Nayarit

Mentiras y propaganda – El Financiero

Una semana más sin grandes novedades. Lo de costumbre: asesinatos, toma de carreteras, incendio de camiones, periodistas asesinados, inflación al alza, militarización del país.

Lentamente pero sin pausa el país se vuelve Morena. En Guerrero gobierna por interpósita persona la hija de un violador. El presidente la apoya. En Sonora gobierna el exsecretario de Seguridad, el responsable de un derramamiento de sangre como no se había visto en el país. El presidente lo apoya. En San Luis Potosí gobierna un personaje con evidentes ligas con el crimen organizado. El presidente lo apoya. En Campeche la gobernadora cada martes monta un teatro para demostrar cómo se puede violar la ley (difundiendo grabaciones ilegales) sin consecuencias. Muy al estilo del presidente (que exhibe ilegalmente información sobre Loret de Mola). El año pasado, candidatos de Morena ganaron elecciones en Michoacán, Colima, Sinaloa, Nayarit, Baja California y Sonora con la ayuda de los cárteles de la droga, con la evidente complicidad presidencial (“el presidente es la persona mejor informada de México”, acostumbra decir).

El país se vuelve Morena: un país entregado al crimen organizado, cómplice de la violencia y la ilegalidad. “El mandato de López Obrador se encamina a ser el más violento en la historia de México”, deduce la periodista Peniley Ramírez luego de consultar documentos del gobierno de Estados Unidos y diversos organismos internacionales. Un país donde el presidente pone el ejemplo de que se puede mentir y faltar a la ley sin consecuencias.

Mientras tanto el país acumula agravios. No son sólo los más de 130 mil asesinatos dolosos en cuatro años (más que los que dejó Calderón en su sexenio). También cuentan los desaparecidos (docenas de miles). Los heridos e incapacitados por la violencia criminal. Los desplazados de su región. Las viudas y los huérfanos. Los cientos de miles que han tenido que huir a Estados Unidos hartos de la violencia en sus estados. Los millones de ciudadanos que viven bajo amenaza las extorsiones cotidianas.

El espectáculo diario de un presidente que viola y consiente que se viole la ley tendrá un efecto multiplicador desastroso sobre la población. ¿Si el presidente puede violar la ley –”no me vengan conque la ley es la ley”– por qué yo no? Un país donde la ley se puede torcer en la máxima instancia (SCJN) gracias a que el presidente corrompió la institución colocando a sus peones de ministros (como la esposa del constructor Riobóo). Un país donde el 98 por ciento de los delitos quedan impunes. Un país sin ley.

Eso somos: un país extremadamente violento (hay más muertos en México por muerte violenta que en Ucrania, que está en guerra) donde la ley no importa, con policías inútiles, con un Ejército que tiene órdenes de rehuir los enfrentamientos. Un país violento e impune.

Nos hemos convertido en un país sin esperanza. El presidente cree que luchar contra el crimen consiste en falsear estadísticas. Cree que la gente (narcos y extorsionadores incluidos) es buena por naturaleza y un buen día van a enmendar sus crímenes y corregirse. Cree que los militares, que no cuentan con instrucción policiaca, se convertirán por arte de magia en policías. Como todo en el país, el presidente trata de disminuir la violencia basado en sus ocurrencias. Torpes ocurrencias que han ensangrentado al país.

Un país violento e impune. Pero esto, con ser terrible, no es lo peor. Lo peor sin duda es que el presidente quiere seguir en el poder más allá del 24. Ya sea con él como presidente (puede prolongar su mandato aduciendo que “el país está en llamas” o que perdió dos años por la pandemia y necesita recuperarlos) o a través de uno de sus personeros. La competencia entre Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto es por ver quién se muestra más servil con el presidente, no importa a qué grado de abyección tengan que descender.

El presidente y su partido harán todo lo que sea posible por apoderarse del INE. Lo importante no son los votos sino quién cuenta los votos (Stalin dixit). Harán lo que sea necesario por ampliar la base de los beneficiarios de sus programas sociales (compra legal de votos). Intensificarán la propaganda y la mentira. Utilizarán a fondo a las televisoras. Las amenazas a los periodistas recrudecerán. Calumniarán a todo aquel que se atreva a disentir. Y por si fuera poco, pondrán en funcionamiento en todo el país la estrategia que más les ha redituado electoralmente: se valdrán del crimen organizado para amedrentar a la oposición, para secuestrar a sus candidatos, para retener a sus operadores faltando horas para las elecciones.

Por las buenas o por las malas intentarán conservar el poder. Para eso traen a México a militares cubanos y agentes de inteligencia. En Cuba han conservado 63 años el poder a pesar de que el país se cae a pedazos.

Ni el presidente ni su partido son demócratas. Nunca lo han sido y no lo serán. Esperar que en el 24 no recurran a la fuerza, al fraude y a la mentira es esperar demasiado. Lo están haciendo desde ahora, ¿qué los va a detener?

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