Mientras Israel continúa su campaña de vacunación masiva, la más rápida del mundo, para poder reabrir bares, gimnasios y museos, en Cisjordania ocupada, sin vacunas anticovid, los hospitales están repletos de enfermos de coronavirus.
El contraste es flagrante. Por una parte, más de 4,3 millones de personas (46% de la población israelí) recibieron las dos dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech, y, desde el 7 de marzo, se inició un proceso de desconfinamiento con la reabertura de los restaurantes.
Al otro lado, impera el reconfinamiento.
Israel vacunó a 90.000 palestinos que trabajan en territorio israelí o en las colonias, pero, contando las 60.000 dosis recibidas el miércoles a través del programa Covax y las suministradas por otros donantes, Cisjordania dispone de menos de 100.000 dosis para sus 2,8 millones de habitantes.
Y por primera vez desde el inicio de la pandemia, el número diario de casos en Cisjordania superó estos días la cifra registrada en todo Israel, llevando a los hospitales al límite.
En el servicio de urgencias de un complejo médico de Ramala, entre gemidos de pacientes, una niña de ocho años con covid-19 está intubada y un sexagenario recibe cuidados intensivos, constató un periodista de la AFP, que no fue autorizado a filmar.
El servicio está desbordado y en el aire se respira un olor nauseabundo. Las autoridades sanitarias tuvieron que instalar tres grandes caravanas en el exterior para poder hacer frente a la oleada de enfermos.
“A veces esperamos que muera un paciente para poder admitir a los que se acumulan en las urgencias”, cuenta un responsable del hospital, que requirió el anonimato.
Este hospital de la principal ciudad de Cisjordania, situada a unos 20 km de Jerusalén, no es el único. La Autoridad Palestina anunció esta semana que el sistema local de salud había alcanzado su capacidad.
“La línea roja”
“Hemos llegado a la línea roja”, declaró Mai al-Kaila, ministra palestina de Salud. “La situación epidemiológica es muy peligrosa debido a la gran propagación del virus”.
El director del hospital Dora en Hebrón (sur), el doctor Mohamed Rabei, dice también que está sobrepasado, a pesar de que la capacidad del centro pasó de 60 a 80 camas.
Pero los ingresos no dejan de aumentar y “tenemos que encontrar otras soluciones” para tratar a los enfermos graves de covid-19, dice a la AFP.
Al principio de la campaña de vacunación en Israel, en diciembre, oenegés como Amnistía Internacional y responsables palestinos pidieron a Israel extender su campaña de inmunización a Cisjordania, territorio ocupado desde 1967.
Pero Israel se negó, estimando que no tenía la obligación de suministrar vacunas a los palestinos, y sólo proporcionó dosis para el personal médico de Cisjordania y para los trabajadores palestinos en Israel y las colonias.
Israel tiene un suministro rápido de vacunas de Pfizer gracias a un acuerdo exclusivo con el gigante farmacéutico estadounidense.
La Autoridad palestina espera que lleguen 100.000 dosis de China y millones de otros inmunizantes gracias al programa Covax de ayuda a los países con pocos recursos.
Pero mientras no llegan, muchos se lamentan en Ramala.
“Si hubiéramos empezado a vacunar al mismo tiempo que Israel, no habríamos tenido ningún problema”, dice, triste, un responsable del ministerio de Salud, bajo anonimato.
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