Lemon8 – Una suma de TikTok, Pinterest e Instagram usando categorías específicas

Polywork – Finalmente se puede decir que Linkedin ya tiene competidor

Hive Social – Otro intento por emular a Twitter

CoHost – Blogs con aroma a Geocities

Microcomunidades enfocadas en temas específicos, parece ser la nueva bandera.

Cuestionando la identidad en línea

Conectar a las personas es la función primaria de este tipo de herramientas que llegaron para quedarse. El hate, los trolls y las fake news no son sino reflejo del comportamiento social de la propia comunidad, pero los intereses comerciales que sesgaron el propósito original, tarde o temprano fracturarían la confianza de los abonados. 

Además, no es fácil encontrar nuevas redes que respeten la relación con el usuario. Usualmente las redes medianas como Reddit y Mastodon abren las puertas al descubrimiento de estas pequeñas comunidades que solo al probarlas se encuentra utilidad o desencanto, pero que habría que leer con cuidado sus acuerdos de uso —cosa que técnicamente nadie hace— para saber qué tanto buscan pasarse de listas con los usuarios. 

La identidad en línea será cambiante y fragmentada: tendrá un matiz profesional en aquellas redes que busquen tal proyección, pero habrá cientos de comunidades hiperespecíficas que tengan una app buscando facilitar la conexión en una realidad definida por el individualismo, empezando por la evasión a manos de una pantalla.

En la mesa de la casa o el restaurante, como en el propio ciberespacio, con la intención de acercar a los lejanos, se está alejando a los cercanos. 

Eduardo Navarrete es Head of Content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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